Aire fresco de Fortuna
Pues a veces las cosas cambian…así que las anunciadas
arenas el mar del Pacífico se vieron convertidas en vastas arenas que coronaban
ese volcán llamado Arenal, que con más de 1.600 metros se mostraba en lo alto de ese pueblo que tal
vez me dio Fortuna.
Así que una vez más sin que la edad no me hiciera
callar lo que tuviera que decir, pues hacía tiempo que había perdido la
consciencia “sanadora” de pensar lo que se dice; la verdad es que me empezaba a
sentir cómodo con lo que podía volver a vivir. No os voy a engañar, esta semana
no había sido fácil para cualquier que tenga sentimientos, pues los mismos a
veces no se pueden apaciguar por mi libertad inventada sin juicios de moral.
Pues aunque pueda prometer un billete a un mundo sencillo, nunca se si el viaje
será para no olvidar.
Tampoco os voy a engañar, aquí de nuevo los precios
eran desorbitados para quien no anda con acento de aquellos que viven tras el
centro que ahora habitaba, así que me limitaba de algunas aventuras bajo chaqueta
de scout; pero al menos un río de agua clara me levantaba de buena mañana entre
verdes con nombres botánicos que nunca necesité recordar.
Allí de nuevo me podía empezar a codear con la gente
del país y entre comentarios futbolísticos de los que no podía disimular mi
ignorancia deportiva y parientes lejanos que vivían en la tierra que me vio
nacer amenizábamos tranquilas mañanas que acababan en el bar del pueblo con un
arroz con frijoles y algo de carne.
Las tardes se volvían en búsqueda de la soledad hacia
esas cataratas de la Fortuna que nunca llegué a visualizar gracias a los
dólares que tapaban mis ojos; pero al menos los mismos podían alcanzar sin
precio alguno esas nubes que jugaban a esconder una y otra vez ese cráter
inactivo que danzaba al son de cualquier sonido que retumbara en mis oídos.
Por el camino de vuelta al hogar las buenas tardes y
las sonrisas calurosas de aquellos con los que había compartido baños
madrugadores me hacían sentir como uno más en ese espacio ya menos lejano.
Las noches se vestirían tranquilas con plato de fideos
precocinados con las aventuras de aquel “tico” que guardaba la posada y que con
hegemonía de Pastor a sus cincuenta y pico se proponía llevar la iglesia a la
calle con coche rotulado por cada uno de aquellos pueblecitos que nos rodeaban;
atrás había dejado el alcohol y otras leyes que se había obligado inútilmente a
cumplir.
Pues tal vez podría parecer una nueva vuelta a la
simpleza de la vida, pues tal vez ahora es lo que yo necesitaba seguir
buscando. Ese nuevo “Dios” se cargaba las leyes inútiles de intentar alcanzar,
pues si uno quiere “Every is like Sunday”; siempre y cuando “Sunday” signifique
Lunes, Martes, Miércoles, Jueves, Viernes, Sábado o Domingo…pues tal vez no
entiendo de idiomas, pues tal vez siento sin días…
Pues aunque pueda prometer un billete a un mundo
sencillo, nunca se si el viaje será para no olvidar….