lunes, 22 de septiembre de 2014

De sorpresa, de visita, de vacaciones, de paso, unos días en……… Barcelona.

Recuerdo que justo hace un año estaba en Valparaíso escribiendo cuatro frases para el cumpleaños de mi hermano. Era de los primeros cumpleaños que pasábamos alejados uno del otro y era difícil ponerle palabras a todo eso.

Recuerdo que justo hace poco más de siete meses estaba de nuevo en el aeropuerto de Barcelona despidiéndome de mi hermano. Ambos éramos conscientes que no sería ni la primera ni la última vez que pasaríamos por esa rara situación. Recuerdo que me dijiste que siguiera viajando, que si era feliz así era lo que tenía que seguir haciendo; pero que tal vez el sería también más feliz si pasaba más a menudo por casa.

Hoy ya no hace falta recordar nada, llego de incognito a Barcelona con la total sensación de estar abandonando por unos días esa rutina caótica que durante estos dos años me permite vivir con naturalidad, con simpleza y con mucha felicidad por allí donde me apetece.

Hoy tenía ganas de darte un abrazo y decirte “Felicitats germà” y por eso estoy aquí.

Me quedo de vacaciones en mi tierra hasta el 24 de Octubre; así que dejaremos las aventuras escritas por unos días para disfrutar con mucha felicidad de toda la gente que a pesar de la distancia y de que pase el tiempo, aun quiero.


Buenos días, buenas noches,… a todos!

sábado, 20 de septiembre de 2014

Que esta pasando…

Llevaba pocos días paseándome por los Estados Unidos y la posibilidad de encontrarme con una sonrisa sincera pasaba por quedarme a la espera de la emisión de cualquier comedia por allí donde no siempre decían las verdades.

La atmosfera transmitía una sensación cargada de miedo, de inseguridad y de desconfianza, tal vez augurada conscientemente por aquellos llamados agentes de control social, los cuáles acababan mermando la posible comunicación entre la gente.

Todo ello se traducía con un sinfín de miradas perdidas hacía un fijo horizonte y un aterrador número de personas que gesticulaban y hablaban consigo mismas. Pues tal vez llegó el día en que estos se dieron cuenta de que el horizonte al que fijaban la vista, si bien cambiaba de decorado a su paso, nunca llegaba a responderles.

Al principio pensé que podría ser debido a esos días de fina lluvia, pues también existe la excusa del tiempo fuera de un ascensor, pero creo que allí pasaba algo más. Me gustaría no pensar que la táctica del control mediante el miedo se estaba volviendo como un estandarte en esas tierras de recompensa y castigo; pues el miedo acaba destruyendo sociedades y matando personas, al momento que lo injustificable se vuelve justificable como táctica de política más eficaz.

Tenía como la sensación de que la gente estaba como abducida y unas ganas aterradoras de romper cuatro cristales y preguntarles qué coño les pasaba me rondaba a menudo por la cabeza; pero tal vez luego sería reducido por un nuevo agente social al cual tendría que despistar marcándome un “monologo”.

Era día 18 de Septiembre y me acerque a Renton, pues hoy hacia 44 años de la muerte de uno de aquellos que hacia arte bajo seis cuerdas; la táctica del Hitchhiking no acababa de funcionar con esas ventanillas selladas al miedo, así que con la combinación de dos buses conseguí plantarme a las puertas del cementerio.

Ahora veo un cuervo negro plantado en lo alto de un arbusto; no sé si los que están allí lo ven como un mal augurio, como un protector o simplemente como algo que vuela; pero al menos sin importar su estado de ánimo siguen su singular ritual frente la tumba. Tararean músicas con las que crecieron y se marcan movimientos compulsivos al tocar cada una de aquellas piedras que coronan el memorial. Tal vez ahora es cuando les veo más personas que nunca; tal vez el arte es la única válvula de escape que les queda para poder dejar de enmascarar la realidad

Modificando a Leonardo, diría que en esas tierras la realidad perece en la vida, pero por suerte aun es inmortal en el arte.

Está claro que Jimi Hendrix fue un vanguardista en muchos aspectos, incluso se adelantó a predecir lo que en aquellas tierras se sentía y fue tal vez cuando dijo;

“Cuando el poder del amor sobrepase el amor al poder, el mundo conocerá la paz”

Enciendo la tele y alguien ha bombardeado Irak de nuevo; las cosas no cambian y Jimi sigue muerto.


Espero que la gente siga cantando, pero para mí creo que se acerca un Good Bye U.S.A.



miércoles, 17 de septiembre de 2014

Cerrando y abriendo nuevos círculos que nos llevan al infinito

Mi sentido de protección no me dejaba desprenderme de ella. Pero si una cosa había aprendido durante este tiempo es que lo que recibimos de la naturaleza es de todos y ella más savia que nosotros, nos hace devolver con señales las cosas allí donde se sienten arropadas o tal vez conectadas con un “algo” que aún no se descifrar.

Así que empezaba a tomar consciencia la idea de que esa piedra se sentiría cerca de los suyos con la compañía de esa especial persona que no por casualidad se había cruzado por el camino y que con gran amor era capaz de acariciar cualquier mundo sin la necesidad del tacto físico para sentirlo cerca.

