De
sorpresa, de visita, de vacaciones, de paso, unos días en……… Barcelona.
Recuerdo
que justo hace un año estaba en Valparaíso escribiendo cuatro frases para el
cumpleaños de mi hermano. Era de los primeros cumpleaños que pasábamos alejados
uno del otro y era difícil ponerle palabras a todo eso.
Recuerdo
que justo hace poco más de siete meses estaba de nuevo en el aeropuerto de Barcelona
despidiéndome de mi hermano. Ambos éramos conscientes que no sería ni la
primera ni la última vez que pasaríamos por esa rara situación. Recuerdo que me
dijiste que siguiera viajando, que si era feliz así era lo que tenía que seguir
haciendo; pero que tal vez el sería también más feliz si pasaba más a menudo
por casa.
Hoy ya no
hace falta recordar nada, llego de incognito a Barcelona con la total sensación
de estar abandonando por unos días esa rutina caótica que durante estos dos
años me permite vivir con naturalidad, con simpleza y con mucha felicidad por
allí donde me apetece.
Hoy tenía
ganas de darte un abrazo y decirte “Felicitats germà” y por eso estoy aquí.
Me quedo
de vacaciones en mi tierra hasta el 24 de Octubre; así que dejaremos las
aventuras escritas por unos días para disfrutar con mucha felicidad de toda la
gente que a pesar de la distancia y de que pase el tiempo, aun quiero.
Buenos
días, buenas noches,… a todos!
sábado, 20 de septiembre de 2014
Que esta
pasando…
Llevaba
pocos días paseándome por los Estados Unidos y la posibilidad de encontrarme
con una sonrisa sincera pasaba por quedarme a la espera de la emisión de
cualquier comedia por allí donde no siempre decían las verdades.
La
atmosfera transmitía una sensación cargada de miedo, de inseguridad y de
desconfianza, tal vez augurada conscientemente por aquellos llamados agentes de
control social, los cuáles acababan mermando la posible comunicación entre la
gente.
Todo ello
se traducía con un sinfín de miradas perdidas hacía un fijo horizonte y un
aterrador número de personas que gesticulaban y hablaban consigo mismas. Pues
tal vez llegó el día en que estos se dieron cuenta de que el horizonte al que
fijaban la vista, si bien cambiaba de decorado a su paso, nunca llegaba a
responderles.
Al
principio pensé que podría ser debido a esos días de fina lluvia, pues también
existe la excusa del tiempo fuera de un ascensor, pero creo que allí pasaba
algo más. Me gustaría no pensar que la táctica del control mediante el miedo se
estaba volviendo como un estandarte en esas tierras de recompensa y castigo;
pues el miedo acaba destruyendo sociedades y matando personas, al momento que
lo injustificable se vuelve justificable como táctica de política más eficaz.
Tenía como
la sensación de que la gente estaba como abducida y unas ganas aterradoras de
romper cuatro cristales y preguntarles qué coño les pasaba me rondaba a menudo
por la cabeza; pero tal vez luego sería reducido por un nuevo agente social al
cual tendría que despistar marcándome un “monologo”.
Era día 18
de Septiembre y me acerque a Renton, pues hoy hacia 44 años de la muerte de uno
de aquellos que hacia arte bajo seis cuerdas; la táctica del Hitchhiking no
acababa de funcionar con esas ventanillas selladas al miedo, así que con la
combinación de dos buses conseguí plantarme a las puertas del cementerio.
Ahora veo
un cuervo negro plantado en lo alto de un arbusto; no sé si los que están allí lo
ven como un mal augurio, como un protector o simplemente como algo que vuela;
pero al menos sin importar su estado de ánimo siguen su singular ritual frente
la tumba. Tararean músicas con las que crecieron y se marcan movimientos
compulsivos al tocar cada una de aquellas piedras que coronan el memorial. Tal
vez ahora es cuando les veo más personas que nunca; tal vez el arte es la única
válvula de escape que les queda para poder dejar de enmascarar la realidad
Modificando
a Leonardo, diría que en esas tierras la realidad perece en la vida, pero por
suerte aun es inmortal en el arte.
Está claro
que Jimi Hendrix fue un vanguardista en muchos aspectos, incluso se adelantó a
predecir lo que en aquellas tierras se sentía y fue tal vez cuando dijo;
“Cuando el poder del amor sobrepase el amor al poder, el mundo
conocerá la paz”
Enciendo
la tele y alguien ha bombardeado Irak de nuevo; las cosas no cambian y Jimi
sigue muerto.
Espero que
la gente siga cantando, pero para mí creo que se acerca un Good Bye U.S.A.
miércoles, 17 de septiembre de 2014
Cerrando y
abriendo nuevos círculos que nos llevan al infinito
Mi sentido
de protección no me dejaba desprenderme de ella. Pero si una cosa había
aprendido durante este tiempo es que lo que recibimos de la naturaleza es de
todos y ella más savia que nosotros, nos hace devolver con señales las cosas allí
donde se sienten arropadas o tal vez conectadas con un “algo” que aún no se
descifrar.
