domingo, 29 de junio de 2014

Intentando olvidar sumar y restar en Kelowna

Dicen que si te gustan las aventuras no dejes que la ciencia te estropee las cosas; pero a pesar de que a día de hoy sumerja mis piernas en las frías aguas del lago Okanagan para equilibrar las faltas de oxigeno perpetuadas por unos precios que me acorralan en tiempo y espacio, no consigo olvidar el convertidor de moneda.

Ya deje el couchsurfing para juntarme con aquellos que tal vez se encuentran en la misma situación que yo, pero veo que los mismos andan con la billetera más cargada. Así que me levanto de buena mañana y tras un pancake con azúcar cortesía de la casa, salgo a la calle con pulgar levantado en busca de que alguien me lleve a esas “farms” en donde uno pueda recoger algo a cambio de unos buenos dólares.

Cruzo hasta la zona de Oliver, no tener vehículo complica las cosas y la work permits o como se llame aún más; algunos me comentan que tal vez en una semana pero que no tienen lugar donde hospedarme, así que la inversión en una tienda de campaña parece inevitable; es entonces cuando me planteo si realmente esto es lo que busco, si realmente esto es lo que quiero.

Está claro que es una nueva prueba matemática en la que me he visto inmerso y que la misma está condicionando la libertad de hacer lo que quiera. Pero compañeros, que yo sólo quería intentar seguir pintando cuadros con palabras con más o menos criterio, no pedía nada más.

Me devuelvo por las tardes un poco más cabizbajo en busca de mi plato de pollo con algo o de algo con pollo, pues la alimentación aun la considero necesaria para poder tener la cabeza cuerda y el cuerpo con suficiente energía para poder seguir sonriendo a cada uno de aquellos personajes anónimos que me cruzo por la calles de British Colombia. Sí realmente una de las cosas que me ha sorprendido de Canadá, ya sea en un pueblo o en una ciudad, que siempre tienes un intercambio de sonrisas que te llenan de ánimo, pues somos personas; así da gusto vivir, mientras me pueda olvidar de la ciencia.

Miro a izquierda y derecha del mapa de Canadá; un Calgary estaría bien ya sea por Bon Iver o Antonia Font, pero cualquier desplazamiento en bus a otra zona es una apuesta a todo o menos que antes, así que de momento me refugio a la espera, sin creer que el factor suerte me haya olvidado.

Me acerco de nuevo a esa playa inventada del lago Okanagan a sumergir mis piernas y “today” mi cuerpo entero. Al salir del agua veo que la gente sigue sonriendo, no parece que hagan cuentas e incluso los más pequeños no parecen ni utilizar sus índices ni pulgares para decir cuántos años tienen. Pues estamos en verano y esto es lo que buscaba, así que tengo que estar feliz a pesar de que “About today” la suerte tal vez me abandono.


Mañana será un nuevo día y tal vez alguien se acordara de mí cuando ande por aquellas “farms”, sino siempre me quedaran esas cálidas sonrisas anónimas que por suerte me olvide de enumerar.





jueves, 26 de junio de 2014

Andando por Vancouver

Como era de costumbre en las nuevas ciudades que llegaba, me decidí a lanzarme a sus calles con el termo bien cargado de té caliente para afrontar una nueva caminata allí donde las piernas de los transeúntes me llevaran.

Tras cruzar ese Camdie Bridge que ocupaba agua por ambos sitios y que servía de autopista marítima para aquellos que con gritos tiraban una y otra vez de sus remos de madera, me fui acercando al Downtown. Allí me quede sorprendido por aquellos edificios de cristal que se levantaban frente a cada uno de nosotros sin miedo a esconderse de nada, sin miedo a perder su intimidad por falta de cornisa hecha despiece metálico. Pues tal vez no tenían miedo a ser vistos; gracias a la calma que se vivía en aquellas calles en donde todo parecía pasar desapercibido, entre cada uno de aquellos que andaban sin tan sólo apoyar las plantas de sus pies.

Os podría hablar del Gastown y su mítico Steam Clock que seguiría echando humo tras flash repetitivo, de los jardines de Chinatown, de los paseos repetitivos por lo que yo llamaría cinta costera, del subir y bajar de los hidroaviones, de la comercial con aire ambiguo Granville o de esa calle que me traslado a la España de los 80, donde tristemente se murieron más jóvenes que en cualquier guerra. Sí, el marrón de ganar peso el dicho de que a “caballo” regalado vigila no este cortado; una escena que me llevaba  tristemente a un Walking Dead, al momento que iba esquivando aquellos que habían perdido la cabeza con la heroína tras intentar recapitular las hostias que le había dado el puta vida.