Tal vez también era la oportunidad para mí para cerrar un ciclo con ella y tal vez su aislamiento físico tomaría forma de llave imaginaria, para poder así dejar de andar con paso circular y abrirme sin miedo a nuevos mundos desconocidos.

Curiosamente en los últimos meses me la había ido separando de mi pecho, había sido como un lento proceso de desapego ni mucho menos pensado; un proceso que inconscientemente había allanado el camino hacia lo que ahora parecía inevitable.

Me intentaba imaginar mi camino sin ella y aunque podría hacer saltar alguna lágrima, era consciente que siempre habría una conexión existente entre ambos y que ya llegaría el momento en que nuevos objetos tomaran el papel del apego. Así que tendría que dejar fluir lo que mi cuerpo me pedía; un cuerpo que intentaba no singularizar hacia un corazón o una mente, como razón de confirmación de cualquier hecho.

Curiosamente, una mañana tras pasar por aquella mesa ocupada por ese pequeño vivero de plantas, observe unas pequeñas patas de conejo que se secaban al sol y presentí que allí había algo de mí; esa misma noche recibía de sus manos esa pata y sin poder articular palabra alguna de agradecimiento me quedaba asombrado al ver como lo pensado una vez más se sucedía.

A la mañana siguiente acabé depositando esa piedra oscura en su mano, al momento que una sensación de felicidad se apoderaba de mí al sentir que todo volvía a su sitio. Una vez más se repetía la idea de que todas las cosas pasaban por algo; pues no era una casualidad que ahora respirara ese aire de Salt Spring.

No son una casualidad los caminos que vamos trazando, pues aunque a menudo por insistencia de nuestro yo, pensemos que forman parte de nuestros planes, los mismo se suceden al libre albedrío de un algo que aún no puedo descifrar.

Una vez más tras gota de plata puedo confirmar que es cuando no pienso que lo veo todo claro.

Ahora ya me podía ir tranquilo de esa isla, era como si hubiera completado una misión que había durado más de un año y medio, así que me seguiría moviendo por llámale “impulsos”, por desconocer como nombrarlos; aunque algunos le llamasen “flow”.

Un pequeño trozo del Perú se quedaba con alma entre esos árboles de Canadá; un pequeño trozo de mí  pasado se quedaba con cariño en esa especial casa.

Tras ritual de tabaco, me llega de nuevo una nueva piedra a la que apegarme; tal vez mi nueva misión es encontrarle un nuevo sitio en este mundo.

Suena “The dreamer” de the Tallest man on the earth, pocos minutos antes de irme.

Agradecido por enseñarme que a partir de ahora antes de ir a dormir, es bonito pensar a quien agradecer lo vivido.

Agradecido a Salts Spring, agradecido a la casa, agradecido a ti.


Hasta mañana





miércoles, 10 de septiembre de 2014

Diferentes movimientos para una misma vida

Adagio en G menor - Albinoni

El miedo a quedarme desnudo frente a la gente me hacían llevar el sonido de la vibración de las cuerdas allí donde se acababan paralizando con la barrera de mi propio lóbulo. Repetía esta acción a lo largo de cada uno de aquellos días musicales en esa isla llamada Salt Spring, en donde sin saber porque la relajación de los músculos llegaba más allá del simple reposo de un cuerpo horizontal.

Cada uno de aquellos sonidos que aparecían de ese pulgar tembloroso tal vez me los acababa haciendo demasiado míos y sin estar orgulloso de ello, asumía que era lo único que había aprendido a hacer tras sepultarme con numerosas capas que según mi estúpido parecer, en épocas de lágrimas ver llorar, eran el único bálsamo para dibujar una sonrisa ficticia. Sí, esa sonrisa suficientemente convincente para aquellos que al igual que yo sólo se permitían llorar con los ojos cerrados.

Andante en G Mayor - Vivaldi

Bajaban cada día a vernos, muchos de ellos llevaban un árbol por cabeza que según parece iban renovando cada año; tal vez era la forma de escenificar, los diferentes disfraces que iban tomando como sujetos evocados a sobrevivir en esa vida de farsa y teatro creada por aquellos que ahora acompañados de ruedas les volteaban por su camino.

Así que me era difícil entender si reían o lloraban, al momento que pensaba que tal vez era estúpido pensar que ellos sólo tuvieran estas dos herramientas para evadir las memorias eclipsadas del miedo. Así que al fin y al cabo acababa mirándolos con la misma cara de aparente neutralidad emocional al momento que ellos giraban su cuello como para direccionarse hacia un nuevo destino

Curiosamente en cada uno de aquellos momentos, sin tener que gesticular mi rostro, uno entendía que no era necesario expresar hacia afuera lo que sentía; pues a veces la percepción, aunque innegablemente a veces desdibujada por nuestro yo, podía ser más útil que la utilización de cada una de las máscaras que llevábamos con nosotros mismos.

Allegro Pequeña Serenata nocturna - Mozart

Levanto el brazo una y otra vez golpeando esa maza afilada contra ese tronco de finas circunferencias que se encuentra apoyado  en esa vieja madre hecha madera. A veces saltan finas tiras suaves y jóvenes de rojo canela con formas familiares que me recuerdan a los que volteaban por mí o su camino.

