sábado, 31 de diciembre de 2016


Dicen que no es un día cualquiera

Llega fin de año y según parece es el momento de analizar la vida y los proyectos realizados durante los últimos 365 días. Es momento de cerrar ciclos y abrir tal vez de nuevos; en definitiva, es momento de hacer cambios.

Llega fin de año y es un día cualquiera como otro, si has esperado hasta este día para poder analizar lo que has hecho últimamente, es que tal vez no te importa el tiempo o bien que no sabes a que agarrarte para poder cambiar tu vida.

A partir del 1 de enero te marcaras nuevos propósitos que tal vez ya te marcaste hace 365 días y que sin saber porque se perdieron en el tiempo

A partir del 1 de enero miraras de nuevo de frente y harás lo que te apetezca sin pensar en que día estas.

En definitiva, el ciclo se abre o se cierra o se mantiene siempre abierto a los cambios que te sucumben en la vida, todo depende de cada uno.

Por suerte aquí en Nepal no se aferran al calendario gregoriano, el nuevo año empezó allí a mediados de abril y ya están en el 2073. Como pasa el tiempo cuando uno está a gusto en un sitio; pues tal vez es porque la sensación de tiempo por suerte se pierde, ya que uno no tiene que esperar nada para poder cambiar las cosas.

Yo no sé si soy de los primeros, aquellos que esperan a que llegue el 31 de Diciembre para cerrar ciclos o bien de los segundos, aquellos que no saben ni les interesa esperar días para cambiar las cosas.

Tanto unos como los otros tendrán sus necesidades, para poder ver así la vida de una manera u otro, y con ello yo me quedo tranquilo. Pues cada uno vive la vida como quiere, pues nada ni nadie es principio y fin de nuestros intereses.

No partidario de discursos de fin de año, si es que existen o si son o no necesarios, sólo me cabe decir que sea 31 de diciembre o 31 de febrero, toma de la vida lo que desees, pues todos los días son igualmente importantes y sobretodo, aunque tengas miedo hazlo igual.

Dicen que no es un día cualquiera; sea lo que sea, nunca te quedes donde no quieras estar en el futuro. Feliz noche de nuevo



miércoles, 28 de diciembre de 2016


Hoy toca de Kant a Nepal y tiro porque me toca

El hecho de que a lo largo de la historia uno se vaya encontrando frases del tipo; “Un pueblo educado es un pueblo libre” de Kant, “Un pueblo que no sabe leer y escribir, es un pueblo fácil de engañar” de Che Guevara o “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo” de Nelson Mandela., nos demuestra que hay que desmontar cada uno de aquellos rebaños humanos que se dedican a dignificar la figura de un gobierno que dirige a su antojo, pues tal vez la crítica al mismo se desvanece por falta de voz o debate.

Espero que al final de este escrito no penséis que como estúpidamente llamado “occidental”, predico por conseguir un tipo de vida europeizada, americanizada o como más rabia deseéis nombrarla, sino que espero un mundo que sea de cada uno de aquel que lo vive, creado bajo la idea de que la crítica, sirva de estandarte para reconciliarse con la voz que nos han dado.

Básicamente hay que concebir la educación como un proceso de formación esencialmente orientado a la construcción de una subjetividad crítica, capaz de asumir una posición racional y autónoma en el debate acerca de los principios sobre los que se sustentan las instituciones sociales.

Hay que concebir la educación como el vehículo para perder el temor a alzar la palabra, pues en el fondo lo que a todos nos va consumiendo en cada uno de nuestros actos son los estúpidos miedos, lo cuales se convierten en estereotipos humanos difíciles de ahuyentar.

El temor al error magnificado por políticas educativas, basadas en la repetición de frases sin sustento, que eliminan la capacidad del libre pensamiento innato del ser humano. El libre niño se convierte en preso de cada uno de aquellos mensajes que debe ir repitiendo, los cuales según parece contienen una verdad que simulan algunos. Unos mensajes que lo que hacen no es nada más que crear un camino del cual no se pueden salir, pues más allá del mismo existe una zona inexplorada, que tal vez por desconocimiento, consigue desgraciadamente que el “miedo” a opinar de forma diferente se vea acrecentado.

Hay que poder conseguir educar un pueblo que pueda diferenciar un discurso serio de una predica demagógica, un pueblo sin cobardía a opinar, un pueblo que no desconfié de sus posibilidades y gracias a ello conseguiremos un pueblo más feliz.

En el fondo se trata de un tema de desconfianza con uno mismo, la cual ha estado fomentada hábilmente por aquellos que manejan desde arriba atiborrándonos esos temores.

Mientras tengamos miedo, no estaremos educados y careceremos de inteligencia. La educación no consiste meramente en atestar la mente con información sino en ayudar al estudiante a comprender sin temores esta vida, a comprender con libertad esta vida. Hay que empezar a evitar el hecho de que aquellos que educan ejerzan poder sobre las personas, pues a partir de este momento la sensación de poder hacia los otros se convertirá en una nueva triste historia sin “voz” que contar.

El problema es que cuando a uno le hablan sobre un tema que no conoce, lo único que puede hacer es asentir y creer lo que le dicen, pero cuando se tienen unos conocimientos mínimos a uno no se le puede manipular tan fácilmente.

Entendamos de una vez que ni el gobierno ni nadie, son la solución de cada uno de nuestros problemas, sino que somos nosotros mismos los que tenemos dicho poder.

Me vienen todos estos pensamientos ahora en Nepal, no sé si será por algo o no, pero tal vez yo en el fondo también tengo miedo a debatir de que si la posible política educativa del país es la correcta o no.

Sólo me queda pensar que tal vez no siempre, el sonido del silencio es la mejor opción… ¿pues no saben que el silencio crece como el cáncer? y por eso hablo, hablo, hablo…cuando me apetece.



sábado, 24 de diciembre de 2016


De Kumari a Dalai Lama y tiro porque me toca

De nuevo en el escrito de hoy, podría recuperar las palabras de Vicente Aleixandre entorno a si la tradición y la revolución significan los mismo. Nuevas tradiciones y costumbres de Nepal me ayudan a creer que pensar no siempre se convierte en una pérdida de tiempo.

Hoy es el día de hablar de la Kumaris, aquellas deidades pertenecientes a la comunidad nepalesa Newari; las cuales viven aisladas del mundo hasta que tienen su primera menstruación, momento a partir del cual son destituidas y una nueva Kumari pasa a ocupar su lugar.

Pero creo que ahora no es momento de hablar de si sus pies nunca pueden tocar el suelo, de si sólo pueden hablar con sus familias y únicamente pueden abandonar su templo para honrar los festivales religiosos con su presencia, etc… pues para ello ya hay un ser digital más inteligente llamado Google o sus avatares.

Lo que sí es momento de hablar es de si existe un incumplimiento o no de los llamados Derechos Humanos de los niños y lo más importante; sí dichos derechos son tomados con la misma benevolencia en todas las prácticas relacionadas con alguna religión.

Con lo cual al aparecer la palabra “religión”, es evidente que el terreno se vuelve pantanoso y la posibilidad de opinar sin tal vez suficiente conocimiento, se convierte en un deporte de alto riesgo.

Para ir reduciendo las posibilidades en cuanto hablar de diferentes religiones, primero de todo pondremos en tela de juicio el hecho de pensar en que es más interesante, venerar un ser muerto o bien un ser vivo. Con lo cual uno como agnóstico practicante, se inclina por la veneración de los seres con vida, por el hecho de que los mismos pueden llegar hasta cierto punto a mostrar una proximidad.

Con ello a uno le viene a la cabeza por ejemplo el Dalai Lama, un ser querido que representa ser el líder espiritual de una religión altamente venerada en occidente. Un ser querido que es nombrado como tal ya en su niñez por el llamado “Panchen Lama”. Un líder espiritual que a día de hoy otorga un estatus de “       “ a cada uno de aquellos líderes políticos que consiguen pasar unos días con él para hacerse una fotos.