Pero para mí Vancouver fue Stanley Park con olvido tal vez de Tótems, de esa Robson Square en donde descansaba la Art Gallery capitaneada por ese Gumhead de Douglas Copeland y como no de ese trozo de hierba bajo el puente de Camdie; en donde tal vez sin hacer mucho pase horas y horas sin tener que pensar que tuviera que hacer algo.

Pero como en todos los intentos de felicidad absoluta, siempre hay un cristal que acaba quebrando la partida de juego. Al final de cada uno de aquellos días me daba cuenta que los dólares canadienses desaparecían con la misma rapidez con la que la grasa se olvidaba de mi cuerpo; con lo que tendría que abortar por el momento mi viaje a Alaska.

Después de informarme en varios sitios vi que eso se convertiría más en una proeza económica que no personal; momento en que se me encendía la lucecita de acudir a la llamada recogida de cerezas allí en el valle de Okanagan, convirtiéndome así en uno de esos pickers llamados a hacer temporada para poder saldar su vida para el resto del año.

Pero antes de anticipar acontecimientos, siempre aparecía por suerte el momento de desconectar en ese cruce de caminos que aparecía a diario en mi pensamiento. Hoy tocaba gozar al aire libre del Vancouver Jazz festival; sinceramente echaba de menos escuchar buena música sin tener que pensar en qué momento tendría que levantar la aguja para dar la vuelta a esa vida hecha circunferencia plana de surcos.


Ahora que se acaba el segundo concierto, me sigo pasando por ese stand que entrega muestras de arroz, no tenía mucha vestimenta para poder disimular una y otra vez mi aspecto; pero al final cayeron unos cuantos saquitos con los que pasar los próximos días.

De nuevo la música habría puertas y estómago, al momento que aparcaba mi mente.



martes, 24 de junio de 2014

En las montañas de Squamish

Cuando miro hacia arriba veo árboles tapizados de hierba que se elevan hasta el cielo mientras se cubren de luces que se alimentan de generadores.

Cuando bajo la mirada veo pasar pijamas, americanas entalladas, pantalones de colores, patas de elefante, bigotes y cabelleras postizas, gorras de capitán con barco alejado, lentes desorbitadas, disfraces de animales de algodón  y todo aquello que pueda brillar en una noche que parece que nunca podrá hacer las paces con el día.

Veo también niños con oídos tapiados de azules circunferencias, padres de familia, tal vez padres con familias olvidadas e incluso aquellos que nunca pensaron en ser padres u olvidaron quien eran.

Al final nunca supe si era la noche más corta o más larga del año, pero nunca dejo de ser un día; tal vez no uno cualquiera a pesar de que el mismo tuviera claridad y oscuridad, pues según parece había que celebrar la llegada del verano, allí en esas montañas cerca de Vancouver.

Algunos le llamarían “rave”, yo lo que alcancé a ver fue un conjunto de tiendas de campaña que se alcanzaban entre ellas para poder compartir comida entre presentaciones continuas que dejaban de ser anónimas; eso sí, al son de unas bocinas que no tenían hora de descanso y que parecían ser el principal nexo de unión.

Era como un mosaico pintoresco  de personas que se comunicaban bajo una lengua que no era la mía. Yo iba deambulando entre cada una de esas luces entre sonrisas que disimulaban mi falta de entendimiento al momento que intentaba dar forma a mi persona como si de una nueva pieza se tratara.

La verdad que no era fácil, pues a pesar de la simpatía y buen ofrecimiento de cada uno de aquellos que me acompañaban, más de una vez no me quedaba otra que coger una nueva copa de vino que hiciera más ancho mi camino; pues a veces me quedaba atrapado, como cuando me deslizaba por ese tobogán inventado que acompañaba la mesa del dj.

Empezaba a entender que esa nueva experiencia de cambio de destino no sería fácil, pero gracias a ello la hacía más interesante como nuevo reto a alcanzar. Ya no era cuestión de desempolvar o no un vocabulario tal vez demasiado olvidado, sino que tenía que empezar a medir la entonación de esas frases ajenas de mi lenguaje familiar para que no sonaran como un borde unísono.