Agarro un trozo entre mis manos y al levantar la cabeza veo como cada uno de aquellos árboles se desnudan frente de mi sin que yo sienta el vacile de movimiento alguno. Cada uno de aquellos trozos una vez despojado de cualquier corteza opresora se muestra delicado, frágil, suave, lleno, fuerte, próximo,…todo. Tal vez se vieron abandonados de ese fruto de fragancia de miel, pues las abejas aun voltean por las tierras que piso; pero ya no necesitan de nada, pues ya son todo, pues tal vez sus ojos críticos se quedaron sepultados bajo esa tierra. Una tierra que ahora ya no necesita ni de rostro para que quien lo rodee la sienta.

Silencio

Siempre estamos allí aunque la gente a veces no lo vea; uno poco a poco puede ir sintiendo el acompañamiento sin movimiento alguno. Pues la materia muerta esta tal vez más viva que la gesticulación humana bajo el prisma de un “yo” que quiere ser sentido para sentirse vivo; olvidando que la vida puede ser el silencio sin movimiento.

Hoy agradecido a la vida, a la música, a los ciervos, a los madroños y a los humanos que sienten sin ser vistos.

Buenas noches


P.D. al intentar acabar me viene esta canción a la cabeza; allí veo un montón de gente participando de una canción sin ni si quiera pestañear; por suerte cada uno de ellos se van quedando desnudos sin darse cuenta y tal vez más llenos que cuando se levanten del suelo y les toque a ellos actuar.





domingo, 7 de septiembre de 2014

De vuelta al mar

Podría hablar del viaje en esa furgoneta compartida hacia la costa canadiense, de ese sótano de invitados allí en una calle de Vancouver en donde por fin pude dejar las telas azules como método de intimidad o como no de esa preciada cama en esa yurta mongola de Salt Spring que me esperaba después de más de dos meses para recordarme que dormir más que un derecho se podía convertir en un placer.

Pero creo que todas mis palabras, incluso aquellas que tal vez por suerte no se acordaron de ponerles nombre, serían para aquel que seguía erosionando nuestros estereotipados pensamientos, para convertirlos ahora en suavizados murmureos sin derecho a ser juzgados.

Sí, allí me podría mantener en silencio sin tener que dar explicaciones a nadie, sin tener que colgarme ningún cartel anunciando mi estado de ánimo. Era consciente que me acabaría acariciando a mí mismo repetidamente en cada uno de aquellos intentados abrazos para sentirme que tenía a ese viejo amigo a mi lado; pero sólo el fracaso sería no intentarlo una y otra vez.

Yo le contaría lo que había hecho en estos últimos meses de ausencia y le explicaría sobre sus vecinos que había conocido en esa isla. Algunos de ellos se encontrarían allí mismo; pero ahora no me preguntaría, ni me importaría a mí mismo si pudieran estar pensando lo que pasaba por mi cabeza; pues tal vez ellos hacían el mismo ejercicio al momento que disimulaban mirando cualquier horizonte imaginado o no tras cualquier cuartilla infantil que un día se imaginaron haber dibujado.

Seguro que me reencontraría al cabo de pocas horas con cada uno de ellos ya convertidos en humanos y compartiría ruedas inacabables de música con las que yo pasaría con pies de duende sin hacer demasiado ruido; tal vez por miedo a que me vieran demasiado desnudo, tal vez porque no siempre tendría el mar de frente para alejarme cuando quisiera. Tal vez porque todos necesitamos un poco de mar al día para recordar por unos minutos quien somos.

Ahora escribo esto en medio de altos árboles, pero al menos sé que si acerco la oreja un poco más allá, me encontraré a quien siempre tendrá la última palabra gracias a su constante murmureo.


Sino siempre me quedara la opción de pensar que el humano es naturaleza, tal vez también dibujada en cualquier cuartilla infantil olvidada y así me relajaré y decidiré cuando hablo o no; al igual que con aquel que me deja acariciarme mientras lo abrazo.



lunes, 1 de septiembre de 2014

Aparecen de nuevo los egos

Demasiados reniegos encima de esa escalera en los últimos días; siempre por esas putas manzanas que se acababan resbalando de mis manos y que alargaban una vez más el poder conseguir llenar ese cubículo de madera que sólo tenía sentido por los nuevos kilómetros de cancha libre que me daría en la nueva tierra a donde partir, Méjico.

Sí de nuevo me convertía en una pieza más de ese engranaje productivo del cual había despotricado tantas veces en los últimos meses; al momento que mi “yo” se avivaba de nuevo por la necesidad de poseer nuevos logros, pues la ambición aparecía como ese viejo fantasma que se ocupó de anular mi infancia para poder entrar a formar parte de la sociedad.

Como humano enfermizo me castigaba la idea de no poder conseguir acabar el día con los mismos dólares que aquel con el que ahora me hacían competir codo a codo y por el cual ahora ya no existía la idea de que la pérdida se pudiera convertir en felicidad a partir del momento en que llenaba tanto dar como  recibir. Sí esa necesidad de poder sobre los demás la cual no acababa siendo nada más que nuestra debilidad disfrazada de fuerza.