Así que
empezaba a tomar consciencia la idea de que esa piedra se sentiría cerca de los
suyos con la compañía de esa especial persona que no por casualidad se había
cruzado por el camino y que con gran amor era capaz de acariciar cualquier
mundo sin la necesidad del tacto físico para sentirlo cerca.
Tal vez también
era la oportunidad para mí para cerrar un ciclo con ella y tal vez su
aislamiento físico tomaría forma de llave imaginaria, para poder así dejar de
andar con paso circular y abrirme sin miedo a nuevos mundos desconocidos.
Curiosamente
en los últimos meses me la había ido separando de mi pecho, había sido como un
lento proceso de desapego ni mucho menos pensado; un proceso que
inconscientemente había allanado el camino hacia lo que ahora parecía
inevitable.
Me intentaba
imaginar mi camino sin ella y aunque podría hacer saltar alguna lágrima, era
consciente que siempre habría una conexión existente entre ambos y que ya
llegaría el momento en que nuevos objetos tomaran el papel del apego. Así que
tendría que dejar fluir lo que mi cuerpo me pedía; un cuerpo que intentaba no singularizar
hacia un corazón o una mente, como razón de confirmación de cualquier hecho.
Curiosamente,
una mañana tras pasar por aquella mesa ocupada por ese pequeño vivero de
plantas, observe unas pequeñas patas de conejo que se secaban al sol y presentí
que allí había algo de mí; esa misma noche recibía de sus manos esa pata y sin
poder articular palabra alguna de agradecimiento me quedaba asombrado al ver
como lo pensado una vez más se sucedía.
A la
mañana siguiente acabé depositando esa piedra oscura en su mano, al momento que
una sensación de felicidad se apoderaba de mí al sentir que todo volvía a su
sitio. Una vez más se repetía la idea de que todas las cosas pasaban por algo;
pues no era una casualidad que ahora respirara ese aire de Salt Spring.
No son una
casualidad los caminos que vamos trazando, pues aunque a menudo por insistencia
de nuestro yo, pensemos que forman parte de nuestros planes, los mismo se
suceden al libre albedrío de un algo que aún no puedo descifrar.
Una vez
más tras gota de plata puedo confirmar que es cuando no pienso que lo veo todo
claro.
Ahora ya
me podía ir tranquilo de esa isla, era como si hubiera completado una misión
que había durado más de un año y medio, así que me seguiría moviendo por
llámale “impulsos”, por desconocer como nombrarlos; aunque algunos le llamasen “flow”.
Un pequeño
trozo del Perú se quedaba con alma entre esos árboles de Canadá; un pequeño
trozo de mí pasado se quedaba con cariño
en esa especial casa.
Tras
ritual de tabaco, me llega de nuevo una nueva piedra a la que apegarme; tal vez
mi nueva misión es encontrarle un nuevo sitio en este mundo.
Suena “The dreamer” de the Tallest man on the earth,
pocos minutos antes de irme.
Agradecido
por enseñarme que a partir de ahora antes de ir a dormir, es bonito pensar a
quien agradecer lo vivido.
Agradecido
a Salts Spring, agradecido a la casa, agradecido a ti.
Hasta
mañana
miércoles, 10 de septiembre de 2014
Diferentes
movimientos para una misma vida
Adagio en
G menor - Albinoni
El miedo a
quedarme desnudo frente a la gente me hacían llevar el sonido de la vibración de las cuerdas allí donde se acababan
paralizando con la barrera de mi propio lóbulo. Repetía esta acción a lo largo
de cada uno de aquellos días musicales en esa isla llamada Salt Spring, en
donde sin saber porque la relajación de los músculos llegaba más allá del
simple reposo de un cuerpo horizontal.
Cada uno
de aquellos sonidos que aparecían de ese pulgar tembloroso tal vez me los acababa
haciendo demasiado míos y sin estar orgulloso de ello, asumía que era lo único
que había aprendido a hacer tras sepultarme con numerosas capas que según mi estúpido
parecer, en épocas de lágrimas ver llorar, eran el único bálsamo para dibujar
una sonrisa ficticia. Sí, esa sonrisa suficientemente convincente para aquellos
que al igual que yo sólo se permitían llorar con los ojos cerrados.
Andante en
G Mayor - Vivaldi
Bajaban
cada día a vernos, muchos de ellos llevaban un árbol por cabeza que según
parece iban renovando cada año; tal vez era la forma de escenificar, los
diferentes disfraces que iban tomando como sujetos evocados a sobrevivir en esa
vida de farsa y teatro creada por aquellos que ahora acompañados de ruedas les
volteaban por su camino.
Así que me
era difícil entender si reían o lloraban, al momento que pensaba que tal vez
era estúpido pensar que ellos sólo tuvieran estas dos herramientas para evadir las
memorias eclipsadas del miedo. Así que al fin y al cabo acababa mirándolos con
la misma cara de aparente neutralidad emocional al momento que ellos giraban su
cuello como para direccionarse hacia un nuevo destino
Curiosamente
en cada uno de aquellos momentos, sin tener que gesticular mi rostro, uno
entendía que no era necesario expresar hacia afuera lo que sentía; pues a veces
la percepción, aunque innegablemente a veces desdibujada por nuestro yo, podía
ser más útil que la utilización de cada una de las máscaras que llevábamos con
nosotros mismos.