Así que a pesar de mi “esfuerzo” siempre llegaba ese momento en que mi cabeza parecía que fuese a explotar, era cuando me acostaba sin ganas de dormir o acudía a intercambiar unas palabras con quien me acogía durante esos días en su casa y que según parece bien me entendía por haber pasado por los mismos unos años atrás.


Pero tranquilos estaba feliz de empezar esta historia en ese patchwork de culturas llamada Canadá; pues según parece la misma estaba acostumbrada a encontrarse con personajes nacidos a bastos quilómetros de allí, así que con pantalones de colores o sin los mismos yo intentaría ser uno de ellos.



viernes, 20 de junio de 2014

De Adiós Panamá a Hola Canadá vía Houston

Sensación extraña cuando vuelves a subirte a un avión para hacer un trayecto largo y te das cuenta que de nuevo abandonas grandes nuevos amigos, pero esta vez sin la recompensa de ir al encuentro de otras personas queridas que tal vez te esperarían al otro lado del océano o bien en este mismo continente. Pero acostumbrado a que la realidad supere mi ficción no pensaré que hay gente que pueda esperarme y así podré seguir sorprendiéndome de mis propias acciones.

Así que ahora de nuevo me veo con una vuelta a empezar; dejo  tres meses de mi vida para recordar allí en Panamá, para embarcarme a la tal vez caprichosa aventura canadiense. Sí, esa aventura canadiense que espero que se convierta con el puente para acabar desplazándome a Alaska; la historia que ahora se sentó pesadamente entre ceja y ceja.

Realmente creo que ahora es el momento, no sólo por poderme excusar por el hecho de que la temporada de lluvias puede decolorar mis visitas por Centroamérica, sino porque no durante todo el año el sol deja que no colme la nieve allí arriba en el norte.

Está claro que es una decisión que sin lugar a dudas me puede costar el viaje; pues las posibilidades de trabajar y viajar en zona donde la “i” de ilegal es alargada me dificultan las posibilidades de buscarme la vida.  Pero lo tomaremos como nuevo reto, junto a la “divertida” misión de comunicarme en lengua ajena, sinceramente una de las cosas que me dan más pereza a mis treinta y diez.

Así que a pesar de reírme de felicidad y ya en Texas, allí donde parece que aún no sea necesario olvidar el español, he decidido dejar guardado un seguro de vuelta en forma de dinero para que me lleve a Latinoamérica, por si la escapada se hace inevitable. De esta manera seguiremos olvidando los “adiós” para seguir creyendo con los “hasta luego”; una de las frases más necesarias con las que confiar para cualquier que agarre la mochila como forma de vida.

Una vez más veo que uno siempre tiene un par de sitios donde sentarse; todo depende de a quien quiera sentir más cerca o bien de a quien quiera sentir más lejos para poder añorar con más fuerza su cercanía.


Tal vez el día que pueda sentarme en dos sitios a la vez, decidiré vivir para siempre de pie… pero eso lo dejaremos como otro de esos misterios que nos hace eternos.



lunes, 16 de junio de 2014

Uno diferente desde Boquete

Hoy tal vez tendría que estar la luna en quiebra, pero me doy permiso a estar feliz, pues aunque lance un cumpleaños feliz sin sonrisa visible de vuelta, esta me la invento a partir del momento en que me doy el permiso de romper la oposición entre la vida y la muerte.

Así que me despojo de cajones inventados donde guardar mis penas, para seguir viviendo con la felicidad sin límites

Hey hermano, voy a por los dos años viajando por este mundo para podértelo seguir mostrando a ti y a quien quiera y cada día me doy más cuenta que como alguien me decía hoy; la vida es fascinante. Sí, la vida es tan simple que la hace perfecta, así que espero que la muerte sea igual y que tú lo celebres con creces con quien te rodee, allí donde estés.

Y no tengas miedo por brindar lejos de mí, mientras piensas que tal vez hay lágrimas que quieren ver llorar; pues yo siempre pensaré que te fuiste para conocer otros mundos., así que de la misma manera que yo ahora tengo el derecho de hacerlo, tú también pudiste escoger tu camino.

Eso sí, sólo te recrimino una cosa….…¿qué hago con todo el amor que era para ti? Pero bueno, egoístamente pienso que me escuchas y por eso lo guardo para escribirte hoy y cada día que lo necesites.