Incluso la llegada al store se traducía con la compra de ese refresco burbujeante de color oscuro de no sé qué oso polar vi un día pasar, por allí donde se decían las verdades tras colador de ideas para poder postular a ciudadano de primera.

Así que un nuevo impulso de mandarlo todo allí donde una sentadilla daba placer me atacaba cada escasos minutos, pero mi palabra dada a aquellos que habían confiado en mí para resistir hasta el final de la temporada acababan congelando cada uno de aquellas iras que se traducían en patadas de genio a cada una de aquellas manzanas que ser reían expectantes en el suelo de la estupidez humana.

La dualidad aparecía de nuevo; el blanco y negro, el bien y el mal, el sí o no parecían la única vía para poder direccionar mis intenciones, pues es sólo eso lo que estúpidamente había aprendido tras años de observación; pues las tres puntas de un triángulo siempre habían estado tachadas de incongruentes. La posibilidad de encontrar un punto medio se perdía al mismo ritmo que el equilibrio de ese funambulista de paseo por una barra de acero frío.

La fealdad a mi palabra daba vida a ese yo que tal vez había olvidado, no por saber quién fuese o dejara de ser; pues tal vez ahora sabia más que nunca quien era, sino por la necesidad de objetivos para pensar de nuevo que era algo dentro de ese ahora ya “soñado” triángulo.

Así que de nuevo intentaba poner mi mente en blanco al momento que pensaba lo que un día decía el amigo Lennon.


“La vida es aquello que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes”



martes, 26 de agosto de 2014

In the river

No había hablado aún de esas idas y venidas al rio en donde un buen chapuzón y unas cervezas con alguna que otra barbacoa improvisada amenizaban las tardes de cualquier día. A veces en los llamados day off incluso nos acercábamos a las afueras del pueblo en donde nos adentrábamos mediante panel de madera a una reserva indígena a la cual los primeros días no preste mucha atención; pues tal vez entre el cansancio y las risas mirando aquellos que sacaban pecho lanzándose de ese improvisado puente de Madison, mi torpe cabeza se relajaba de nuevos pensamientos.

Pero de poco a poco me di cuenta que entre cada aquellos trapos hechos toallas se encontraban personas que no siempre hablaban una lengua familiar para mí, momento en que me di cuenta que de nuevo me encontraba en tierra colonizada Una tierra colonizada por unos colonizadores tal vez suavizados por nuestra querida Mas Media.

Así que a medida que fui levantado esas piedras de debajo esa fachada de armonía impoluta, me di cuenta que se repetía la historia de siempre. Las políticas gubernamentales impuestas sobre los pueblos indígenas sin su consentimiento arrasaban interponiendo la productividad como razón de ser. Sí de nuevo se repetía la fobia por la separación entre humanos, la exclusión y la marginación de unos pueblos que intentaban ser escondidos de la realidad actual.

Se repetían las agresiones a la cultura y la identidad colectiva del pueblo aborigen, las cuales intentaban debilitar los fundamentos de una sociedad.

Según parece allí también se promulgo como socialmente correcto la idea de que cada uno de los estados debía poner el máximo número de sus banderas en cada uno de aquellos lugares que según parece, y según ellos, la incultura de los cuales se lo permitía. Sí, los nativos de cualquier país colonizado, según parece deberían pedir gracias por ser atacados, humillados, utilizados como mano de obra barata, etc. Eso sí, ahora se pedían como voto de buena consciencia al decir que los mismos recibían ayudas sociales a nivel de escolarización gratuita, viviendas, etc..

Pero en el fondo se podía sentir el miedo; el miedo producto una vez más de la ignorancia humana. El miedo que aquellas personas pudieran  romper o desmembrar la identidad de un país, la idea de lo social, de lo nacional,...que durante años y años unos se habían dedicado a alimentar bajo normas, bajo insignias, bajo banderas con bastión ondeando en lo más alto de ese castillo de naipes creado al gusto del consumidor, consumidor, consumidor,...

Los colonizadores intentaron pisar su cultura  olvidando que el contacto que se origina con otras personas, establece en el futuro una nueva forma de pensar global, y que ello es natural.

Eso sí, supongo que ahora para disimular, seguiría quedando “cool” ir a una exposición de tótems aborígenes en Vancouver.


Bienvenidos ciudadanos del mundo al mundo de nadie; bienvenidos a la Hipocresía de todos..



lunes, 18 de agosto de 2014

El día que los árboles se convirtieron en paredes libres

Me daba cuenta que cada una de las dudas que pudieran aparecer en relación a cuál podría ser mi próximo destino o tal vez las que se planteaban al pensar si perseguía un objetivo con el viaje que estaba haciendo, eran las que finalmente acababan mermando el paso de cualquier día; el paso de cualquier día que sería más o menos interesante dependiendo evidentemente de mí mismo.

Oía bonitas historias de cada uno de los que me rodeaban, los cuáles marcaban mediante etapas la llegada a ser un algo que tenía nombre y tal vez era aquello lo que les mantenía firmes a sus convicciones; pues su ida no necesitaría nunca billete de vuelta por ser decisión ya previamente catalogada.