Con lo cual llega el momento en que uno se pregunta - ¿Cómo fue la infancia de Dalai Lama? – ahora la ignorancia ocupa mi pensar. Tal vez fue una infancia de austeridad en ese Palacio de Pótala, una fortaleza de sólo 410.000 metros cuadrados; pero la verdad es que uno no puede hablar sin conocimiento de causa, pues nunca estuve allí.

Lo que sí que es cierto es que ahora vive en Dharamsala, producto de ese exilio obligado; pero tampoco sería cuestión de entrar en temas políticos ahora, pues con hablar de la religión por hoy ya tenemos bastante, aunque a veces las dos cosas vayan cogidas de la mano.

No creo que en este punto tenga que hablar y contar muchas cosas más; pues lo de pensar de nuevo os lo dejo a vosotros. Sólo me quedaré con unas palabras que decía Anjana Shakya, presidenta de la Organización Himalaya para la Supervisión de los Derechos Humanos.

“Medios de comunicación y periodistas extranjeros intentan imponer sus criterios en nuestra comunidad; tratan de decirnos lo que está bien o mal. Ellos también tienen que escucharnos y entender que podemos decidir por nosotros mismos”.

Una vez más uno se pregunta qué es lo que está bien o mal y lo que es más importante, porque nos lo hacen ver bajo un prisma occidental u oriental.



miércoles, 21 de diciembre de 2016


Le llamaban Navidad, os guste o no

Según parece en Occidente, cada vez es más cool odiar la Navidad. Como decían algunos la Navidad, más que un momento o estación, se convierte en un estado de la mente. Un estado que desaprueba el hecho de que hay que ser feliz sí o sí; con lo cual uno se pregunta si realmente la gente es feliz durante el resto del año o bien la Navidad les sirve de excusa para tener una causa para seguir sin estarlo.

La gente se acoge a discursos tales como que la Navidad es una invitación al consumismo, en donde se pierde el tiempo compartiendo inacabables comidas con la familia, amenizadas con estúpidas y repetitivas películas. Son días de celebraciones bajo una religión que según parece no comparten y en donde las tentaciones a los excesos parecen estar mal aceptadas.

Al fin y al cabo, parece ser una desaprobación entorno a tener que aparentar una personalidad con la que no se encuentran cómodos y encima hacerlo frente de los seres “queridos”. Pues tal vez aquí es donde llega el problema, pues frente ellos salen a relucir las realidades de las cosas.

Sí, tal vez cada uno de ellos durante el resto del año aparenta una imagen hecha a la medida de aquellos que juegan el papel de jueces de su vida y cuando necesitan llevar ese personaje frente a los que realmente conocen, la familia, la confusión llega a saturar sus mentes.

Una vez más el mundo al revés; lo que en principio tendría que ser una fiesta en la que juntar la familia y disfrutar plenamente de los amigos, dichos encuentros se acaban convirtiendo en calvarios personales que superar, con la mejor sonrisa posible.

Sí, tal vez se acaba sentando en una misma mesa, un conjunto de personas que sin saber porque, se ven obligados a desempeñar un papel con el que no se sienten cómodos. En cambio, los que acaban disfrutando más de estos días son los más pequeños, supongo que por ser más inteligentes. Y está claro que es estúpido utilizar la excusa de que son los regalos lo que nublan su vista, pues tal vez somos nosotros los que realmente la tenemos nublada durante todo el año.

Por suerte los pequeños de la familia no conocen a nadie que juzgue su vida, con lo cual tienen la posibilidad de comportarse durante todo el año con la misma naturalidad o, mejor dicho, tal como son.

Ahora en Katmandú, veo un árbol de Navidad, claro está, en uno de los principales centros comerciales de la zona. La gente pasa frente suyo y juega a hacerse selfies con los amigos y la familia. Realmente no tengo ni idea de si se sienten felices o no, pero dudo que el estado de la Navidad les tenga la mente ofuscada. Tal vez será que cada uno de ellos se sienten como niños, o bien que por suerte en el día a día se pueden comportar como realmente son.

En definitiva, no me voy a poner a juzgar a nadie, pero la verdad es que a mí no me importaría hacer “un vuelve a casa vuelve por navidad” por unos días, y tal vez con una taza de café de marca sin especificar, pasar un rato con los míos; eso sí, siempre y cuando no simularan una sonrisa preparada tras el último espejo de la casa.

Por otra parte, reconozco que estoy feliz por estar de nuevo un año, sin ver estúpidos Papa Noel colgados de las ventanas; tal vez es que un punto de occidentalización o como quien dios quiera que se diga aún me queda. Tal vez aun no consigo comportarme todos los días del año tal y como realmente soy. Tranquilos, si realmente os importa o esperáis una respuesta, os diré que estamos en ello.

En estos momentos, que mejor que acabar con una de esas canciones “odiadas” y a la vez esperada ser oída en estos días. Disfruten y rían un poco, aunque les duela…



domingo, 18 de diciembre de 2016


Nuevas iniciativas

Finalmente llego el día, era sábado 17 de diciembre, una fecha que desde hace unas semanas estaba dando mucho que hablar entre los chicos que forman parte del Proyecto Joven. Era el día del lanzamiento de una nueva iniciativa, en uno de las casas de acogida más singulares de Katmandú, Siphal.

Siphal es una casa de acogida, formada en su mayor parte por jóvenes que sus padres se encuentran entre rejas y por otra parte, por disminuidos que tras el terremoto del 2015 tuvieron que dejar su centro debido al mal estado en el que quedo el mismo.

Siphal ha sido un centro en el que durante los últimos años, se han llevado a cabo muchas acciones puntuales por parte de ONG’s. El problema, es que la duración de las mismas en mucho de lo casos no ha tenido continuidad, lo que ha causado un cierto ambiente de desazón en los chicos. Una atmosfera que se puede sentir en el aire, cuando uno de nuevo cruza esas puertas con una nueva iniciativa bajo el brazo.

Por lo común, se han llevado a cabo acciones más pensadas en lo que se piensa que los chicos puedan necesitar, que en lo que realmente necesitan. Con lo cual, como en muchos otros casos, el escuchar antes de actuar ha quedado en el olvido. Esto ha provocado que acciones que desde fuera pudieran parecer benefactoras, finalmente no han llegado a buen cauce; lo que ha originado un cierto desgaste en cuanto a la confianza de los representantes de la institución hacia acciones externas.

Con todo ello, nuevamente Amics de Nepal sentía la necesidad de entrar por esa pequeña puerta azul de Siphal y una vez más escuchar antes de actuar. En este caso ponía encima la mesa una opción, pero daba total libertad a los integrantes del centro para que dicha iniciativa fuese tomada según las necesidades de ellos mismos; consiguiendo de esta manera que fuese tomado como un proyecto del propio centro.

La propuesta era tan básica como ofrecer comida, pero lo importante de la misma era la forma en que se debería ejecutar dicha ayuda. A partir de ahora una vez al mes los chicos de la casa de acogida tenían que decidir que iban a comer el sábado y lo que es más importante, aquello que habían decidido como plato del mediodía, tendría que ser elaborado y cocinado con sus propias manos. Con lo cual, qué mejor que poder gozar de una cosa que uno ha creado con su propio esfuerzo, así pues, la gratificación se ve doblemente compensada.

Tras unas reuniones con el conjunto de chicos de la casa de acogida y después de votaciones democráticas por parte de los mismos, ese sábado 17 diciembre tomaba el nombre de la “Momo Party”.

Los chicos del Proyecto Joven se encargaban de comprar cada uno de esos ingredientes, para poder dar forma a esos momos y ataviados de bolsas llegaban a las instalaciones del centro.

Allí el grupo de internos les esperaban con sonrisas y nunca mejor dicho, con ganas de ponerse manos a la masa, para poder ver el resultado de lo que eran capaces de hacer.

Tras más de tres horas de trabajos y unas risas inevitables, que aparecían de cada uno de aquellos que veían las formas estrambóticas que podía adoptar un momo; llegaba el momento de pasar con bandeja reluciente para probar aquello que habían hecho con su propio trabajo.

Evidentemente el final de fiesta acababa con el debate de que les gustaría cocinar el próximo sábado, seguro que para conocer la decisión final nos faltarían aun unas cuantas visitas más, pero podemos avanzar que un Buff Chowmein o unas Samosas, es lo que sonaba con más fuerza.

