Pasos hundidos bajo piedras se
deshacen como tarros de azúcar en aguas marinas que vieron sus padres partir
hace tiempo. Lagunas que reflejan cerros presentes coronados por la blanca nieve
se esconden de la claridad de una luna llena presente.
Cuerpos negros que deambulan
mirando el cielo van a la búsqueda de esa luna que según parece presenta las
emociones y los sentimientos a flor de piel, pero yo sin esperar que mis
heridas sangren con más persistencia vuelvo a la realidad, porque la misma
sangre corre en cada una de nuestras manos.
No me permito escribir en el día
de mañana, pues tan sólo una canción tendría sentido en cada uno de esos ocho
momentos que continuaran avanzando sin compasión para los que te lloraron.
Como siempre diré humildemente;
Eloi…
For every step in any walk
any town of any thaught
I'll be your guide
For every street of any scene
any place you've never been
I'll be your guide
Mi hermano…
Para cada paso en
cualquier paseo,
cualquiera ciudad de cualquier pensamiento
Seré tu guía
Para cada calle de
cualquiera escena,
cualquier lugar donde nunca estuviste
Seré tu guía
Espero que te fueras para ser más
feliz…
miércoles, 17 de julio de 2013
Navidad…
Eran las vacaciones de invierno
en tierras chilenas y aquella calle de Caracoles que se divisaba desde el
ventanal del trabajo me recordaba cada
vez más a las frías navidades de mi ciudad. Grandes y pequeños cubrían sus
cuerpos con atuendos de lana que intentaban evitar el resquebrajo de aquellas
pieles resecadas por el arduo sol del desierto que cada mañana nos visitaba.
Farolas que simulaban luces de
neón iluminaban los rostros de aquellos chiquillos que con bolsa comercial,
sonreían tras la compra de un nuevo enigma hecho recuerdo tras su breve estadía
en aquellas tierras lejos del pupitre; mientras los padres con mirada de
complacencia intentaban no pensar con aquellos recuerdos laborables adormecidos
a cientos de kilómetros de sus actuales andancias.
Tal vez se trataba de una falacia
o bien de una nueva burbuja alejada de la realidad diaria, pero la misma ayudaba
a cada uno de ellos a pensar en vivir durante unos días de aquello que tal vez
era ausente durante gran parte del año.
Pues fue tal vez esa misma
sensación era la que me hacía recordar que las Navidades eran como un
paréntesis, dígasele ficticio o no en el que la gente parecía estar más feliz
que nunca y en que todo parecía ser más amable que nunca, hecho que a más de
uno le hacía emerger un cierto odio a dichas fechas por no ser reflejo de su
realidad.
Pues realmente no entendía él
porque no disfrutar de esa realidad, fuese ficticia o no, cuando la misma
aportaba una sensación de acorazamiento humano para el resto de los presentes;
con lo cual me hacía pensar que una vuelta a casa en dichas fechas, sería la
forma más sana desde un punto de vista afectivo a mi emocionalidad.
Así que ya estamos de vuelta al
buscador de vuelos….Bogotá, Caracas, Madrid…..Barcelona, la suerte está echada
y sin más preámbulos anuncio mi llegada por Navidades…no sé si será por mucho
tiempo, tal vez un mes, pero sea ficticio o no os quiero ver sonreír a todos a
mi vuelta y con vosotros brindando juntos, con vivos o con muertos, por un año más o un año menos…de
viaje.
miércoles, 10 de julio de 2013
Cartas a David
Era uno de esos días que
necesitaba escribir algo, pero no sabía por dónde empezar. Tenía algo allí
dentro que quería salir, pero no encontraba la manera de ponerle palabras a
aquellas emociones que se paseaban por mi cuerpo dando toques de atención a mis
sentimientos.
Todo empezó tras esa conversación
a pantalla virtual con mi hermano; la verdad que hacía ya unas semanas que no
nos habíamos visto las caras y tras el cierre de esa puerta, salto la pregunta
de que si era cierto que mi vuelta a Barcelona sería fugaz para proseguir
posteriormente un año más mi aventura. Mi afirmación fue rápida, pues la meta
fijada con nombre Méjico sabía que me llevaría más tiempo de lo esperado; pero
la verdad que al cabo de pocos segundos y tras mirarnos los ojos me entro un
síndrome de nostalgia.