Así que tal vez empezaba a entender que el problema venía al no poder dar nombre a aquello que estaba viviendo. Todo era tan simple como verme impotente al tener que poner una simple palabra en aquel espacio en blanco titulado “Ocupación”. El problema es que cuando lo que haces no tiene etiqueta con la que te puedas llegar a reconocer a ti mismo y a los que te rodean, uno puede tener la sensación de que se pierde; pero por suerte creo que empiezo a liberarme de que no hay problema alguno, sino que es una simple falta de identificación con aquello que hace unos años era ajeno.

Ahora me levanto por la mañana  y veo el pasillo que me lleva a la cocina; tal vez hace unos años hubiera visto simplemente dos líneas de pequeños arbolitos separados por unas hierbas. Con lo cual uno se da cuenta que el conflicto tan sólo aparece por la falta de identificación de uno mismo con los nuevos escenarios que se va encontrando; olvidando así que vivir feliz no es nada más que aceptar todo lo que sucede. Y ese es el momento en que uno empieza a no encontrar sentido a que tengamos la obligación de hacer lo “normal”, pues sólo por el hecho de suceder ya existe y sólo por eso para mí ya lo hace normal.

Sigo teniendo problemas cuando  tengo que escribir algo en ese espacio en blanco, pero como veo que es lo que sucede ahora, me hace feliz, pues eso es normal y eso me tranquiliza. Buf, muchas capas sociales me faltan aún para quitarme para vivir con naturalidad, que en el fondo es lo más fácil, aunque desgraciadamente lo hayamos olvidado; pues ya hace tiempo que nos hicieron perder la inocencia.

Con todo ello me quedo con una frase que leía el otro día de Eckhart Tolle; “    la mente, para asegurarse el control, busca continuamente cubrir el momento presente con el pasado y el futuro”. Yo, sinceramente aun no consigo vivir el presente sin recordar el pasado o pensar en el futuro, pero al menos voy aprendiendo que tal vez no es m i culpa que lo que haga no tenga nombre.

Si, tal vez no interesaría darle valor en una sociedad de consumo y por esto la misma se negó la posibilidad de identificación a cualquiera que lo quisiera vivir; porque el mismo, tras el miedo de verse perdido, volviese al mundo de las etiquetas, las cuáles siempre serían más fáciles para poder fijar de nuevo un precio mercado.


Para cualquier duda sigue siendo un blog de viajes, sigo escribiendo desde Cawston; pues uno puede viajar con los pies en el suelo, sólo depende de él mismo. Y si sucede, sigue siendo algo normal y ya sólo por eso puede seguir siendo feliz, si quiere.



miércoles, 13 de agosto de 2014

Marcando fechas límite

Iba a izquierda y derecha palpando cada una de aquellas frutas que colgaban de ese árbol; era la búsqueda de esa esfera perfecta que con toque maduro anunciase con color rojo anaranjado ser arrancada. Así que al igual que en mi caso, demasiadas vueltas tenía que hacer para encontrar algo que me satisficiera, en aquellas tierras donde me estaba empezando a limitar a tan sólo recobrar mi energía monetaria.

Como de costumbre la estabilidad me estaba empezando a agobiar, con lo que no me quedaba otra que fijarme una pronta fecha límite para dejar de deambular entre árboles recogiendo dólares.

Iba sintiendo que la terapia de la escritura iba quedando mermada a medida que iban pasando los días, con lo cual para mí ya no tenía ningún sentido quedarse encima de cualquier escalera esperando que llegasen nuevas historias; pues me sentía como aquella pintura de Munch que gracias a que nunca llego a tener sonido seguía produciendo angustia retenida, pues me sentía como aquella pintura de Munch que gracias a que nunca llego a tener sonido seguía produciendo angustia retenida, pues me sentía como aquella pintura de Munch que gracias a que nunca llego a tener sonido seguía produciendo angustia retenida, pues me sentía como aquella pintura de Munch que gracias a que nunca llego a tener sonido seguía produciendo angustia retenida … ahora con las palabras que me quedaban me costaba mucho reproducir lo mismo, pues tan sólo existía la reiteración de frases para simularlo; así que de nuevo necesitaría algo más que una ventana que romper para poderme desaojar.

Quién lo diría que hace unos años pudiera aguantar once meses de claudicación para conseguir un mes de preciada libertad condicional; ahora ya no podía aguantar más de dos meses bajo un mismo cobijo, por mucho algodón simulado que se situara tras cualquier anuncio de esa “way of life”. Esa misma “way of life” que nos tocaba vivir para ser ciudadano de primera en una sociedad de valores olvidados.

Así que manejando como podía mis dudas, me quedaba pensando si todo era producto de esa nube gris que se había asentado en ese valle tras las cenizas del último incendio en Peachland; pues ni las mismas ahora me dejaban ver esa esfera que sin color anaranjado permanecía allí arriba, la cual no sería arrancada ni por ese conejo que a partir de ahora siempre vería machacando arroz con un martillo para preparar mochi.

Así que empezaba otra vez esa duda viajera de la cual nunca uno no se puede desprender; ¿dónde podría ir ahora, teniendo en cuenta que uno mejor que no vuelva allí donde ha sido feliz?, sí, tal vez por miedo a que la experiencia recordada haga olvidar vivir el presente.