Allegro
Pequeña Serenata nocturna - Mozart
Levanto el
brazo una y otra vez golpeando esa maza afilada contra ese tronco de finas
circunferencias que se encuentra apoyado
en esa vieja madre hecha madera. A veces saltan finas tiras suaves y jóvenes
de rojo canela con formas familiares que me recuerdan a los que volteaban por mí
o su camino.
Agarro un
trozo entre mis manos y al levantar la cabeza veo como cada uno de aquellos
árboles se desnudan frente de mi sin que yo sienta el vacile de movimiento
alguno. Cada uno de aquellos trozos una vez despojado de cualquier corteza
opresora se muestra delicado, frágil, suave, lleno, fuerte, próximo,…todo. Tal
vez se vieron abandonados de ese fruto de fragancia de miel, pues las abejas
aun voltean por las tierras que piso; pero ya no necesitan de nada, pues ya son
todo, pues tal vez sus ojos críticos se quedaron sepultados bajo esa tierra.
Una tierra que ahora ya no necesita ni de rostro para que quien lo rodee la
sienta.
Silencio
Siempre
estamos allí aunque la gente a veces no lo vea; uno poco a poco puede ir
sintiendo el acompañamiento sin movimiento alguno. Pues la materia muerta esta
tal vez más viva que la gesticulación humana bajo el prisma de un “yo” que
quiere ser sentido para sentirse vivo; olvidando que la vida puede ser el
silencio sin movimiento.
Hoy
agradecido a la vida, a la música, a los ciervos, a los madroños y a los
humanos que sienten sin ser vistos.
Buenas
noches
P.D. al
intentar acabar me viene esta canción a la cabeza; allí veo un montón de gente
participando de una canción sin ni si quiera pestañear; por suerte cada uno de
ellos se van quedando desnudos sin darse cuenta y tal vez más llenos que cuando
se levanten del suelo y les toque a ellos actuar.
domingo, 7 de septiembre de 2014
De vuelta
al mar
Podría
hablar del viaje en esa furgoneta compartida hacia la costa canadiense, de ese
sótano de invitados allí en una calle de Vancouver en donde por fin pude dejar
las telas azules como método de intimidad o como no de esa preciada cama en esa
yurta mongola de Salt Spring que me esperaba después de más de dos meses para
recordarme que dormir más que un derecho se podía convertir en un placer.
Pero creo
que todas mis palabras, incluso aquellas que tal vez por suerte no se acordaron
de ponerles nombre, serían para aquel que seguía erosionando nuestros
estereotipados pensamientos, para convertirlos ahora en suavizados murmureos
sin derecho a ser juzgados.
Sí, allí
me podría mantener en silencio sin tener que dar explicaciones a nadie, sin
tener que colgarme ningún cartel anunciando mi estado de ánimo. Era consciente
que me acabaría acariciando a mí mismo repetidamente en cada uno de aquellos intentados
abrazos para sentirme que tenía a ese viejo amigo a mi lado; pero sólo el
fracaso sería no intentarlo una y otra vez.
Yo le
contaría lo que había hecho en estos últimos meses de ausencia y le explicaría
sobre sus vecinos que había conocido en esa isla. Algunos de ellos se
encontrarían allí mismo; pero ahora no me preguntaría, ni me importaría a mí
mismo si pudieran estar pensando lo que pasaba por mi cabeza; pues tal vez
ellos hacían el mismo ejercicio al momento que disimulaban mirando cualquier
horizonte imaginado o no tras cualquier cuartilla infantil que un día se
imaginaron haber dibujado.
Seguro que
me reencontraría al cabo de pocas horas con cada uno de ellos ya convertidos en
humanos y compartiría ruedas inacabables de música con las que yo pasaría con
pies de duende sin hacer demasiado ruido; tal vez por miedo a que me vieran
demasiado desnudo, tal vez porque no siempre tendría el mar de frente para
alejarme cuando quisiera. Tal vez porque todos necesitamos un poco de mar al
día para recordar por unos minutos quien somos.
Ahora
escribo esto en medio de altos árboles, pero al menos sé que si acerco la oreja
un poco más allá, me encontraré a quien siempre tendrá la última palabra gracias
a su constante murmureo.
Sino
siempre me quedara la opción de pensar que el humano es naturaleza, tal vez
también dibujada en cualquier cuartilla infantil olvidada y así me relajaré y
decidiré cuando hablo o no; al igual que con aquel que me deja acariciarme mientras
lo abrazo.
lunes, 1 de septiembre de 2014
Aparecen
de nuevo los egos
Demasiados
reniegos encima de esa escalera en los últimos días; siempre por esas putas
manzanas que se acababan resbalando de mis manos y que alargaban una vez más el
poder conseguir llenar ese cubículo de madera que sólo tenía sentido por los
nuevos kilómetros de cancha libre que me daría en la nueva tierra a donde
partir, Méjico.
