In the
river
No había
hablado aún de esas idas y venidas al rio en donde un buen chapuzón y unas
cervezas con alguna que otra barbacoa improvisada amenizaban las tardes de
cualquier día. A veces en los llamados day off incluso nos acercábamos a las
afueras del pueblo en donde nos adentrábamos mediante panel de madera a una
reserva indígena a la cual los primeros días no preste mucha atención; pues tal
vez entre el cansancio y las risas mirando aquellos que sacaban pecho
lanzándose de ese improvisado puente de Madison, mi torpe cabeza se relajaba de
nuevos pensamientos.
Pero de
poco a poco me di cuenta que entre cada aquellos trapos hechos toallas se
encontraban personas que no siempre hablaban una lengua familiar para mí,
momento en que me di cuenta que de nuevo me encontraba en tierra colonizada Una
tierra colonizada por unos colonizadores tal vez suavizados por nuestra querida
Mas Media.
Así que a
medida que fui levantado esas piedras de debajo esa fachada de armonía impoluta,
me di cuenta que se repetía la historia de siempre. Las políticas
gubernamentales impuestas sobre los pueblos indígenas sin su consentimiento
arrasaban interponiendo la productividad como razón de ser. Sí de nuevo se
repetía la fobia por la separación entre humanos, la exclusión y la marginación
de unos pueblos que intentaban ser escondidos de la realidad actual.
Se
repetían las agresiones a la cultura y la identidad colectiva del pueblo aborigen,
las cuales intentaban debilitar los fundamentos de una sociedad.
Según
parece allí también se promulgo como socialmente correcto la idea de que cada
uno de los estados debía poner el máximo número de sus banderas en cada uno de
aquellos lugares que según parece, y según ellos, la incultura de los cuales se
lo permitía. Sí, los nativos de cualquier país colonizado, según parece
deberían pedir gracias por ser atacados, humillados, utilizados como mano de
obra barata, etc. Eso sí, ahora se pedían como voto de buena consciencia al
decir que los mismos recibían ayudas sociales a nivel de escolarización
gratuita, viviendas, etc..
Pero en el
fondo se podía sentir el miedo; el miedo producto una vez más de la ignorancia
humana. El miedo que aquellas personas pudieran romper o desmembrar la identidad de un país, la
idea de lo social, de lo nacional,...que durante años y años unos se habían
dedicado a alimentar bajo normas, bajo insignias, bajo banderas con bastión
ondeando en lo más alto de ese castillo de naipes creado al gusto del
consumidor, consumidor, consumidor,...
Los
colonizadores intentaron pisar su cultura olvidando que el contacto que se origina con
otras personas, establece en el futuro una nueva forma de pensar global, y que
ello es natural.
Eso sí,
supongo que ahora para disimular, seguiría quedando “cool” ir a una exposición
de tótems aborígenes en Vancouver.
Bienvenidos
ciudadanos del mundo al mundo de nadie; bienvenidos a la Hipocresía de todos..