Pero sin más dilaciones por la búsqueda de esferas,  os diré que sigo viendo el grito de Munch sin sonido mientras suena Dark Globe de Syd Barret; que suerte aquellos que pueden transmitir con imágenes o que nos dejan su voz sin ser vistos. Espero de nuevo ir al encuentro de mis palabras sin parecer que escapo de nada; así que mientras veo como se escapan esas sí, las nubes grises, miro de nuevo la “esfera” en la que habito para fijar mi nuevo destino.




miércoles, 6 de agosto de 2014

De nuevo bajo manzanos, aquí me quedo

Puse de nuevo el “on” con algún “track” que ahora no importa mencionar y de nuevo era momento de “pensar” bajo los manzanos; eso sí, sin la intención de ofrecer ninguna metáfora tal vez utilizada cierto día por aquellos que escribían libros sobre nuestra creación o aquellos que inventaban tras un paseo, pues yo me seguía limitando a seguir pintando postales con palabras.

Curiosamente era en aquel momento en que no tenía lápiz en mano, cuando me aparecían más ideas absurdas o no en las que pensar, así que no me que quedaba otra que intentar pensarlas con una misma canción de fondo, la cual reproduciría una vez llegado a casa para poder recodarlo todo, ahora acompañado de teclas con las que recrearme.

Supongo que era un nuevo hábito tomado, al igual que hacer un cigarro con el primer café de la mañana o tomarme una cerveza a la llegada del trabajo: en todos los casos se acabarían activando eso que llaman neurotransmisores los cuales seguían dando sentido a más de una salivación preciada.

Si esos mismos neurotransmisores que se activaban cuando veía aquella chica que me gustaría que fuese la madre de mis hijos aunque me siguiera viendo sin derecho a procrear por no tener que culpar a nadie de mis defectos, aquella con la que me gustaría pasar una noche de pasión, aquella con la que me gustaría pasar una bonita noche sin llegarnos a tocar por respeto al miedo a perder, aquella con la que…

Perfiles de chicas que se iban tal vez repitiendo por resplandecer cada una de aquellas situaciones que algún día descubrimos juntos tras una invitación mutua a conocer ese mundo desconocido llamado amor, pasión, sexo,...; con lo cual se negaba la idea de que no existieran islas donde naufragar.

Cada uno de nosotros sabíamos aquello que nos hacía activar cada una de nuestras hormonas y bien seguro que cada uno de aquellos viajes se limitaba a ser un retrato de quien un día nos hizo descubrir dicha situación; pues la satisfacción de poder repetir lo que nunca se consumó como una herida, sino como un despertar, daba  de nuevo respuesta a esas mariposas en el estómago, a esa elevación de la temperatura corporal, a esos labios resecos, a esa voz temblorosa, a ese tartamudeo,…a esa sensación de estar fuera de la realidad

Pues tal vez es que todos habíamos nacido bisexuales gracias a Dios, sólo hacía falta saber quién fue el primero que nos hizo descubrir tras invitación mutua a conocer ese mundo desconocido llamado amor, pasión, sexo,.. a partir de ese momento serían los hombres o las mujeres quien activarían nuestras hormonas; en cuanto al tema de Dios lo dejaba para nuevas manzanas de libros para colorear.

Curiosamente la canción que escuchaba ahora me hacía recordar lo que había pensado esta mañana, curiosamente la banda musical de nuestra vida nos hacía recordar cada uno de nuestras historias; curiosamente la música no tenía sexo pero nos transportaba felizmente a cada una de aquellos descubrimientos.

Curiosamente mientras sigo viajando me permito hacerme preguntas como un niño pequeño; tal vez es por esto porque no quiero dejar de viajar, porque uno se vuelve a sentir joven y olvida su edad biológica, olvida finalmente eso que llaman “tiempo”.


Pongo el “off” se acabó la canción para hoy. Duration: 3:52



domingo, 3 de agosto de 2014

De vuelta a casa… de Canadá

Estaba en el suelo y a pesar de que mis manos seguían astilladas por esos breves pero profundos cortes de cada una de esas finas hierbas que no ofrecían ningún gusto al tirón repetitivo de lumbares, pude sentir su característico tacto de bello agradable.

A pesar de mi ansiada sed me decidí a no besarla para no tener que soñar, pues el tiempo de evasión tras sonidos de nuevas letras que tatarear pedía descanso hasta la llegada de ese nuevo día que tarde o temprano aparecería para poder romper así nuevos minuteros de posible tedio; sí ese hastiado reloj que os comentaba hace unos días y que no llegaba a conseguir romper aún.

Sí, seguro que llegaría un nuevo día con quien pensar, con quien compartir, con quien pasear a mi libre albedrio; y seguro que sería tras cualquier viaje encima o debajo de una escalera que sin tendencias maniaco compulsivas se convertiría en animal de compañía que por suerte sería imposible de modificar; pues seguía pensando que esa era la única forma de vivir feliz con la persona amada, no pretende modificarla.