¿Y sabes qué? En el fondo me quedo tranquilo porque soy consciente que no te escaparas de mi pensamiento hasta mi muerte, realmente que suerte la mía; pues aun podré estar contigo durante muchos años, pues aún me quedan muchas copas que derramar

¿Y sabes qué? Hace casi dos años estaba en Ushuaia y en breve sino me voy contigo estaré en Alaska; no te voy a prometer un K2 con insignia como Greg Mortenson o escuelas cerca de Islamabad porque aún quedan lejos, pero haré lo que pueda.; lo que veo ahora es que esta divertido esto de ir de sur a norte…es simple pero fascinante…

¿Y sabes qué? Te quiero, gracias por enseñarme la muerte, eso significa que algún día estuve vivo…y tranquilo que ya nos juntaremos algún día para celebrarlo, de esta sí que no te escapas; pues aún nos quedan muchas copas por derramar.

Te dejo esta canción que hoy alguien me ha hecho recordar y que me da muy buen rollo; así que sí algún día tienes miedo, cierra tus ojos marrones y ven a dormir a mi lado…y no tengas miedo a reconocerlo, a todos nos pasa a menudo

Eloi, me voy a dormir, se ha ido la luz y me están comiendo los mosquitos con la luz del ordenador; seguimos hablando…


Hey, si estabas a mi lado! ¿Es que hoy tenías miedo de algo o bien es que lo tenía yo?





jueves, 12 de junio de 2014

Uno rápido en Boquete

Me levanto por la mañana y miro por la ventana, llueve…de nuevo cereales con leche y una taza de té con canela y mucho azúcar.

Enciendo el ordenador y me pongo al día de lo que me interesa y tal vez me doy cuenta que sólo acabo leyendo los mensajes de esa esperanzadora bandeja de entrada. Hace tiempo que se cayeron los periódicos y las gacetas de mis favoritos, o es que te tal vez nunca existieron; en cambio los amigos me ayudan a pensar que aún existo.

Cubeta con un poco de agua para que el rodillo vaya más suave y zarpada de pintura, me gustaría crear algo con los pinceles, pero a día de hoy me tengo de conformar en no sobrepasar los límites de colores no parejos ausentes de cinta. El tiempo pasa rápido allí en “la vida” entre cigarros, buena música y alguna cerveza que se avecina como fin de fiesta

Mediodía, hoy tocan lentejas ausentes de chorizo, pero caen más de dos platos. De nuevo tabaco barato y taza de café; antes de que vuelva la lluvia le vuelvo a dar un poco de tiempo a los pinceles.

Son casi las cinco, no tengo horarios, pero pronto se hace de noche aquí en “la vida”; limpia lo que has ensuciado y límpiate a ti mismo. Relajada  cerveza de media tarde, mientras veo como los pájaros se reúnen de nuevo para emigrar de la lluvia -¿tal vez tendría que hacer yo lo mismo?-momento en que aparece un “bocadillo” en mi cabeza y parece que piense.

Miro la plata que me queda y donde puedo ir que sea verano y que no sea Europa; como tonto miro la línea del ecuador arriba y abajo sin saber muy bien que significa. Busco en google “verano en julio” y busco alternativas que pueda afrontar sin tenerme que regresar corriendo en busca de un trabajo cualquiera. Rectifico, no es un trabajo cualquiera, es el mejor trabajo, ya que es el que me está manteniendo los últimos años. Perdón a los autoridades, soy un ilegal.

Vuelve a sonar una compartida “Rise” de Eddie Vedder, me encanta esta canción, pero ahora no me apetece hablar de  los tópicos de la sociedad ni de la historia de Christopher McCandless, supongo que estoy en un día de cerebro plano; pues ese mismo día he tirado por la borda desde un Albert Camus a un episodio de Epi y Blas, pues hoy no me importa nada de nadie a quien no le tenga afecto.

Sólo me quedo con el momento de la canción que dice;

“el tiempo que tenemos es demasiado corto como pararte y desaprovecharlo, porque de pronto te ves engullido y sepultado por la tierra”

Perdonar, pero ahora me diréis que es un tópico; pero lo necesitaba para continuar lo que hoy os escribía.

Primero de todo, como yo no me quiero morir,  tomo la guitarra e intento tocar “Rise”, buff complicada para un torpe no principiante , pero contento he superado algo; no me intimida desafinar y tocar la guitarra frente de la gente, así que cae un Wish you were here.