De nuevo la continuidad se nota en el camino de Siphal, y lo chicos lo empiezan a percibir cuando ven los jóvenes del Proyecto Joven. Con la confianza mutua entre ambos, las cosas son mucho más fáciles y la posibilidad de poder llevar a cabo acciones que gratifiquen a ambas partes por igual, se ven posibles en un futuro muy próximo.

Gracias Siphal, gracias Proyecto Joven, gracias a todos, por hacerlo tan fácil. Pues todo es más fácil, cuando uno tiene lo que realmente quiere.



jueves, 15 de diciembre de 2016


Las cosas siempre se pueden ver de forma diferente; nosotros cambiamos día a día

Se abre la nueva pasarela de la moda en las calles de occidente. Mallas, tops deportivos, vestimentas transpirables y zapatillas que se ajustan como guantes al pie, sirven para lucir un aspecto saludable. El “mens sana in corpore sano” se recupera día a día auspiciado por una industria de la moda que ve la posibilidad de sacar redito de una nueva corriente que aglutina a todas las generaciones.

Los más jóvenes sueñan en convertirse en los nuevos héroes deportivos del futuro mientras que los cuarentones se pelean por inscribirse en maratones inacabables con el convencimiento que la eterna juventud existe.

Pero hoy se puede ver otra realidad en Kakani, allí en lo alto del valle de Katmandú. Una finish line promovida por Impact Marathon Series, nos presenta una iniciativa que estratégicamente se une al auge del simple poder de correr.

Impact Marathon Series bajo el paraguas de los 17 objetivos marcados por la ONU en 2015, nos ofrece la posibilidad de que Occidente e Oriente se unan para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible.

Todo parece encajar en esa idea de unir a la gente en torno a grandes causas, pero una vez situado en ese punto de control, el cual es de paso obligatorio para cada uno de los participantes, uno se da cuenta que ya desde fuera las cosas no parecen igual.

Por caminos de piedra y pendientes arenadas, unos corren ataviados con sus mejores indumentarias, surgidas del último anuncio del último valor mediático de su país de origen. Son confecciones lanzadas por diseñadores de renombre que, junto a los últimos avances en textiles sintéticos, ayudan a mejorar la calidad del ejercicio físico.

Por otro lado, otros corren con tejanos, chancletas y tal vez con la misma camiseta con la que el día antes se fueron a dormir, pensando que hoy podía ser un día muy especial.

Sólo hay una misma cosa que les une, un dorsal que, dependiendo del color, les identifica por el premio por el que están luchando, ya sea por finalizar los 10, los 21 o los 42 km respectivamente.

Al final de la carrera, cada uno de ellos tendrá una recompensa. Para los primeros, una camiseta que guardaran como trofeo, para demostrar que estuvieron corriendo por una causa benéfica; pues tal vez su composición no se ajusta a la moda del momento, para poderla utilizar para correr. Para los segundos, una camiseta que lucirán al día siguiente tal vez para ir a trabajar, para ir a correr o para ir a la escuela.

Uno de los pequeños lugareños entrega la camiseta a su padre al momento que le muestra el certificado de participación; han sido 10 km duros que le han dejado los pies magullados, pues las tiras de esas chancletas se le han clavado en sus pies en forma de latigazos.  A su lado pasa un joven rubio, que no duda en desenfundar su máquina de recuerdos de su brazalete de neopreno, se sitúa al mismo nivel del pequeño y se marca un selfie con sonrisa de compasión.

El pequeño se gira de golpe y le estampa su certificado en la cara, al momento que arranca de nuevo a correr a carcajadas, pues no hay dolor cuando hay alegría.

Ahora el deporte se unió a las causas benéficas para sacar rédito, pues siempre son formas de aprovechar las modas. Pero difícil es saber si todos acabamos corriendo por alguna causa - ¿Os habéis preguntado alguna vez por qué corréis?


sábado, 10 de diciembre de 2016


Uno no siempre entiende el porqué de las cosas

Cuando llegas a un nuevo país, una de las cosas que despiertan más interés es conocer las tradiciones y costumbres del mismo. En algunos casos las aceptaras y las compartirás y en otros las aceptaras, pero no las compartirás. Pero siempre llega el día en que tras un par de cervezas o tal vez un poco de “soma” uno se queda sin posibilidad de respuesta.

Está claro que no es sólo en Nepal, en donde las palabras de Vicente Aleixandre entorno si la tradición y la revolución significan los mismo, se pierden en el abismo. Pues desgraciadamente en este mundo, la gente sigue sin entender que la vitalidad de una tradición depende de su capacidad para renovarse; pudiendo modificar su forma para adaptarse a nuevas circunstancias, sin perder por ello su sentido.

Son tal vez las cinco, las seis de la tarde o noche de un día cualquiera y más de una “ ya mujer” de desliza por un camino de barro en la búsqueda de ese cobertizo donde duerme la impuridad.

Según parece el dios védico Indra, quien tomaba también “soma” cometió un pecado terrible y para purificarse creó la menstruación. Sí, según parece aquel que entre otras cosas había cometido adulterio, ahora decidía como sería la forma de expulsar ese óvulo maduro no fecundado.

Son tal vez las doce de la noche o de la mañana, pues no importa la hora en Chaupadi; para los incultos como yo no penséis que estoy hablando de una población remota o de otro planeta. Chaupadi significa “ser intocable” y es una tradición de las zonas del oeste de Nepal, que consiste en que cada vez que una mujer, sea niña o adulta, esté menstruando, tiene prohibida la participación en todo tipo de actividades en su familia y comunidad porque es considerada un ser impuro.

Es por ello que es invitada a abandonar su hogar para trasladarse a un cobertizo durante 10 días, cuando sufre por primera vez el periodo y a partir de esta primera menstruación entre 4 y 7 días a lo largo de su edad fértil.

Sí, según parece las mujeres son altamente infecciosas mientras tienen la regla, pues los virus salen de su boca y miembros. Durante este tiempo, las mujeres tienen prohibido entrar en contacto con los hombres. Tienen completamente prohibido el consumo de productos básicos como la leche, yogurt, mantequilla, carne o cualquier otra clase de por el temor de arruinar estos alimentos.

Tampoco pueden usar mantas para resguardarse del frío, no pueden tocar objetos que otra gente pueda utilizar, especialmente los utensilios de cocina de su casa o de otras casas. No pueden utilizar agua de fuentes públicas. No….

Se les hace creer que todo lo que toquen se pondrá enfermo porque los dioses se enfadarán y enviarán una maldición a sus casas y a su familia

Y evidentemente, las niñas y jóvenes no pueden ir a la escuela, porque según el hinduismo la diosa del conocimiento se pondrá molesta si una niña que menstrua toca o lee un libro.

No entiendo como Saraswati, la diosa del conocimiento, quien con sus cuatro brazos simboliza la mente, el intelecto, el estado de vigilia y el ego, para representar los cuatro aspectos de la inteligencia humana; no se da cuenta que la inteligencia, no es nada más que la capacidad de adaptarse al cambio.

¿Tradición y revolución significan lo mismo?



miércoles, 7 de diciembre de 2016


El Proyecto Joven corre en beneficio de su país

El 25 de septiembre de 2015, 193 líderes mundiales se comprometieron con 17 Objetivos Mundiales para lograr en los próximos 15 años. Se trataban de objetivos globales que se encaminaban a erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible.

Para poder conseguir cada uno de estos 17 objetivos, la ONU invitaba a que cada uno nosotros fuésemos participes de ello; pues la participación tanto de los gobiernos, como del sector privado y la sociedad civil era necesario para su logro.

A partir de ello tanto empresas como organizaciones gubernamentales o no, tomaron como emblema dichos objetivos en base a sus políticas de acción.

Este fue el caso de la empresa inglesa “Impact Marathon Series”, que diseño una estrategia para aprovechar el simple poder de correr para construir comunidades de forma sostenible e unir a la gente en torno a grandes causas, dejando un impacto duradero en el mundo

La idea se lanzaba bajo la fórmula de visitar, conocer y correr con las mismas personas cuya vida podías cambiar, gracias a la inscripción en sus eventos. Unos eventos deportivos que se centraban en cuatro países: Guatemala, Malawi, Colombia y Nepal.