En los últimos quince años de
nuestras vidas habíamos crecido más unidos que nunca y ese cordón umbilical
llamado Gresely i Farré nos había hecho crear algo más que un lenguaje propio,
algo más que unas miradas llenas de contexto, algo más que una unión que se
sustentaba por muchas cosas más que las que pudiera ofrecer por defecto, la
coincidencia de unos apellidos que nos unían tras un papel de estado.
La verdad que tras el corte de
esa conexión hubiera cogido el primer vuelo para darle un fuerte abrazo, pero
el autocontrol me limitó a agarrar el computador para poder vaciar estos
sentimientos con unas palabras que nunca estarían a la altura de lo que él se
merecería.
Había evaporado muchas lágrimas
escribiendo mis sentimientos entorno a la figura de mi hermano pequeño y tal
vez nunca había demostrado el amor hacía quien me ayudo en todo momento de
salir de las aventuras turbulentas de juventud, de quien me empujo a volver a
estudiar, de quien me empujo a entrar a una vida laboral llena de emociones
compartidas, de quien me ayudo a entender que significaba ser hermano; de quien
ahora me impide seguir escribiendo, pues mi vista esta nublada por lágrimas
necesarias para poder seguir respirando el aire que me da la vida.
Y tras la lluvia llego la calma,
pues aquel sentimiento finalmente pudo emerger de mi interior; aunque el mismo
siempre seguirá allí dentro con aquella contención que a los dos nos
caracteriza, aquella contención que nos ha hecho año a año más fuertes, pero que
a veces se desmorona sin poderlo evitar, como aquellas lágrimas que nunca
olvidare del día de mi despedida en el aeropuerto, en donde una última mirada
hacia atrás se hacía imposible de soportar.
Por suerte te tengo en esa
medalla que sigue colgando de mi cuello; ahora lejos, pero tal vez más cerca
que nunca de ti. Pues la verdad somos más que hermanos…este viaje me ayudo a
valorar mucho más las cosas, este viaje me ayudo a entender que a veces es
necesario llorar; es por ello que tal vez continuaré rumbo a Méjico, pero sin
olvidar los que tal vez un día lloraron por mí, pero sin olvidar lo que te
debo, pero sin olvidarte a ti….y con ello sé que pagaré el precio de
encontrarme con días raros..
Pues la verdad es que espero que
dentro de veinte años no me encuentre atrapado entre cuatro paredes cristaleras
que sólo me permitan ver poco más de aquel sol que anuncia el paso de un nuevo
día. En ese momento espero poder cerrar ese video a tiempo al ver que la
felicidad eclipsa mi propio yo. Pues me quedo con la idea de que la vida es una
sucesión de momentos y depende de mí mismo de como los viva.
Sí tal vez estoy en esa burbuja
del viajero en donde frases lapidarias aparecen sin cesar en el día a día; momentos
en que piensas que el hombre muere por las ansias del sentido común o mejor
dicho pierde la libertad por el sentido común, momentos en que piensas que
ningún hombre civilizado se arrepiente del placer, momentos en que piensas en
no prohibirte nada, momentos en que piensas que no hay ninguna razón para amar
sino que se ama porque se ama, momentos en que te das cuenta que la vida
transcurre ahora y que no hay que morir por el pasado ni vivir para el futuro,
momentos en que dejas de pensar…
Así que sin querer pensar en ese
futuro estúpido de pensamiento, utilizare la forma del futuro sólo como aviso para
anunciar que si dentro de veinte años las excusas aparecen por motivos de
trabajo, si los olvidos aparecen por motivos de trabajo, si los encuentros
desaparecen por motivos de trabajo, si las aventuras desaparecen por motivos de
trabajo, si la incertidumbre ya no aparece por motivos de trabajo….si vivo por
un nuevo traje por corbata con pendiente ausente, despertarme, pues tal vez
estaré muerto…
Así que espero que visualicéis
este video, no para que nos veamos próximamente en cualquier sitio del mundo,
sino para que os podáis ver a vosotros mismos en cualquier sitio del mundo. Y
si por suerte nos encontramos más que un abrazo y una sonrisa nos ayudaran a
seguir soñando sin la necesidad de cerrar los ojos.
Pues tal vez llego el momento de
dejar de cerrar los ojos para ver o dejar de ver ese futuro que nunca llega o
ese presente que nunca se acaba por la sensación de inmovilidad del mismo.
Sin más palabrejas de soñador
despierto me despido por tal vez unos días o un momento, todo depende de lo que
aparezca de nuevo frente mis ojos abiertos.