Pero sin más preámbulos os diré que finalmente apoye mis labios en su cuerpo y los presione hasta sentir el flujo de su interior alrededor de mi boca y como si de un nuevo aliento de aire fresco se tratara sentí como mi cuerpo dejaba por unos momentos de jadear al momento que intentaba olvidar el no último rayo de sol que cruzaría una y otras vez ese valle. Sí, ese valle de Okanagan que tal vez se había olvidado que los árboles nos podían ofrecer algo más que frutos, algo más que azúcar convertido en dólares; pero supongo que ese ere billete que había que pagar para que ahora esta frase tuviera sentido y para que yo mismo ahora escribiera estas líneas desde donde las escribía.

Pues de la misma manera que ahora mi lengua se sentiría áspera tras llegar allí donde uno no podía saciar su sed, la realidad se hacía dura cuando se perdían los momentos donde soñar; pero me decidía a seguir viviendo sin cerrar los ojos para inventar historias, pues cada una de las cosas que me tocaban vivir serviría como señal para encontrar ese nuevo camino que se iría trazando.

Pero no os engañéis o tal vez no me intentaría engañar a mí mismo, mi intención era ir de camino a cualquier lugar sin la búsqueda de nada. Sólo de esta manera todo se haría más gratificante, cuando no hubiera espera de nada; sería allí donde cualquier melocotón te podría de nuevo mirar a los labios.

Así que me limitaría a no esperar nada de nadie ni de nada; pues la espera era tiempo y el tiempo era tedio cuando existía.

Ahora no sé si han pasado más o menos minutos o tal vez ese día no me encontré ningún melocotón en el suelo o tal vez apareció encima o debajo de cualquier escalera. Ahora ya no quiero pensar en ello; pero sí que me toca seguir pensando que una cosa siempre lleva a otra y todo tiene lo bueno y lo malo en esta guerra personal de la cual sólo los muertos conocen el final.


Y como no tengo ganas de dejar de escribir seguiré respetando lo que venga para poder seguir sintiendo como se mezclan el sabor dulce y amargo mientras viva.



domingo, 27 de julio de 2014

Pues este salió así

Palabras mojan mis ideas, es de madrugada cuando ahora escribo

Me despierto sin tener sentidos, para recuperarla inocencia de cuando era niño

Pues con ojos aun cerrados puedo aceptar quien soy sin conocer la duda,

Pero a medida que van pasando los minutos, mis palabras se ven pensadas por un ya ocupado segundo.

Ya se van transformando en frases largas que buscan respuestas a nuevos dilemas planteados y como aburren al presente acaban por dar un golpe a esa nueva pantalla que ilumina la tienda de dos de la mañana.

Tal vez estar tanto tiempo en el mismo sitio dificulta la idea sana y por eso la misma se ve emborrachada por míseros pensamientos que necesitan cuestionarse algo sin alternativa a poder descansar.

Vuelvo a intentar dormir mientras espero que aparezca algo nuevo; eso sí, sin tener que estrujar un cerebro tal vez desbordado por la repetición…

Pulgar con índice se intentan dar un chasquido sin llegarse a tocar; una y otra vez lo siguen intentando al momento que los oídos se mantienen a la espera de ese sonido característico que une cada una de nuestras filas, una nueva manzana cayo en el verde suelo sin esperar el paso de ninguna mente pensante. Es a partir de ese momento que me puedo dar cuenta que ha habido un cambio; pues seguimos enfatizando la idea de cuantificar aquello que podría ser eterno y por culpa de ello nos damos cuenta cuando las cosas dejan de estar junto a nosotros.

Tal vez sería todo más fácil si el materialismo dejara de tener tanto poder entre nosotros y tomáramos más en cuenta cada una de aquellas palabras que pasan por nuestra cabeza y que nunca llegamos a pronunciar, pues tal vez de esta manera no dependeríamos tanto de la percepción para poder pensar que somos algo; para poder pensar lo que queremos ser o bien lo que realmente somos. Pues ya hace años que olvidamos que como niños podíamos aceptar como éramos sin conocer la duda.

Las cosas van y vienen porque según parece nos han enseñado a vivir en una máquina con más cuerpo que mente; aunque podamos pasar meses olvidando cada uno aquellos dedos de los pies que según parece nos mantienen erguidos, sólo cuando dejamos de ver aquello que nos gustaría ver acabamos resignándonos en el gusto por la llamada nostalgia.

El mundo es un reflejo del aparato sensorial; intento volver a despertar por la noche con frases cortas, pues uno busca alternativa a crear tras una nueva mañana de repeticiones. Puto tiempo que nos envejece y que nos obliga a disfrutar el minuto creado bajo temporizador.

Espero de nuevo la madrugada para dar frases sin tiempo y sin duda, sino no escribir pude ser una solución en un tiempo.tiempo…


Sigo escribiendo desde Cawston; la manzana que veis tal vez no está…



viernes, 18 de julio de 2014

Palabras que hacen pensar

Fue uno de esos días en los que de nuevo volvía entre las líneas que marcaban cada uno de aquellos cortos manzanos que se alineaban sin sombra marcada. Los pasos de mis pies desnudos se seguían separando entre crujidos de hierba muerta y al son de cada uno de ellos se alternaban dos palabras que parecían estar en disputa por un reencuentro imposible; tal vez imposible por la  existencia de una entrepierna que parecía ser el centro de su desunión.

