Llegando a uno más de muchos
sitios
No sé si importa el sitio donde
esté, al fin y al cabo, las llegadas siempre son iguales; desembarques,
desorientación, intercambio de monedas, sacar la VISA de turno y como no esa
salida aturdida a una gran calle en donde te esperan multitud de transportes
que con la mejor de las sonrisas te invitan a llevarte allí donde quieras.
De nuevo te encuentras en una
capital de un país, en donde es difícil distinguir una personalidad propia del
mismo. Buscas olores y contrastes que te permitan tomar en consideración
aquello que tienes enfrente, pero la estúpida búsqueda de la racionalidad
humana lucha por limitarte a ver las cosas materiales que la rodean. Pues desgraciadamente
la conexión emocional ha sido progresivamente negada por los hombres que van
depositando en la razón y en la tecnología las únicas claves de su poder.
Es así como me doy cuenta que aún
no consigo ser un niño; un niño para poder volver a saber oler, tocar…en
definitiva, para sentir; pues mis ojos estúpidos buscan y rebuscan sobre lo
conocido para notar que son algo en aquel mundo que les rodea.
De nueva la estúpida necesidad de
encontrar hechos que me sean familiares para tal vez sentir que no estoy tan
lejos de nada, se convierten en un modus vivendi que acaba liquidando las
ansias de aventura y que me hacen ver poco más que ciudades globalizadas.
Ciudades globalizadas en cuanto a
forma; veo coches, calles y un conjunto de cosas materiales que no me dejan ver
más allá, de manera que me acaban reiterando lo vivido en los días anteriores.
La sociedad de la información nos
acaba inundando a todos de unas mismas intenciones y tan solo nos quedan
ciertas tradiciones que nos sirven de excusa, para poder sentirnos con cierta
personalidad propia y es allí donde quiere llegar uno cuando viaja.
Pero de momento sigo viendo
coches, calles y un conjunto de cosas materiales… y si se me fijo bien, veo
también gente que anda arriba y abajo hacia un rumbo que tal vez ellos conocen.
Al cruzarme con ellos me intento comunicar,
pero hablan otra lengua…tal vez tengo que aprovecharme de ello, pues en nuestra
capacidad de comunicación no existirán los verbos que hacen alusión a los
estados mentales como pensar, decidir, creer, dudar, equivocarse
Pues tal vez es así como finalmente
podré volver a las primeras etapas de mi existencia, y podré dedicarme a
explorar el mundo con los sentidos, podré dirigirme hacia el exterior; hacia lo
que puedo ver, tocar, oler o saborear, cualidades que se han ido mermando a
medida que han pasado los años. Tal vez esta se convertirá mi ciudad sin sueño…
Fin de trayecto, una cúpula
blanca es coronada por unos ojos que me clavan una plácida mirada allí donde
este. De momento no puedo decir nada más, solo puedo ver un cartel en donde se
lee “Boudha Stupa”, Kathmandu, Nepal.