Sí de
nuevo me convertía en una pieza más de ese engranaje productivo del cual había
despotricado tantas veces en los últimos meses; al momento que mi “yo” se
avivaba de nuevo por la necesidad de poseer nuevos logros, pues la ambición
aparecía como ese viejo fantasma que se ocupó de anular mi infancia para poder entrar
a formar parte de la sociedad.
Como
humano enfermizo me castigaba la idea de no poder conseguir acabar el día con
los mismos dólares que aquel con el que ahora me hacían competir codo a codo y
por el cual ahora ya no existía la idea de que la pérdida se pudiera convertir
en felicidad a partir del momento en que llenaba tanto dar como recibir. Sí esa necesidad de poder sobre los demás la cual no
acababa siendo nada más que nuestra debilidad disfrazada de fuerza.
Incluso la
llegada al store se traducía con la compra de ese refresco burbujeante de color
oscuro de no sé qué oso polar vi un día pasar, por allí donde se decían las
verdades tras colador de ideas para poder postular a ciudadano de primera.
Así que un
nuevo impulso de mandarlo todo allí donde una sentadilla daba placer me atacaba
cada escasos minutos, pero mi palabra dada a aquellos que habían confiado en mí
para resistir hasta el final de la temporada acababan congelando cada uno de
aquellas iras que se traducían en patadas de genio a cada una de aquellas
manzanas que ser reían expectantes en el suelo de la estupidez humana.
La dualidad
aparecía de nuevo; el blanco y negro, el bien y el mal, el sí o no parecían la
única vía para poder direccionar mis intenciones, pues es sólo eso lo que
estúpidamente había aprendido tras años de observación; pues las tres puntas de
un triángulo siempre habían estado tachadas de incongruentes. La posibilidad de
encontrar un punto medio se perdía al mismo ritmo que el equilibrio de ese funambulista
de paseo por una barra de acero frío.
La fealdad
a mi palabra daba vida a ese yo que tal vez había olvidado, no por saber quién
fuese o dejara de ser; pues tal vez ahora sabia más que nunca quien era, sino
por la necesidad de objetivos para pensar de nuevo que era algo dentro de ese
ahora ya “soñado” triángulo.
Así que de
nuevo intentaba poner mi mente en blanco al momento que pensaba lo que un día
decía el amigo Lennon.
“La vida
es aquello que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes”
martes, 26 de agosto de 2014
In the
river
No había
hablado aún de esas idas y venidas al rio en donde un buen chapuzón y unas
cervezas con alguna que otra barbacoa improvisada amenizaban las tardes de
cualquier día. A veces en los llamados day off incluso nos acercábamos a las
afueras del pueblo en donde nos adentrábamos mediante panel de madera a una
reserva indígena a la cual los primeros días no preste mucha atención; pues tal
vez entre el cansancio y las risas mirando aquellos que sacaban pecho
lanzándose de ese improvisado puente de Madison, mi torpe cabeza se relajaba de
nuevos pensamientos.
Pero de
poco a poco me di cuenta que entre cada aquellos trapos hechos toallas se
encontraban personas que no siempre hablaban una lengua familiar para mí,
momento en que me di cuenta que de nuevo me encontraba en tierra colonizada Una
tierra colonizada por unos colonizadores tal vez suavizados por nuestra querida
Mas Media.
Así que a
medida que fui levantado esas piedras de debajo esa fachada de armonía impoluta,
me di cuenta que se repetía la historia de siempre. Las políticas
gubernamentales impuestas sobre los pueblos indígenas sin su consentimiento
arrasaban interponiendo la productividad como razón de ser. Sí de nuevo se
repetía la fobia por la separación entre humanos, la exclusión y la marginación
de unos pueblos que intentaban ser escondidos de la realidad actual.
Se
repetían las agresiones a la cultura y la identidad colectiva del pueblo aborigen,
las cuales intentaban debilitar los fundamentos de una sociedad.
Según
parece allí también se promulgo como socialmente correcto la idea de que cada
uno de los estados debía poner el máximo número de sus banderas en cada uno de
aquellos lugares que según parece, y según ellos, la incultura de los cuales se
lo permitía. Sí, los nativos de cualquier país colonizado, según parece
deberían pedir gracias por ser atacados, humillados, utilizados como mano de
obra barata, etc. Eso sí, ahora se pedían como voto de buena consciencia al
decir que los mismos recibían ayudas sociales a nivel de escolarización
gratuita, viviendas, etc..
Pero en el
fondo se podía sentir el miedo; el miedo producto una vez más de la ignorancia
humana. El miedo que aquellas personas pudieran romper o desmembrar la identidad de un país, la
idea de lo social, de lo nacional,...que durante años y años unos se habían
dedicado a alimentar bajo normas, bajo insignias, bajo banderas con bastión
ondeando en lo más alto de ese castillo de naipes creado al gusto del
consumidor, consumidor, consumidor,...