Impact Marathon Series llegaba a Katmandú en búsqueda de voluntarios que pudieran cubrir dicha hazaña y no casualmente llamaba a la puerta del Proyecto Joven de Amics de Nepal; pues según parece empezamos a ser conocidos por el hecho de no tener un “no” por respuesta, frente a cualquier ayuda social que podamos ofrecer.

Los chicos de nuevo tomaban la iniciativa como una posibilidad de vivir una interesante experiencia personal y olvidaban de nuevo que el sábado era el día de descanso semanal.

A las cinco de la mañana esperaban cargados de ilusión en esa esquina de Chabahil Chowk a que llegara ese bus que les llevaría en lo alto de esa aldea de Kakani. Allí rodeados de voluntarios de todas las partes del mundo aportaban su grano de arena a dicha iniciativa, al momento que compartían experiencias y conocimientos que les abrirían nuevas puertas al conocimiento.

Sus acciones fueron encaminadas a llevar el control de los diferentes avituallamientos del evento, al momento que algunos de ellos se erigían como jueces de control de paso de los participantes.

Pero lo más importante es que cada uno de ellos se impregnaba del significado de cada uno de aquellos diecisiete objetivos marcados por la ONU y eso los llevaría a pensar en temas como la necesidad de una educación de calidad, la igualdad de género, la energía asequible y no contaminante, etc… y en cómo podrían ser puestos en tela de juicio en sus representaciones dramáticas.

Como es sabido todo pasa por algo en esta vida; estoy seguro que los nuevos personajes que tomen vida en los espectáculos que se avecinan, estarán representados por la lucha de esos diecisiete objetivos que a cada uno de nosotros por suerte o desgracia nos tocan de cerca.



domingo, 4 de diciembre de 2016


Fechas para recordar y olvidar

Podría haber sido un sábado cualquiera, un día más de feriado semanal en Nepal; pero una vez más la naturaleza no tuvo remordimientos en señalar el 25 de abril de 2015, como una fecha para recordar en la columna de sucesos del S.XXI.

Un sismo de 7,9 grados en la escala Richter con epicentro al noroeste de la capital Katmandú, desplomaba una vez más un país desgraciadamente demasiado acostumbrado a tomar el receso tras el avance como forma de vida.

Más de 7.000 personas perdían la vida, al momento que cada uno de aquellos patrimonios de la humanidad, se convertían en un montón de escombros que ya sólo quedarían en el recuerdo de los viejos libros de historia.

Cerca de las oficinas d’Amics de Nepal, esa mítica Estupa de Boudhanath se quedaba huérfana de paseantes, pues la gente sólo le quedaba tiempo para luchar por conseguir trozos de lona, para convertirlos en improvisadas tiendas de campaña hechas hogar.

Es 22 de noviembre de 2016, aún existen campos de desplazados en el centro de Katmandú que no ayudan a olvidar lo sucedido, pero hoy es un día especial. Tras una ceremonia budista se abre de nuevo al público la Estupa.

Los trabajados de restauración han llegado a su fin y una sensación de felicidad inunda cada una de aquellas callejuelas que se erigen a ese conjunto iluminado que de nuevo invita a ser acompañado por caminantes.

Uno de esos grupos de caminantes, cruza esa plaza cargado de cubos y diferentes enseres con la idea fijada en hacer algo especial. Son los chicos del Proyecto Joven d’Amics de Nepal, que se dirigen a Mahendra Baudha Higher Secondary School; pues ha llegado el momento de poner su grano de arena en ese día de celebraciones para el país.

De nuevo se suben al escenario con sonrisa en rostro, para seguir contando las realidades del país; hoy toca hablar de nuevo sobre los inconvenientes medioambientales que arrastra el mismo.

Frente a ellos, un sinfín de niños se apretujan por no perderse los movimientos de cada uno de aquellos personajes, que se convierten por más de un día en ídolos para ellos.

Se trata del hombre azul y su conjunto de hábiles secuaces que luchan por ver un Nepal limpio, un Nepal sin polución, un Nepal sin contaminación, un Nepal que avance.

Son las 5.30 de la mañana del 28 de noviembre de 2016, más de un móvil suena en esas casas de Katmandú. En cada uno de ellos se puedo leer un mensaje; - ¿lo has sentido? –

De nuevo un terremoto acechó el país, esta vez sólo fueron 5.5 grados en la escala de Richter. Tal vez será tema de conversación en esa fría mañana, pero lo que sí que es seguro, es que los chicos del Proyecto Joven d’Amics de Nepal asistirán de nuevo a la oficina con sólo una idea; lo pasado, pasado esta y hay que mirar hacia delante. Sólo de esta manera podremos luchar con más fuerza que nunca por todos los nuevos proyectos que se vienen encima.

Sigo pensando que aún tengo que aprender mucho de ellos…



miércoles, 30 de noviembre de 2016


Adeu tieta

La verdad que no recuerdo cuando fue la última vez que te vi, tal vez hace dos años en alguna de esas fugaces estadías en tierras leridanas. Me cuesta hablar cuando se pierde a alguien y es por ello que acostumbro a dejarlo en manos de la música; así que pocas cosas voy a decir hoy.

Sólo decir que recojo esta canción por su título, pues quiero seguir diciendo “la tieta”. Hoy te vas sola por primera vez; así que, si algún día te vuelvo a ver, espero que sigas estando acompañada como has estado siempre. Un beso y un abrazo desde lejos y tan cerca como siempre.



martes, 29 de noviembre de 2016


Nagarkot, sobrevivir o deseos

Podría ser un día cualquiera de noviembre, pero hoy me encuentro tumbado en un sofá de esos llamados chill out, en una no cualquiera terraza de un hotel no llamado por casualidad “End of the Universe, en una sí, soleada mañana en Nagarkot.

Frente mío una alcanzable taza de té y a lo lejos tal vez un inalcanzable lugar de nieve llamado Himalaya.

­Evidente emoción por ver, aunque sea desde lejos algo de lo que durante tantos años he oído hablar, al momento que me pregunto porque las personas sueñan en subir esas montañas. Tal vez las personas ven en ello el deseo más alto al que pueden aspirar; tal vez es la única manera de poder ver materializado el poder llegar a lo más alto desde un punto de vista espiritual.

Según parece los deseos aparecen debido a nuestras carencias y estos acaban cuando los vemos representados. Sí, son esos deseos que nos obligan día tras día a marcarnos metas y objetivos para sentirnos que estamos haciendo algo interesante con nuestras vidas, aunque tal vez muchos lo hacen para demostrar que sus vidas son interesantes. La verdad es que es difícil saber quién marca nuestro destino, nosotros o ellos. Pues hay que ver las cosas estúpidas que uno acaba haciendo por ser otro.

Según parece la mayoría de personas se quedan sólo con sus deseos en mente y al no poder visualizar como llegar hasta ellos, tarde o temprano acaban abandonándolos, con lo cual acaban resignándose. Después es cuando llega Balzac y nos dice que la resignación es un suicidio cuotidiano; con lo cual uno se pregunta si tener deseos es jugar entre la vida y la muerte.

Intento pensar que mi único deseo se materializa con el objetivo de sobrevivir, con lo que me agarro a esa taza de té que tengo frente de mí; por suerte sobrevivir significa ver, oír, tocar, saborear, sentir y lo más importante amar. Así que creo que con esto tengo bastante, no es que tenga miedo en marcarme nuevos objetivos por miedo a la muerte, pues ella es la única que me hace sentir que estoy vivo. Lo único que pienso es que “pensar” en el futuro es una pérdida de tiempo.

Así que volvamos a la facilidad de nuestros cinco sentidos y con ellos amemos. Empezando por nosotros mismos, pues nadie ni nada es principio y fin de todos nuestros intereses; y recordar que cuando uno entrega todo su amor, se queda solo.

Ahora es momento de escuchar “Cerca del Cielo” de Nacho Vegas, para tal vez entender a aquellos que ven esos ocho mil desde otro punto de vista. Tal vez en el fondo todo acaba siendo lo mismo; - “una guerra tan cruel como la de uno contra uno mismo”.