Una se llamaba pasión y la otra se llamaba amor; la verdad que yo sin dar vuelta alguna a la cabeza, estaba dispuesto a seguir adorando cada uno de aquellos libros de los cuales solo conocía una bella tapa, pues esos eran mis deseos internos y sin saber si sabían contar historias de amor, preferiría seguir andando a tientas por cada uno aquellos caminos que tal vez sin o con manzanas me acabarían marcando a tortazos los sueños de la pasión.

Sólo gracias a ellos se me desvelaban de nuevo las ganas de pensamientos obsesivos de energía nunca desbaratada en los que inventar nuevas historias con final no siempre feliz cuando verían la realidad; pues no quería pensar que la perduración del cariño se convirtiera en una amistad producto de un sentimiento tal vez inventado; producto de un vínculo estúpido por un contrato de larga convivencia.

Así que seguiría  volcado en la adoración obsesiva al otro; pues que mejor que morir de agotamiento por una pasión interna que te consume y así poder seguir engañando cualquier impulso de sueño e intento de calma a un puto cerebro que busca la conformidad del que no está dispuesto a sufrir.

Pues era consciente que sólo sufriendo podía seguir escribiendo, pues era  la única manera en espacio donde la conciencia podía perder los referentes; era la única manera para entrar un poco en la locura, al intentar encontrar mí espacio atemporal propio.

Ahora sólo me quedaba reflejar un “viva” a esa acción de padecer; a esa perturbación o afecto desordenado del ánimo. A esa inclinación o preferencia muy viva de un alguien que podía ser yo a otra persona.

Con ello invitaba a todo el mundo a padecerlo; pues los pies siguen andando por separado al mismo momento que sigo andando por esa hierba muerta que separa los manzanos; más claro el agua, pues no hay tiempo en esas tierras en que me ataque ninguna sombra de un ciprés alargado.

Pero para los que siguen o seguimos pensando, que puede existir el amor con pasión, que disfruten de la canción; pero que recuerden también que tal vez no siempre los niños vienes de Paris.

Bonita canción; los pies siguen su camino por separado al momento que los dedos de mis manos se siguen desgastando por un nuevo thinning de mañana; pero el desgaste de las mismas no se ven condicionadas por caricias de pasión, pues tal vez es por esto que se echan a perder.

Como decía alguien tal vez era todo más sencillo cuando se dejaba de pensar con el corazón o con la cabeza y se pensaba más con la entrepierna; pues en el fondo ella era quien separaba mis pies, quien seguía separando esas palabras…


Seguía escribiendo desde Cawston, Canada…





viernes, 11 de julio de 2014

Sacando malas hiervas

Allí estaba yo tumbado de rodillas mientras veía corretear a los niños con la bicicleta; por unos momentos intentaba soñar con la llegada de esa bandeja con vaso ancho de limonada helada en la que en tantas películas había visto aparecer. Sí, seguro que sería un vaso transparente con grandes cubitos que sin agujero alguno aguantarían firmemente esa pajita tal vez de tiras verdes que acabaría arrojando en cualquier sitio por dificultar cualquier sorbo profundo.

En otros momentos intentaba no pensar en la llegada de aquellos amigos de adolescencia del que capitaneaba la bicicleta, los cuales me podrían utilizar como blanco seguro para aliviar mediante la violencia las subidas de testosterona con las que no estaban acostumbrados a lidiar.

La verdad que cualquier visión que me pudiera llegar me sumergía a ese “way of life” de los años 30 en donde cualquier familia de los USA con casita blanca de madera y perros por portón se dedicaba a sonreír las gracias a cualquier acción ajena.

Pero la verdad que al final de cada uno de aquellos días no acababan llegando ni los refrescos ni esa mítica tarta de arándanos.

Así que tras haber evaporado ese termo de té que de buena mañana me preparaba, me sacaba mis molidos guantes de persona de campo para observar las dimensiones que alcanzaban las ampollas de mis manos no producto de la pubertad; era momento de dirigirse al super que se encontraba unas cuantas calles abajo para mi ración de Colt 45 (Strong Beer) con la que acababa suavizando la ducha que poco le faltaba por llegar.

Allí me encontraría con mis compañeros de fatiga, con los que acabaríamos debatiendo que si el cambio del dólar canadiense al euro acababa siendo rentable por el esfuerzo demandado; pero la verdad que los comentarios de cada uno no tenían derecho a trasnochar en esas agradables noches de verano, pues el toque de diana se presentaba cada día a las cinco de la mañana.

De buena mañana se abriría una inmaculada “way of life” de cualquier campaña publicitaría con la que vender una nueva esperanza de sentirse mejor; tal vez nosotros no teníamos casita de madera ni perros rodeados de enanitos, pero al menos la sonrisa cuando aparecía, era sincera.

Así que como una flor no elige su color, nosotros no somos responsables de lo que hemos llegado a ser. Según parece de esto sólo te das cuenta cuando llegas a ser libre y convertirte en adulto es ser libre. Ahora según parece soy adulto y libre de sonreír cuando lo siento. Hoy sonrío a cada momento…es mi “way of life” y no espero que se escoja tras ninguna pantalla publicitaria.


De nuevo con mi bolsa “Munich” cargo con termo de té por si no aparecen zumos de invitación; eso sí expuesto a regalar sonrisas a cambio de nada.