Los
colonizadores intentaron pisar su cultura olvidando que el contacto que se origina con
otras personas, establece en el futuro una nueva forma de pensar global, y que
ello es natural.
Eso sí,
supongo que ahora para disimular, seguiría quedando “cool” ir a una exposición
de tótems aborígenes en Vancouver.
Bienvenidos
ciudadanos del mundo al mundo de nadie; bienvenidos a la Hipocresía de todos..
lunes, 18 de agosto de 2014
El día que
los árboles se convirtieron en paredes libres
Me daba
cuenta que cada una de las dudas que pudieran aparecer en relación a cuál
podría ser mi próximo destino o tal vez las que se planteaban al pensar si
perseguía un objetivo con el viaje que estaba haciendo, eran las que finalmente
acababan mermando el paso de cualquier día; el paso de cualquier día que sería
más o menos interesante dependiendo evidentemente de mí mismo.
Oía
bonitas historias de cada uno de los que me rodeaban, los cuáles marcaban
mediante etapas la llegada a ser un algo que tenía nombre y tal vez era aquello
lo que les mantenía firmes a sus convicciones; pues su ida no necesitaría nunca
billete de vuelta por ser decisión ya previamente catalogada.
Así que
tal vez empezaba a entender que el problema venía al no poder dar nombre a
aquello que estaba viviendo. Todo era tan simple como verme impotente al tener
que poner una simple palabra en aquel espacio en blanco titulado “Ocupación”.
El problema es que cuando lo que haces no tiene etiqueta con la que te puedas
llegar a reconocer a ti mismo y a los que te rodean, uno puede tener la
sensación de que se pierde; pero por suerte creo que empiezo a liberarme de que
no hay problema alguno, sino que es una simple falta de identificación con
aquello que hace unos años era ajeno.
Ahora me
levanto por la mañana y veo el pasillo
que me lleva a la cocina; tal vez hace unos años hubiera visto simplemente dos
líneas de pequeños arbolitos separados por unas hierbas. Con lo cual uno se da
cuenta que el conflicto tan sólo aparece por la falta de identificación de uno
mismo con los nuevos escenarios que se va encontrando; olvidando así que vivir
feliz no es nada más que aceptar todo lo que sucede. Y ese es el momento en que
uno empieza a no encontrar sentido a que tengamos la obligación de hacer lo
“normal”, pues sólo por el hecho de suceder ya existe y sólo por eso para mí ya
lo hace normal.
Sigo
teniendo problemas cuando tengo que
escribir algo en ese espacio en blanco, pero como veo que es lo que sucede
ahora, me hace feliz, pues eso es normal y eso me tranquiliza. Buf, muchas
capas sociales me faltan aún para quitarme para vivir con naturalidad, que en
el fondo es lo más fácil, aunque desgraciadamente lo hayamos olvidado; pues ya
hace tiempo que nos hicieron perder la inocencia.
Con todo
ello me quedo con una frase que leía el otro día de Eckhart Tolle; “ la
mente, para asegurarse el control, busca continuamente cubrir el momento
presente con el pasado y el futuro”. Yo, sinceramente aun no consigo vivir
el presente sin recordar el pasado o pensar en el futuro, pero al menos voy
aprendiendo que tal vez no es m i culpa que lo que haga no tenga nombre.
Si, tal vez
no interesaría darle valor en una sociedad de consumo y por esto la misma se
negó la posibilidad de identificación a cualquiera que lo quisiera vivir;
porque el mismo, tras el miedo de verse perdido, volviese al mundo de las
etiquetas, las cuáles siempre serían más fáciles para poder fijar de nuevo un
precio mercado.
Para
cualquier duda sigue siendo un blog de viajes, sigo escribiendo desde Cawston;
pues uno puede viajar con los pies en el suelo, sólo depende de él mismo. Y si
sucede, sigue siendo algo normal y ya sólo por eso puede seguir siendo feliz,
si quiere.
miércoles, 13 de agosto de 2014
Marcando
fechas límite
Iba a
izquierda y derecha palpando cada una de aquellas frutas que colgaban de ese
árbol; era la búsqueda de esa esfera perfecta que con toque maduro anunciase
con color rojo anaranjado ser arrancada. Así que al igual que en mi caso,
demasiadas vueltas tenía que hacer para encontrar algo que me satisficiera, en
aquellas tierras donde me estaba empezando a limitar a tan sólo recobrar mi
energía monetaria.
Como de
costumbre la estabilidad me estaba empezando a agobiar, con lo que no me quedaba
otra que fijarme una pronta fecha límite para dejar de deambular entre árboles
recogiendo dólares.