Tal vez perdí la vergüenza porque cada vez todo me importa menos aquí en “la vida”…algunos pensareis que tal vez eso es malo. No sé, yo pienso que todo lo que tenga que pasar va a pasar igualmente por mucho que te hayas creado tu propio Dios para poder creer en algo;  pues este no va a cambiar por ti. Moraleja, haz simplemente lo que pasa por tu cabeza con o sin Dios a quien claudicar.

Me levanto por la mañana y miro por la ventana,…..oferta de billete a Vancouver; tal vez me quedo sin plata en cuatro días y me aburre hablar inglés; supongo que porque no me expreso bien o porque no me importa nada, pero me apetece

Vuelve a sonar Rise, no voy de Christopher McCandless, aunque estaría bien llegar a Alaska y me trae buenos recuerdos esta canción.

Agarro la guitarra y vuele a disonar Wish you were here, la solución…So, so you


Pero no os engañéis me decido por “riSe”, sin tener que dejar atrás grandes lagunas negras ni recuerdos borrosos, pues todo parece que está bonito para los dos; me vuelvo a poner de pie en “la vida”.





lunes, 9 de junio de 2014

Más historias de Boquete - e¿Sueño o realidad?

Permanecía allí quieta día tras día, sujeta al olvido de todos aquellos sujetos anónimos que pasaban a su alrededor no dejando nada más que el aire producto de la fricción alejada de su propio cuerpo.

Se veía como encerrada en sí misma, al momento que se cubría con una fina capa verde que dejaba entrever un bello tal vez punzante y tal vez era por eso, que al contrario de todas aquellas que la rodeaban, necesitaba la oscuridad para desnudarse y mostrarse expuesta a su máximo enemigo; el ojo crítico e ignorante del ser humano.

Pero yo tenía la necesidad de seguir observándola día tras día con cierto disimilo, pues notaba que cada día que pasaba sentía algo más especial por ella. Al llegar la noche intentaba pensar en otras cosas que me hicieran olvidarla, pero me era imposible y cuando me levantaba por la mañana siempre había alguna sonrisa que me llevaba a algo más que su recuerdo; momento en que me dirigía allí en donde pudiera sentirla.

De nuevo me pasaba horas y horas  allí sentado, mientras veía como las que la acompañaban la intentaban cubrir con cierta desfachatez; marcaban su carmín permanente al momento que se iban despojándose de sus ropajes, los cuales quedaban esparcidos por el suelo de forma desinteresada. Supongo que era una maniobra más para que aquellos que las seguían los fueran recogiendo como triunfo de prenda nunca tomada…

Finalmente una de esas noches en que no podía conciliar el sueño me fui en su búsqueda; pensando que tal vez la oscuridad de la noche junto a la compañía de la luz de la luna sería más fácil para que desatáramos de una vez por todas nuestros sentimientos.

Al vernos, ella se empezó a abrir buscando la humedad que la festejara. Tal y como había soñado era blanca, y radiante. Tal y como había soñado era de piel suave y delicada, Tal y como había soñado pude oler su fragancia de aromas entre fresas y jazmines.  Y sin darme tiempo a asimilar todos mis sentidos se me acercó y me susurro al oído con dulce voz;

-  Soy una  dama de noche que con corona de novia espero que llegue alguien y me regale una estrella. Sólo me podrás ver por esta noche,  porque esta noche es con la que veo con más claridad el cielo, lo único que  aún me ayuda a poder sobrevivir mi sufrimiento;  estoy ya cansada de amores inventados que han hecho caer mi corazón como piedra a Sísifo - .

Al despertarme la mañana siguiente no había nadie a mi lado. No sabía si había sido un sueño producto de mi realidad inventada, así que salí a fuera corriendo; pero tan sólo vi a una muchacha con tristes ropajes que acariciaban su rostro. Al volver al cuarto una cámara de fotos que revisar encima de la cama, se mostraba como anzuelo de respuesta.

Tras manipularla torpemente, tal vez producto de las pocas horas dormidas, me di cuenta que no había sido un sueño; pues no siempre mi ficción supera la realidad. Ahora frente de mi tenía su imagen.

De nuevo aprendí que cuando a uno le habla el corazón hay que prestarle atención; ya que tal vez puede volver a pasar un año para volverlo a sentir.