En el fondo todo el mundo busca a su manera que necesita para salvarse y seguir viviendo. En el fondo todo el mundo busca a su manera como sobrevivir…

Pero recordad que Sísifo fue un mito y no hace falta hacerlo realidad cada día con vuestras vidas. 



jueves, 24 de noviembre de 2016


¿Que estoy haciendo en Nepal?

Supongo que algunos de vosotros estáis pensando que estoy haciendo por Nepal aparte de dar vueltas, así que va siendo hora que explique un poco el proyecto en el que estoy inmerso.

Actualmente estoy de voluntario en el Proyecto Joven de la Asociación “Amics de Nepal”, el cual tiene como objetivo conseguir despertar en las personas la inquietud entorno a los pensamientos de uno mismo. Los seres humanos desde que nos despertamos, estamos sumergidos en una vorágine de pensamientos, que no son más que acciones que nos gustaría emprender, pero las mismas caen en el olvido o son mermadas por la sociedad.

Amics de Nepal después de más de veinticinco años desarrollando acciones de cooperación en Nepal, ha conseguido que cada uno de aquellos jóvenes que año tras año forman parte del Proyecto Joven vean despertado su espíritu crítico, y lo más importante, su posibilidad e necesidad de manifestarlo.

Los jóvenes tras sus obligaciones escolares, encuadradas en una metodología de trabajo centrada en la copia y repetición, ven las puertas de la ONG como un espacio de escape, donde debatir y comentar en grupo cada una de las problemáticas que surgen a nivel individual, familiar, de barrio, de ciudad, y con ello se buscan alternativas para poder solucionarlas.

El proyecto Joven aparece con la idea de la filosofía de la cultura de los pueblos, un instrumento de transformación social en su relación Hombre - Sociedad – Naturaleza. Un proyecto que nace en el barrio de Maijubahal en Katmandú, pero que espera expandirse por el resto de Katmandú, no a nivel ideológico, pues las normas no existen, sino a nivel práctico.

¿Para qué son necesarias las donaciones?

Pues aparte de los que serían de carácter estructural, como podrían ser las derivadas de tener un espacio físico de reunión, existen una serie de necesidades que surgen al poner en marcha la metodología de trabajo que se usa como herramienta de expresión, las artes escénicas.

A veces la capacidad de expresar lo que queremos queda mermada con las palabras, en cambio el hecho de que nos expresemos mediante el teatro y la danza ayuda sobre todo a que las generaciones más jóvenes tomen consciencia de ello de forma más fácil y directa. Evitando así parrafadas de artículos que no acaban siendo nada más datos que se pierden en la imaginación de cualquier humano.

En el proyecto, las artes escénicas son tomadas a partir de la técnica del “Teatro del absurdo”, ya que el mismo se caracteriza por cuestionar la sociedad y el hombre, y lo que es más interesante; al ser un tipo de teatro que no ofrece respuestas esperadas, permite al público la interpretación y el análisis en cada de sus obras.

Con lo cual en cada una de las actuaciones se abra un foro abierto hacia la interpretación de las mismas, y la posibilidad de que el debate entre el público en relación a la problemática presentada se vea aumentada. Con ello se consigue crear una sinergia de diferentes pensamientos críticos que dan su fruto, pues nace una necesidad de cambiar una realidad con la cual no están conformes.

¿Y cuáles son estas realidades?

Sin lugar a dudas uno de los proyectos que ha tenido más incidencia en los últimos meses dentro de “Amics de Nepal Youth”, ha sido llevar a escena una de las principales problemáticas del país; la concienciación entorno a los inconvenientes medioambientales que arrastra el mismo. De esta manera se consiguen divulgar aspectos tales como la importancia del reciclaje o bien la correcta eliminación de los residuos.

Organizaciones importantes del país relacionadas con la causa, como Clean Up Nepal, han visto claramente que esta es sin lugar a dudas una de las cartas con las que jugar para poder llegar a un público más amplio. Asimismo, la obra de teatro ha llevado a conseguir incluso el reconocimiento de la UNESCO; pero la verdad es que aún queda un largo camino por recorrer y para ello hacen falta medios.

¿Qué medios faltan?

La idea es de poder mejorar aspectos tales como el vestuario, el equipo de sonido, etc…y lo más importante, poder cubrir todos los desplazamientos de los integrantes del “Proyecto Joven”, los cuales sueñan cada día en poder hacer llegar sus ideas a cada una de las aldeas del país.

Asimismo, poder poner en marcha otras ideas que aparecen en el pensamiento de los jóvenes, como sería crear una obra de teatro en relación a la igualdad de género, uno de los temas puntales que cada día se pone a debate en esa Ágora abierta a todo el público.

Una esperanza podría ser poder ir a cualquier pueblo de Nepal dentro de diez años y entender y sentir lo que piensa el país, sólo con ver una obra de teatro. La misión es dar a conocer herramientas de expresión y a partir de aquí que sean utilizadas a través de su cultura y su forma de sentirlas.

Creo que aquí queda todo dicho, sino lo seguiremos intentando.




domingo, 20 de noviembre de 2016


Una simple historia de un día cualquiera

Después de unos cuantos “namastes” y señas varias me subo al “Tempo”, que descubro ese mismo día que es un medio de transporte de tres ruedas que en su parte delantera luce un número que señala la línea que cubre. Tras la palabra mágica “Sundara-Ratnapark”, el conductor me invita a subir al momento que me dice que ese es el indicado.

Sundara Ratnapark fin de línea; empieza la aventura de subirse a alguna de esas micros que atestadas de gente se dirigen a Jawalakhel. Tras localizar una, me doy cuenta que el dejen salir antes de entrar funciona igual de bien que en todos los países. Un dejen salir que se ve complicado en el momento que necesitan sacar del interior del vehículo a un hombre, que con no muy buen estado parece ocupar gran parte del mismo.

Tras dejar ese hombre somnoliento en la misma acera de la calle, la micro toma de nuevo su rumbo intentando evitar de forma ambiciosa ese Traffic Jam característico de Katmandú. Pero a la llegada a las puertas de Jawalakhel y con tan solo con la necesidad de cruzar ese puente las cosas se complican y la espera parece eternizarse. La policía retiene el vehículo y de nuevo palabras que no entiendo parecen señalar una discusión que no parece llegar a ningún sitio.

Salto de la micro y un joven apuesto se ofrece a acompañarme a mi destino; aún existe gente dispuesta a ayudar sin nada a cambio. Bueno eso sí, en el momento de la llegada al destino me invita a que no hagamos un “selfie” de recuerdo, bueno tal vez yo soy el “raro” en esas tierras, así que acepto con una sonrisa preparada.

Cambio de escenario, estoy en Patan, veo en pocos minutos un par de Malls al más puro estilo occidentalizado, la invitación al consumo parece haber llegado también allí. Me pierdo por estrechas calles que me recuerdan un poco a la antigua Europa, con cafeterías con velas para dos que invitan a transportarse a un “oasis”, al que dudo en querer recordar en estos momentos.

Finalmente llego a la Durbar Square; palacios, arquitectura newarí y demás cosas que parecen preparadas para llenar libros de historia. Me doy cuenta que no me interesa tanto lo que veo, sino que me siento más cómodo andando sin rumbo alguno.

Pero la verdad es que tarde o temprano uno acaba deteniéndose para aprender a valorar esos trabajos de marquetería expresado en esas Pagodas que de forma estructural se han expandido por el resto de Asia.

Tras poco más de diez minutos abandono la plaza, creo que hay cosas más interesantes por lo que vivir, que lo que me muestra una arquitectura que no me está hablando; pues yo prefiero saber más sobre los que vivían allí mientras se edificaban esas construcciones, prefiero conocer más sus costumbres, dialectos, religiones, castas, etc…; es por ello que creo que Nepal es un buen sitio para aprender sobre la gente, gracias a su diversidad cultural.

Todo lo otro en el fondo no son más que hechos materiales que nos presentan la existencia de un legado, así que tal vez esos mismos Malls que poco antes veía y que menos importancia les doy, dentro de 1000 años también serán patrimonio de la UNESCO, ¿y porque las personas no? Qué poco nos queremos, ¿no?