Iba
sintiendo que la terapia de la escritura iba quedando mermada a medida que iban
pasando los días, con lo cual para mí ya no tenía ningún sentido quedarse
encima de cualquier escalera esperando que llegasen nuevas historias; pues me
sentía como aquella pintura de Munch que gracias a que nunca llego a tener
sonido seguía produciendo angustia retenida, pues me sentía como aquella
pintura de Munch que gracias a que nunca llego a tener sonido seguía
produciendo angustia retenida, pues me sentía como aquella pintura de Munch que
gracias a que nunca llego a tener sonido seguía produciendo angustia retenida, pues
me sentía como aquella pintura de Munch que gracias a que nunca llego a tener
sonido seguía produciendo angustia retenida … ahora con las palabras que me
quedaban me costaba mucho reproducir lo mismo, pues tan sólo existía la
reiteración de frases para simularlo; así que de nuevo necesitaría algo más que
una ventana que romper para poderme desaojar.
Quién lo
diría que hace unos años pudiera aguantar once meses de claudicación para conseguir
un mes de preciada libertad condicional; ahora ya no podía aguantar más de dos
meses bajo un mismo cobijo, por mucho algodón simulado que se situara tras
cualquier anuncio de esa “way of life”. Esa misma “way of life” que nos tocaba
vivir para ser ciudadano de primera en una sociedad de valores olvidados.
Así que manejando
como podía mis dudas, me quedaba pensando si todo era producto de esa nube gris
que se había asentado en ese valle tras las cenizas del último incendio en
Peachland; pues ni las mismas ahora me dejaban ver esa esfera que sin color
anaranjado permanecía allí arriba, la cual no sería arrancada ni por ese conejo
que a partir de ahora siempre vería machacando arroz con un martillo para
preparar mochi.
Así que
empezaba otra vez esa duda viajera de la cual nunca uno no se puede desprender;
¿dónde podría ir ahora, teniendo en cuenta que uno mejor que no vuelva allí
donde ha sido feliz?, sí, tal vez por miedo a que la experiencia recordada haga
olvidar vivir el presente.
Pero sin
más dilaciones por la búsqueda de esferas, os diré que sigo viendo el grito de Munch sin
sonido mientras suena Dark Globe de Syd Barret; que suerte aquellos que pueden
transmitir con imágenes o que nos dejan su voz sin ser vistos. Espero de nuevo
ir al encuentro de mis palabras sin parecer que escapo de nada; así que
mientras veo como se escapan esas sí, las nubes grises, miro de nuevo la
“esfera” en la que habito para fijar mi nuevo destino.
miércoles, 6 de agosto de 2014
De nuevo
bajo manzanos, aquí me quedo
Puse de
nuevo el “on” con algún “track” que ahora no importa mencionar y de nuevo era
momento de “pensar” bajo los manzanos; eso sí, sin la intención de ofrecer
ninguna metáfora tal vez utilizada cierto día por aquellos que escribían libros
sobre nuestra creación o aquellos que inventaban tras un paseo, pues yo me seguía
limitando a seguir pintando postales con palabras.
Curiosamente
era en aquel momento en que no tenía lápiz en mano, cuando me aparecían más
ideas absurdas o no en las que pensar, así que no me que quedaba otra que
intentar pensarlas con una misma canción de fondo, la cual reproduciría una vez
llegado a casa para poder recodarlo todo, ahora acompañado de teclas con las
que recrearme.
Supongo
que era un nuevo hábito tomado, al igual que hacer un cigarro con el primer café
de la mañana o tomarme una cerveza a la llegada del trabajo: en todos los casos
se acabarían activando eso que llaman neurotransmisores los cuales seguían
dando sentido a más de una salivación preciada.
Si esos
mismos neurotransmisores que se activaban cuando veía aquella chica que me
gustaría que fuese la madre de mis hijos aunque me siguiera viendo sin derecho
a procrear por no tener que culpar a nadie de mis defectos, aquella con la que
me gustaría pasar una noche de pasión, aquella con la que me gustaría pasar una
bonita noche sin llegarnos a tocar por respeto al miedo a perder, aquella con
la que…
Perfiles
de chicas que se iban tal vez repitiendo por resplandecer cada una de aquellas situaciones
que algún día descubrimos juntos tras una invitación mutua a conocer ese mundo
desconocido llamado amor, pasión, sexo,...; con lo cual se negaba la idea de
que no existieran islas donde naufragar.
Cada uno
de nosotros sabíamos aquello que nos hacía activar cada una de nuestras
hormonas y bien seguro que cada uno de aquellos viajes se limitaba a ser un
retrato de quien un día nos hizo descubrir dicha situación; pues la satisfacción
de poder repetir lo que nunca se consumó como una herida, sino como un
despertar, daba de nuevo respuesta a
esas mariposas en el
estómago, a esa elevación de la temperatura corporal, a esos labios resecos, a esa
voz temblorosa, a ese tartamudeo,…a esa sensación de estar fuera de la realidad
Pues tal
vez es que todos habíamos nacido bisexuales gracias a Dios, sólo hacía falta saber
quién fue el primero que nos hizo descubrir tras invitación mutua a conocer ese
mundo desconocido llamado amor, pasión, sexo,.. a partir de ese momento serían
los hombres o las mujeres quien activarían nuestras hormonas; en cuanto al tema
de Dios lo dejaba para nuevas manzanas de libros para colorear.