De nuevo  aprendí que los humanos al sufrir tan terriblemente el mundo, también se han visto obligados a desaparecer.



viernes, 6 de junio de 2014

En Boquete de nuevo, abuela

Era una tarde cualquiera de un día cualquiera en un sitio cualquiera; pues seguía intentando que el espacio y el tiempo dejaran de poner nombre a lo que viviera  a pesar de que el viaje fuese dejando nombres propios que recordar…

Ese día tenía los huesos tal vez tan molidos como decía ella. La mañana había empezado con esas primeras clases de un arte marcial cuyo nombre era difícil de pronunciar que nos daba ese maestro viajero y había continuado entre caladoras, selladoras caseras y artilugios varios que nos hacían recordar el oficio de quien primero conoció al llamado padre más o menos responsable de este mundo.

Era el momento del cigarro y la cerveza en ese porche de madera con vistas al volcán Barú; era uno de esos momentos en que cada uno de los presentes hacía acto de presencia al momento que seguía pensando porque lo que quiso soñar la noche anterior aún no se ha había hecho realidad, porque día a día había tantos caminos por los que decidirse o porque un día uno había decidido ponerse a viajar…

En ese mismo instante empezó a sonar una canción en la casa colindante, no podía descifrar la letra pero el sonido me daba un no sé qué familiar que me obligaba a ir a por ella y una vez encerrado en mi laptop me di cuenta que hablaba del poder dar significado a otro tipo de artilugio, en este caso uno poco creativo y separatista, algo llamado Patria.

Para mí la patria era una comunidad con la que sentirme identificado por razones afectivas, así que mi patria se llamaba familia y no necesitaba de banderas para recordarla; pues la misma la podía recordar por esos mismos huesos molidos de quien con más de noventa años empezaba a sentir que su cabeza iba más rápido que sus piernas.

Abuela, piensa que aun te quedan muchas sonrisas de hermanita nueva pues no es cierto que las flores se marchitan en casa vieja. La juventud de un ser humano no se mide por los años que tiene, sino por la curiosidad que almacena; gracias por seguir preguntándome que hago lejos de casa, pues eso me hace sentir que aun eres joven.

Hermanita, viajar; son tan cosas bellas…

Sólo te consiento que te sientes vieja si tu mirada es de sentimiento; pero que sepas que no necesito la muerte de nadie para conocer que es el cariño; pues fue ya demasiada gente que deje por el camino sin poderle decirle adiós. Así que si quieres podemos seguir preguntándonos porque las cosas no son siempre como las pensamos.

Así que ahora ya sé porque seguiré viajando y aquí te guardo una silla; para que día a día nos podamos seguir cuestionando las cosas, para que día a día sigas preguntándome que hago lejos de casa… pues así siempre seguiremos siendo jóvenes.


Y recuerda que a partir de ahora cuando te vea a través de cualquier pantalla sólo tendré un “hola” para ti, pues ya hace tiempo que cambié el “adiós” por un “hasta luego”.En Boquete de nuevo, abuela
Era una tarde cualquiera de un día cualquiera en un sitio cualquiera; pues seguía intentando que el espacio y el tiempo dejaran de poner nombre a lo que viviera  a pesar de que el viaje fuese dejando nombres propios que recordar…

Y recuerda que a partir de ahora cuando te vea a través de cualquier pantalla sólo tendré un “hola” para ti, pues ya hace tiempo que cambié el “adiós” por un “hasta luego”.





martes, 3 de junio de 2014

Portobelo y de cómo un tal Drake llego; evidentemente Nick

Andando con pantalones negros de piquillo y con la misma camisa blanca arraigada de belleza triste se abría camino por vetustos muros de piedra que guardaban el recuerdo de un pueblo de pescadores en donde los cañones de hierro yacían esparcidos por el suelo.

Olvidados cañones de hierro que se quedaron atrapados en una transitada vida de antaño y que seguían deambulando al igual que él bajo la imposibilidad de adaptarse a su propio tiempo, bajo la imposibilidad de clavar acordes que le ayudaran a sonreír y a respirar hondo; mientras esperaba que el cosquilleo de las orejas le hicieran olvidar la búsqueda de un refugio en donde sólo servirse de llorar.

Tal vez era una mera deformación de la realidad, pero esos cilindros de hierro  ahora no tenían mucho más que asentarse sobre viejas ruinas de unos fuertes que sólo parecían servir como diques que luchaban contra la maleza tropical; tal vez era una deformación de la realidad, pero esos viejos acordes sólo parecían servir para alejarse de un mundo que lo tenía desocupado de entendimiento.