Me voy a cualquier esquina a ver si alguien me cuenta algo, sigo sin hablar mucho, pues prefiero seguir observando; pues las palabras ya las voy dejando escritas por aquí.



martes, 15 de noviembre de 2016


Nepal y la gente que pierde su nombre por un puñado de dólares

Cuenta un cuento que existen zonas rurales en Nepal, en donde llegan hombres que con labia por bandera...- entro en sueño -

Me imagino una zona muy verde en las montañas, con una casa fría sin color definido que escupe humo por lo que parece ser una salida de aire en su parte superior.

Un hombre de edad indefinida y piel seca sale cabizbajo con bastón en mano por una pequeña puerta de madera carcomida. Allí un montón de niños con mejillas rojísimas corretean y sí, visten jerséis de lana de color azul claro, amarillo y rojo chillón.

Cada uno de aquellos jerséis llevan un nombre estampado en su espalda, seguro que han sido heredados de algún blanquito que un día encontró la manera de limpiar su karma, así que me doy cuenta que yo podría ser ese mismo blanquito.

Cuando bajo la vista me doy cuenta que la mayoría de ellos van descalzos, eso sí, visten pantalones azul marino trazados bajo el mismo patrón con cierto aspecto polvoriento.

Ahora el hombre cabizbajo que ha salido a la puerta de su casa, empieza a hablar con unos señores que vomitan humo por la boca, pero por desgracia es de esos que nunca se evapora. Sí, son aquellos hombres que venden futuros venideros, llenos de alimentación y enseñanza bajo custodia de quien entiende de dinero.

Ahora me imagino paredes grises llenas de un hollín que, sin recuerdo de humo, se resisten a abandonar a quienes se quedaron sin nombre. Veo esos mismos niños, con los mismos jerséis color azul claro, amarillo y rojo chillón, pero ya sin nombre estampado en sus espaldas. Ya no puedo ver si llevan pantalones azules o zapatos, pues ya no tienen ni energía para corretear por unas calles que no existen dentro de esas cuatro paredes.

Mientras, allí en el exterior, en donde aún existen el nombre de las calles y las personas, veo un grupo de jóvenes que con bolsillos anchos se toman fotos frente al edificio, como si de un nuevo monumento a la “humanidad” se tratara. Al momento que envían de forma viral cada una de esas imágenes para cada uno de aquellos a los que les tengan que demostrar algo. De nuevo la limpieza del karma se avecina a la vuelta de la esquina.

Y como no, no mucho más lejos de esas esquinas, unos hombres siguen vomitando dólares y pudiendo recordar como mucho su número de cuenta, se plantean volver a coger rumbo a las montañas.

Me despierto y una vez más me pongo la canción que cada día me ayuda a levantarme con más ganas. Es el Syndicate de Bipul Chettri. Intento pensar que fue un mal sueño y no el recuerdo de una charla que allí en el Barrio de Thamel de Katmandu, se hablaba de “Orphanage Trafficking”.

La verdad es que no entiendo lo letra de la canción, pero no sé cómo, pero puedo volver a ver los niños y no tan niños corretear sin preguntarse por la libertad o no de esas calles. Tal vez soy un iluso pensar que fue un sueño; pero la verdad es que nadie conoce la realidad de nada.

A veces a uno no le queda más opción que compartir lo que es y no buscar en el hombre a alguien que le lleve a aquel sitio, que le permita conseguir lo que aspira y no tiene.


sábado, 12 de noviembre de 2016


Aclaraciones

A veces la gente me pregunta si realmente soy feliz cuando viajo. Algunos de mis escritos pueden denotar cierta indignación o desaprobación con el mundo en el que a uno le toca vivir. Pero tomaros el tema como una terapia personal, pues es el ejercicio mediante el cual uno se puede desprender de todas aquellas cosas que de manera directa o indirecta le hacen perder el sentido de la vida; que en el fondo no es más que “vivir”, eso sí, en la totalidad de su significado. Un hecho que desgraciadamente a menudo olvidamos.

Existen demasiadas cosas que nublan nuestra cabeza y que nos impiden vivir por vivir, sin necesidad de marcarse ningún objetivo más. Así que quieras o no, gracias a poder escribir todas aquellas cosas que retumban demasiado en tu cabeza, le ayudan a uno a sentirse mejor con uno mismo.

Algunos pensareis que el hecho de que este en Nepal actualmente va relacionado con todo ello, tal vez esa necesidad de seguir aquellos que buscan su “iluminación” al momento que se van desprendiendo de todo aquello material que les rodea. Aquellos que buscan olvidar la palabra “apego” de su lenguaje para evitar el sufrimiento y conseguir asimismo la ausencia del ego.

Pues la respuesta es “no”; soy abstemio a los dogmas y sin querer parecer egocéntrico, la fe la centro en mí mismo. Desde hace años pienso que somos egoístas por naturaleza, pues el egoísmo en el buen sentido de la palabra es innato; todo lo que hacemos lo acabamos haciendo por satisfacción propia, lo cual no implica que cada una de estas acciones, no comporten la satisfacción de los demás.

Sigo pensando en estandartes tales como; “toma de la vida lo que desees, y no olvides que todas las noches de tu vida son igualmente importantes y que todos los días son tuyos para que los aproveches”, lo cuales podrían parecer una apología al individualismo.

Pero esto no impide a que busque el contacto con lo que me rodea, pues no busco una distancia emocional frente a ello, por miedo a pensar que eso será objeto de mis deseos. Con lo cual vivo solo con la idea de vivir y por ello no tiendo a ocultar mis emociones hacia lo que está frente de mí, pues ya hace tiempo que perdí el miedo a querer y a ser querido.

Tal vez todo esto pueda parecer un juego de palabras sin significado, pues a menudo nos expresamos mejor si prescindimos de las palabras. Pero como ahora ya las tomé, no tengo vuelta atrás. Con ello me viene a la cabeza una canción que decía “Yo hago canciones”; para mí un canto a la alegría de quien no tiene miedo a contar sus tristezas pasajeras.

Yo ahora pensaré que sólo hago escritos…aunque se remueva tristeza, indignación, EMOCIÓN, no penséis que estoy siempre igual…pues el resultado de poder expulsar todo esto, te compensa con una máxima plenitud emocional.

Desnudaros de una vez por todas, pues todo es mucho fácil si uno pierde el miedo a ser visto tal como es.

Y que quede claro, que amo de igual manera la tierra, el mar, el aire, el cielo…y la especie humana; eso sí, sin lugar a dudas la más complicada, pues la escritura lleva al libre albedrío de su interpretación.

Prometo más aventuras y desventuras por Katmandú en el próximo post, pero antes necesitaba desprenderme de todo esto…



martes, 8 de noviembre de 2016


Camino por la muerte o la nueva vida

Al recordar lo que había escrito estos dos últimos días me daba cuenta que existían dos grandes temas; por una parte, esa tal vez huida de las obligaciones sociales para conseguir con ello recuperar sentir las cosas de forma más primitiva y por otra el pensar que si el ser “humano” estaba intentado transmitir estas obligaciones a los animales que le rodeaban.

Curiosamente al cabo de unas horas de que esto pudiera pasar por mi cabeza; en una de esas huidas al Café americano de las mañanas, unos nuevos amigos me invitaban a ir a Pashupatinath; más conocido como el templo del Dios de los Animales para el que siente o como el Crematorio de Katmandú para el frívolo.

Curiosamente ese fue el lugar que escogió Shiva para adoptar la forma de un ciervo y así huir de sus obligaciones divinas, del aburrimiento de su brillante palacio del Kailas…

Muchas contradicciones machacaban mi cabeza durante ese camino hacia el templo, pues no acababa de separar lo cultural de su visita, de la morbosidad del ser humano de ver la desgracia ajena frente de sí.

No me imagino estar celebrando el funeral de un familiar y encontrarme un sinfín de imbéciles desconocidos haciendo fotos a cien metros de distancia como si estuvieran presenciando el combate entre la vida o la muerte bajo llama ardiente que desvanece un cuerpo querido.