Curiosamente
la canción que escuchaba ahora me hacía recordar lo que había pensado esta
mañana, curiosamente la banda musical de nuestra vida nos hacía recordar cada
uno de nuestras historias; curiosamente la música no tenía sexo pero nos
transportaba felizmente a cada una de aquellos descubrimientos.
Curiosamente
mientras sigo viajando me permito hacerme preguntas como un niño pequeño; tal
vez es por esto porque no quiero dejar de viajar, porque uno se vuelve a sentir
joven y olvida su edad biológica, olvida finalmente eso que llaman “tiempo”.
Pongo el
“off” se acabó la canción para hoy. Duration: 3:52
domingo, 3 de agosto de 2014
De vuelta
a casa… de Canadá
Estaba en
el suelo y a pesar de que mis manos seguían astilladas por esos breves pero
profundos cortes de cada una de esas finas hierbas que no ofrecían ningún gusto
al tirón repetitivo de lumbares, pude sentir su característico tacto de bello
agradable.
A pesar de
mi ansiada sed me decidí a no besarla para no tener que soñar, pues el tiempo
de evasión tras sonidos de nuevas letras que tatarear pedía descanso hasta la
llegada de ese nuevo día que tarde o temprano aparecería para poder romper así
nuevos minuteros de posible tedio; sí ese hastiado reloj que os comentaba hace
unos días y que no llegaba a conseguir romper aún.
Sí, seguro
que llegaría un nuevo día con quien pensar, con quien compartir, con quien
pasear a mi libre albedrio; y seguro que sería tras cualquier viaje encima o
debajo de una escalera que sin tendencias maniaco compulsivas se convertiría en
animal de compañía que por suerte sería imposible de modificar; pues seguía
pensando que esa era la única forma de vivir feliz con la persona amada, no
pretende modificarla.
Pero sin
más preámbulos os diré que finalmente apoye mis labios en su cuerpo y los
presione hasta sentir el flujo de su interior alrededor de mi boca y como si de
un nuevo aliento de aire fresco se tratara sentí como mi cuerpo dejaba por unos
momentos de jadear al momento que intentaba olvidar el no último rayo de sol
que cruzaría una y otras vez ese valle. Sí, ese valle de Okanagan que tal vez
se había olvidado que los árboles nos podían ofrecer algo más que frutos, algo
más que azúcar convertido en dólares; pero supongo que ese ere billete que
había que pagar para que ahora esta frase tuviera sentido y para que yo mismo ahora
escribiera estas líneas desde donde las escribía.
Pues de la
misma manera que ahora mi lengua se sentiría áspera tras llegar allí donde uno
no podía saciar su sed, la realidad se hacía dura cuando se perdían los momentos
donde soñar; pero me decidía a seguir viviendo sin cerrar los ojos para inventar
historias, pues cada una de las cosas que me tocaban vivir serviría como señal
para encontrar ese nuevo camino que se iría trazando.
Pero no os
engañéis o tal vez no me intentaría engañar a mí mismo, mi intención era ir de
camino a cualquier lugar sin la búsqueda de nada. Sólo de esta manera todo se haría
más gratificante, cuando no hubiera espera de nada; sería allí donde cualquier
melocotón te podría de nuevo mirar a los labios.
Así que me
limitaría a no esperar nada de nadie ni de nada; pues la espera era tiempo y el
tiempo era tedio cuando existía.
Ahora no sé
si han pasado más o menos minutos o tal vez ese día no me encontré ningún
melocotón en el suelo o tal vez apareció encima o debajo de cualquier escalera.
Ahora ya no quiero pensar en ello; pero sí que me toca seguir pensando que una
cosa siempre lleva a otra y todo tiene lo bueno y lo malo en esta guerra
personal de la cual sólo los muertos conocen el final.
Y como no
tengo ganas de dejar de escribir seguiré respetando lo que venga para poder
seguir sintiendo como se mezclan el sabor dulce y amargo mientras viva.
domingo, 27 de julio de 2014
Pues este
salió así
Palabras mojan mis ideas, es de madrugada cuando ahora escribo
Me despierto sin tener sentidos, para recuperarla inocencia de cuando
era niño
Pues con ojos aun cerrados puedo aceptar quien soy sin conocer la
duda,
Pero a medida que van pasando los minutos, mis palabras se ven
pensadas por un ya ocupado segundo.
Ya se van
transformando en frases largas que buscan respuestas a nuevos dilemas
planteados y como aburren al presente acaban por dar un golpe a esa nueva
pantalla que ilumina la tienda de dos de la mañana.
Tal vez
estar tanto tiempo en el mismo sitio dificulta la idea sana y por eso la misma
se ve emborrachada por míseros pensamientos que necesitan cuestionarse algo sin
alternativa a poder descansar.