Según parece el oro de Perú ya no transitaba por esas tierras y la única piedra preciosa se convirtió en una simple bola de hierro que se volvía ruda y pesada mientras iba aplastando la gente; según parece la guitarra sólo transitaba por una mente que se sentía aplastada por la gente, mientras era tomada como único ser de compañía.

Cruda, realista y bien aceptada compañera de ese bosque húmedo que escondía neblina pasajera y que dejaba un horizonte de un mar que día tras día luchaba por conocer el significado de la luna; de un mar que lleno de sentimiento menospreciado sólo se tomaba como moneda de intercambio entre balboas y pesos, entre bandas sonoras de un ficticio mundo feliz que parecía vender más en una época que se equivocó en que día nacer.

Pero entre tanta tierra y objeto tomado y desatado por puro interés, su música sigue sonando llena de matices incomprendidos; así que ante tanta desfachatez yo también me tomaba la libertas de hablar de quien quisiera, olvidando quien era el Cristo Negro, el baile de congos, el tambor o el ron, pues de allí sólo tomaba el apellido de un tal Drake para recuperar ese viejo lobo estepario de la música; evidentemente Nick.

Un pueblo, una gente, un músico que siguen esperando que sea hoy y así poder pensar que mañana será mejor. Tal vez el problema es que sabemos lo que somos, pero no lo que podemos llegar ser; así que es momento de empezar a  querer y a quererse a sí mismo aunque el frio no exista, pues la mente está completamente abierta para no tener que esperar a que sean más de las doce.


No hace falta esperar que el tiempo se nos coma… pues yo también puedo sentir ahora la brisa en lo alto del árbol… y viene el viento del norte…y si no piénsenlo.





Un poco de amor para quien quiera

Cuando no sean noticia las palabras que escribí pensando en ti, podré volver a sentir que puedo escribir de mí.

Cuando sean noticia las palabras que escribí pensando en mí podré volver a sentir que piensas en mí.

Mientras siga el derroche de ilusiones ahogadas por miedo a que se conviertan en nuevas heridas que cicatrizar, seguiremos deambulando a oscuras acariciando el lamento como única forma de reconocer el corazón.

Mientras sigamos pensando que ya no somos niños para poder seguir jugando al juego del amor, el corazón no será más que otro trozo de carne que nos mantiene enteros de vida perdida y vacía de ilusiones.

Espero que algún día los dos volvamos a ser niños para volver a no saber lo que no queremos, pues tal vez así recordaremos que hubo un día en que pensábamos que había mucho que ganar y poco que perder; recordaremos que hubo un día en que no pensábamos que una herida podía volver a sangrar.
Te sigo recordando que sólo se pierde lo que dejamos escapar, pues  lo que existió siempre nos dejará una marca y no uno cicatriz que recordar.

Pero si lo deseas podemos seguir escribiendo soledades tras cualquier antídoto, llamado vaso de alcohol si quieres medio lleno y así recordar tontamente los besos que no nos dimos.

Pero si lo deseas podemos luchar porque la derrota empiece a tener muchos padres y la victoria sea huérfana de un yo, pues sólo de esta manera podremos volver a desenfundar nuestras palabras sin miedo a que decir; sólo de esta manera podremos volver a jugar sin saber que es ganar o perder, sólo de esta manera podremos volver a tener una ilusión que tal vez olvidamos llamada corazón.

Sólo diciendo lo que pensamos el uno del otro nos ayudará a pensar que nuestras palabras permanecerán vivas una vez que nuestra voz se apague; no esperemos a ver la muerte para entender que el lamento no tiene sentido y dejemos de hablar de una vez más alto para empezar a hablar más claro.

La vida es de los que arriesgan, así que ves donde te lleve el corazón a no que te quieras convertir en una masa de deseos no cumplidos. Recuerda que cada año nuevo uno es más viejo y la felicidad inesperada que supone encontrarse con una mujer/hombre que merece la pena querer y ser querida/o por el/ella no amanece y anochece cada día a tu lado.

Nunca será una derrota viajar o dejar de hacerlo; la única derrota sería empecinarse en alcanzar la infelicidad.

Dedicado a quien quiera que viaje o no; pero viajar por la vida lo hacemos todos… yo ahora en Portobello, pero se podría escribir desde cualquier sitio.