Por suerte nuestra llegada fue por el monte, por la zona de las cuevas en donde viven los sadhus; esos hombres sagrados que se dedican a la meditación, a su liberación. Sadhus que visten ropajes de color azafrán, representando la sangre de Parvati y la virtud de la renuncia. Sadhus que luchan por deshacerse de sus ataduras y cosas de valor para así hallar la iluminación.

Sadhus que se convierten en Babas (padres) para aquellos chicos huérfanos, que encuentran en aquellas cuevas un sitio donde aprender a compartir; un sitio donde se les permite sentir el calor familiar con los demás sin coincidencia de sangre.

Allí viven juntos ayudándose con lo que pueden, mientras cantan y recitan oraciones que les hace sentir que están más vivos que nunca, de manera que ven remontadas sus ganas de vivir, al sentir que no están solos en el mundo, pues hay una comunidad que les arropa sin nada a cambio.

El paso de los minutos en esas cuevas me hace sentir bien, al momento que observo las cuevas de Naropa y Tilopa, una al lado de la otra, en dónde maestro y discípulo meditaban juntos. Pero a pesar de la magia del momento en donde se une esa tierra de buena gente junto a árboles verdes y ese rio Bagmati; existe cierto olor a sándalo embriagador que te seduce, al momento que enmascara lo que está realmente pasado allí abajo.

Sí, son esas humaredas que allí en los Gaths parten de cada una de esas piras funerarias que siguen ardiendo, al momento que consumen la antigua vida de alguien o bien la nueva que llega.

Lo que me hace feliz es pensar que cada uno de aquellos que arden sin ser vistos, fueron llevados allí como último deseo; pues vivos o muertos buscan pasar sus últimas semanas de vida en el templo, ya que se cree que los que mueren en el templo de Pashupatinath renacen como un ser humano, independientemente de cualquier mala conducta que se haya tenido.

Así que no nos vamos a poner tristes, pues la tragedia es lo más ridículo que tiene el hombre; si lloras hazlo por pasión, nunca por fatalidad. Todo pasa por algo en esta vida, incluso la muerte.


viernes, 4 de noviembre de 2016


¿Los hombres, los mejores amigos de los perros?

Sigo andando por las calles de Boudhanath, Katmandú, y me encuentro con un sinfín de perros que deambulan tal vez con el mismo objetivo con el que yo me levanto cada mañana. El objetivo es ver y hacer cosas que me despierten la curiosidad de algo con lo que pensar y entre medio de estos momentos mágicos comer algo; en ese caso es al revés se me despierta el hambre que hay que paliar con algo material, porque con el pensamiento aun no lo controlo.

Me pregunto si tendrán amigos, si los necesitan, si vivirán con sus padres, si se habrán independizado o bien si tendrán un “amo” que les cobije a su vuelta a una hipotética casa. Pero la verdad es que no parece que la gente les haga mucho caso, sólo el necesario para no envestirlos con sus motos, que no paran de flirtear por cada una de aquellas estrechas calles.

Pero una mañana te das cuenta que cada uno de esos perros con los que te habías cruzado el día anterior, aparecen con tikka y collares de flores rodeando su cabeza. Inocente de mi podría pensar que cada uno de sus propietarios (error: sentido de propiedad), se han puesto de acuerdo en hacerles algo especial ese día. Pero lo que realmente está pasando en estos días es que se está celebrando el Tihar; que viene a representar la unión divina entre humanos y otros animales de nuestra naturaleza.

Así que el primer día son los cuervos, a los cuales se les coloca platos en los tejados de las casas. El graznido de los cuervos simboliza la tristeza y el dolor en el hinduismo, por lo que los devotos les ofrecen alimentos para evitar el dolor y la muerte en sus hogares.

El segundo día son los perros que hoy veía; pues los mismos son los mensajeros del dios de la muerte y los que cuidan las puertas de la vida futura.

El tercer día llegará el momento para las vacas, el cuarto hace referencia a los bueyes y el quinto y último será el más humano; humano sólo por el hecho de que tanto unos como los otros emiten sonidos inteligibles entre ambas partes: veneración a los hermanos.

Pero creo que hoy no es momento de hablar de lo bonito que es ese último día, en que el hermano y hermana se entregan tikka o guirnalda de flores respectivamente, simbolizando estrechar su relación bajo una larga vida en común.

Hoy es día de volver a los perros, a las vacas, a cada uno de aquellos animales que son venerados sin importar su procedencia, sin importar si tienen el personaje del “cobijo” que comentábamos antes o no. Pues cada uno de ellos es igual de importante para cada una de las personas que viven allí.

De nuevo un guantazo en la cara de lo que he vivido anteriormente me despierta…

Ando por las calles de Barcelona y veo perros que van atados por la calle junto a quien un día decidió compartir su falta de amor con alguien que no lo juzgara. Perros que tienen nombre y apellidos y que sólo acaban compartiendo con los de su especie momentos contados de conexión o de sexo bajo la mirada del pedigrí del que los vigila.

De nuevo acaba siendo un “yo” y después si eso vuelvo a pensar en mí. - ¡Muy bien, el mundo estructurado nos ataca de nuevo! -. Ahora podéis tener el perro de la hija, el perro soltero, el perro de la familia, el perro de la pareja, el perro del nicho vacío… “Si le falta algo en esta vida tenga una mascota en su casa y si consigue lo mismo con un ser “humano” abandónelo... evidentemente a la mascota, que no se le va a quejar…”

¡Aquí los perros son libres!!! Te acompañaran si lo necesitan, de igual manera que nos relacionamos los “humanos”, si nos aporta la gente con la que estamos seguimos con ello, sino cambiamos de sentido.

Me acerco a un perro y le doy comida, tal vez estoy falto de amor y por eso busco un agradecimiento suyo para que vuelva mañana. Me gustaría pensar que le puedo decir vete, corre, disfruta y sí un día pasas por delante de esta puerta ven a saludar. Yo no te estaré esperando, pero me agradara verte, espero que tu estés feliz de verme, aunque no te de comida.

…tal vez lo primero que haga mañana cuando me levante sea salir a la puerta para ver si le veo, espero que si no lo veo siga igual de feliz…el seguro que lo estará…



martes, 1 de noviembre de 2016


Uno decide su camino, pero no donde lo empieza...

Me levanto por las mañanas y sin ducha alguna, bajo medio dormido por esas calles algo polvorientas en donde los bocinazos de coches y motos, actúan en forma de ese despertador que por suerte ya no utilizo. Subo esas tres escaleras y tras tres pasos encuentro a mi izquierda tumbado un señor que con manto budista me sonríe afablemente.

Está llegando uno de mis momentos del día, olvido el té por unas horas y me pido mi café americano que acompañado de un buen cigarro o dos, me sirve para organizar un día que de nuevo no tiene objetivos marcados. No es que haya perdido las ambiciones o las ganas de hacer cosas, pero espero que estas vayan fluyendo a medida que pasan las horas. De la misma manera que como y bebo cuando me apetece, pienso y actúo cuando una lucecita se enciende en mi cabeza, y si eso no pasa, es porque no lo necesitaba.

Tras el tiempo necesario, acabo escribiendo tres cosas que me pasan por la cabeza; y luego llega el momento en que me seduce bajar allí donde una gran cúpula blanca, sorprendió mi llegada a Katmandú.

Como leía el otro día en un cartel, lo que tenía frente de mi era la Estupa de Boudhanath, según parece uno de los importantes lugares de culto budista del mundo. Boudhanath, el barrio en donde estoy viviendo actualmente, sirvió de sitio de peregrinaje para los comerciantes tibetanos desde hace muchos siglos y actualmente es lugar de residencia para muchos de ellos, a partir de que cierto país opresor les invitara a perder no amistosamente parte de su identidad.

Pero creo que no es momento de empezar hablar de conflictos y nos daremos el gusto de dejar de lado a la China y a su visión del Tíbet como punto estratégico, sumado a los intereses americanos o no para apoyarlo, o bien de aquellos que aún deben mirarse las cosas desde Dharamsala.

Así pues, estamos en un sitio sagrado y a pesar de mi posición atea, declaro mi respeto a no hablar de según qué cosas; así que todo es tan simple como alegrarse de que allí donde mis pies pisan pueda ver gente que, sin importar la procedencia, se unan para mostrar sus respetos frente a un “algo” que les ampara.

Una gente que da vueltas al mismo sentido que las agujas del reloj, al momento que voltean unos molinillos que se encuentran en su parte inferior. Según me dicen dentro de los mismos están escritas las palabras de una oración budista OM MANI PADME HUM miles de veces, de forma que cuando se le da una vuelta, en realidad se están recitando miles de oraciones.

Pero tampoco es cuestión ahora de aburriros con cada una de las partes de esa Estupa, pues para ello ya existen eruditos que lo harán mejor. Pero de lo que no puedo dejar de hablaros, es de esa forma cuadrada de la parte superior, donde en sus cuatro costados están los ojos de Buda.

Unos ojos que ejemplifican claramente que todo lo ven junto a ese tercer ojo de la sabiduría y ese número “1” simbolizando la unidad, es decir, “todos escogemos caminos distintos para lograr el fin último que es llegar al Nirvana”.

…Indudablemente me hago la pregunta ¿Cuál es mi camino?, pero creo que necesitaría tomarme unos cuantos cafés más para contestar.

Al ver todo aquello y sin querer seguir hablando sin conocimiento de causa, se me despiertan de nuevo las ganas de conocer más sobre el budismo; pero no para saber si me puede enseñar el camino, sino por saber él porque una Estupa tiene esa estructura o mejor dicho que nos quieren decir cada uno de los elementos que la componen.

Me acerco a casa y cae en mis manos un libro con el título “Brahmanismo, budismo e hinduismo”. Tras poco más de media hora me doy cuenta que nos es el momento…así que recupero de nuevo Siddhartha de mi “amigo” Herman Hesse, pues a él siempre le he entendido mejor. Tal vez es normal que después de cuarenta años aún este demasiado occidentalizado, pero sólo os puedo decir una cosa;

Uno decide su camino, pero no donde lo empieza...


viernes, 28 de octubre de 2016


Llegando a uno más de muchos sitios

No sé si importa el sitio donde esté, al fin y al cabo, las llegadas siempre son iguales; desembarques, desorientación, intercambio de monedas, sacar la VISA de turno y como no esa salida aturdida a una gran calle en donde te esperan multitud de transportes que con la mejor de las sonrisas te invitan a llevarte allí donde quieras.

De nuevo te encuentras en una capital de un país, en donde es difícil distinguir una personalidad propia del mismo. Buscas olores y contrastes que te permitan tomar en consideración aquello que tienes enfrente, pero la estúpida búsqueda de la racionalidad humana lucha por limitarte a ver las cosas materiales que la rodean. Pues desgraciadamente la conexión emocional ha sido progresivamente negada por los hombres que van depositando en la razón y en la tecnología las únicas claves de su poder.

Es así como me doy cuenta que aún no consigo ser un niño; un niño para poder volver a saber oler, tocar…en definitiva, para sentir; pues mis ojos estúpidos buscan y rebuscan sobre lo conocido para notar que son algo en aquel mundo que les rodea.

De nueva la estúpida necesidad de encontrar hechos que me sean familiares para tal vez sentir que no estoy tan lejos de nada, se convierten en un modus vivendi que acaba liquidando las ansias de aventura y que me hacen ver poco más que ciudades globalizadas.

Ciudades globalizadas en cuanto a forma; veo coches, calles y un conjunto de cosas materiales que no me dejan ver más allá, de manera que me acaban reiterando lo vivido en los días anteriores.

La sociedad de la información nos acaba inundando a todos de unas mismas intenciones y tan solo nos quedan ciertas tradiciones que nos sirven de excusa, para poder sentirnos con cierta personalidad propia y es allí donde quiere llegar uno cuando viaja.

Pero de momento sigo viendo coches, calles y un conjunto de cosas materiales… y si se me fijo bien, veo también gente que anda arriba y abajo hacia un rumbo que tal vez ellos conocen.

Al cruzarme con ellos me intento comunicar, pero hablan otra lengua…tal vez tengo que aprovecharme de ello, pues en nuestra capacidad de comunicación no existirán los verbos que hacen alusión a los estados mentales como pensar, decidir, creer, dudar, equivocarse

Pues tal vez es así como finalmente podré volver a las primeras etapas de mi existencia, y podré dedicarme a explorar el mundo con los sentidos, podré dirigirme hacia el exterior; hacia lo que puedo ver, tocar, oler o saborear, cualidades que se han ido mermando a medida que han pasado los años. Tal vez esta se convertirá mi ciudad sin sueño…

Fin de trayecto, una cúpula blanca es coronada por unos ojos que me clavan una plácida mirada allí donde este. De momento no puedo decir nada más, solo puedo ver un cartel en donde se lee “Boudha Stupa”, Kathmandu, Nepal.



lunes, 24 de octubre de 2016

Viajar es siempre un volver a nacer…

A veces las cosas cambian, es lo que tiene vivir al día. Pues un día estás aquí y al otro tal vez sigues estando sin saber por qué, en el mismo sitio. Hoy me doy cuenta que justo hace dos años tenía que coger un vuelo a Chile para continuar mis aventuras o desventuras por allí donde me apeteciera respirar. Tenía que seguir contando cosas interesantes o no por allí donde pasara, pero en ese momento decidí que era momento de seguir contando cada uno de mis pensamientos a quien decidía también quedarse a mi lado.

Tal vez la decisión más bonita que he tomado nunca y de la que me siento más orgulloso. Dejar algo por amor le ayuda a uno a sentirse vivo y sin lugar a dudas volvería a hacerlo aunque tuviera los ojos abiertos.

Han sido dos años diferentes en los que tal vez no he contado cosas y me las he guardado para mí y para quien tenía a mi lado; pues a veces la intimidad emocional es estúpidamente necesaria para seguir pensando egoístamente que aún nos queda algo que sólo es nuestro.

Puedo decir que han sido dos años increíbles vividos en gran parte en Barcelona exceptuando esos meses en que cruzamos hacia las Américas para vivir el sueño americano de un Road trip que cubrió ese Texas-California cargado de buenas intenciones.

Pero sin saber porque, a veces las cosas se acaban; tal vez porque llega un momento en que ya no sabemos si pensamos más con la cabeza o con el corazón, tal vez porque pensar se vuelve un suicidio para la pareja.

Los últimos meses se han llamado “Port de la Selva”, pues todo pasa por algo en esta vida; las casualidades nos las inventamos cuando no queremos reconocer la realidad de las cosas.

Estos últimos meses han sido meses que se acercan al clásico comentario de “reencontrarse con uno mismo”. Allí sólo me quedan agradecimientos hacia una nueva familia y como no, a aquellos que nos coincide más que un nombre en su partida de nacimiento.

Hoy es día 24 de Octubre de nuevo y siento que me tengo que ir. No sé si soy valiente o cobarde, lo único que sé es que en cada viaje empieza una nueva vida. Tal vez es la necesidad de volver a ser niño para dejar de preguntarme si lo que hago es realmente lo que quiero y deseo hacer. Tal vez es la necesidad de poder volver a explorar el mundo con los sentidos; hacia lo que podemos ver, tocar, oler o saborear; algo que parece que una Barcelona gris ya hace tiempo que ha olvidado…

La nueva aventura se llama “Asia”, pues a uno ya le apetecía cambiar de continente. Dejo atrás grandes recuerdos; pero uno no quiere vivir con el castigo de no poder quitar la palabra “amor” del lugar del desencanto.

La vida es maravillosa si uno lo quiere, el amor puede ser fácil y simple: tan sólo hace falta quererse a uno mismo. Así que empecemos con ello y solo de esta manera podremos seguir dando amor…

Can't we give ourselves one more chance
Why can't we give love that one more chance
Why can't we give love give love give love give love
Give love give love give love give love give love
Because love's such an old fashioned word…


Por suerte nunca habrá un último baile si queréis, pues vosotros decidís cuando empieza uno de nuevo. Quitaros la presión de encima… y seguir dando amor.