Vuelvo a
intentar dormir mientras espero que aparezca algo nuevo; eso sí, sin tener que
estrujar un cerebro tal vez desbordado por la repetición…
Pulgar con índice se intentan dar un
chasquido sin llegarse a tocar; una y otra vez lo siguen intentando al momento
que los oídos se mantienen a la espera de ese sonido característico que une
cada una de nuestras filas, una nueva manzana cayo en el verde suelo sin
esperar el paso de ninguna mente pensante. Es a partir de ese momento que me
puedo dar cuenta que ha habido un cambio; pues seguimos enfatizando la idea de
cuantificar aquello que podría ser eterno y por culpa de ello nos damos cuenta
cuando las cosas dejan de estar junto a nosotros.
Tal vez sería todo más fácil si el
materialismo dejara de tener tanto poder entre nosotros y tomáramos más en cuenta
cada una de aquellas palabras que pasan por nuestra cabeza y que nunca llegamos
a pronunciar, pues tal vez de esta manera no dependeríamos tanto de la
percepción para poder pensar que somos algo; para poder pensar lo que queremos
ser o bien lo que realmente somos. Pues ya hace años que olvidamos que como
niños podíamos aceptar como éramos sin conocer la duda.
Las cosas van y vienen porque según parece
nos han enseñado a vivir en una máquina con más cuerpo que mente; aunque
podamos pasar meses olvidando cada uno aquellos dedos de los pies que según
parece nos mantienen erguidos, sólo cuando dejamos de ver aquello que nos
gustaría ver acabamos resignándonos en el gusto por la llamada nostalgia.
El mundo
es un reflejo del aparato sensorial; intento volver a despertar por la noche
con frases cortas, pues uno busca alternativa a crear tras una nueva mañana de
repeticiones. Puto tiempo que nos envejece y que nos obliga a disfrutar el
minuto creado bajo temporizador.
Espero de
nuevo la madrugada para dar frases sin tiempo y sin duda, sino no escribir pude
ser una solución en un tiempo.tiempo…
Sigo
escribiendo desde Cawston; la manzana que veis tal vez no está…
viernes, 18 de julio de 2014
Palabras
que hacen pensar
Fue uno de
esos días en los que de nuevo volvía entre las líneas que marcaban cada uno de
aquellos cortos manzanos que se alineaban sin sombra marcada. Los pasos de mis
pies desnudos se seguían separando entre crujidos de hierba muerta y al son de
cada uno de ellos se alternaban dos palabras que parecían estar en disputa por
un reencuentro imposible; tal vez imposible por la existencia de una entrepierna que parecía ser
el centro de su desunión.
Una se
llamaba pasión y la otra se llamaba amor; la verdad que yo sin dar vuelta
alguna a la cabeza, estaba dispuesto a seguir adorando cada uno de aquellos
libros de los cuales solo conocía una bella tapa, pues esos eran mis deseos
internos y sin saber si sabían contar historias de amor, preferiría seguir andando
a tientas por cada uno aquellos caminos que tal vez sin o con manzanas me
acabarían marcando a tortazos los sueños de la pasión.
Sólo
gracias a ellos se me desvelaban de nuevo las ganas de pensamientos obsesivos
de energía nunca desbaratada en los que inventar nuevas historias con final no
siempre feliz cuando verían la realidad; pues no quería pensar que la perduración
del cariño se convirtiera en una amistad producto de un sentimiento tal vez
inventado; producto de un vínculo estúpido por un contrato de larga convivencia.
Así que
seguiría volcado en la adoración
obsesiva al otro; pues que mejor que morir de agotamiento por una pasión interna
que te consume y así poder seguir engañando cualquier impulso de sueño e
intento de calma a un puto cerebro que busca la conformidad del que no está
dispuesto a sufrir.
Pues era consciente que sólo sufriendo podía seguir escribiendo, pues
era la única manera en espacio donde la
conciencia podía perder los referentes; era la única manera para entrar un poco
en la locura, al intentar encontrar mí espacio atemporal propio.
Ahora sólo
me quedaba reflejar un “viva” a esa acción de padecer; a esaperturbación o afecto desordenado del
ánimo. A esa inclinación o preferencia muy viva de un alguien que podía ser yo
a otra persona.
Con ello
invitaba a todo el mundo a padecerlo; pues los pies siguen andando por separado
al mismo momento que sigo andando por esa hierba muerta que separa los
manzanos; más claro el agua, pues no hay tiempo en esas tierras en que me
ataque ninguna sombra de un ciprés alargado.
Pero para
los que siguen o seguimos pensando, que puede existir el amor con pasión, que
disfruten de la canción; pero que recuerden también que tal vez no siempre los
niños vienes de Paris.
Bonita
canción; los pies siguen su camino por separado al momento que los dedos de mis
manos se siguen desgastando por un nuevo thinning de mañana; pero el desgaste
de las mismas no se ven condicionadas por caricias de pasión, pues tal vez es
por esto que se echan a perder.
Como decía
alguien tal vez era todo más sencillo cuando se dejaba de pensar con el corazón
o con la cabeza y se pensaba más con la entrepierna; pues en el fondo ella era
quien separaba mis pies, quien seguía separando esas palabras…
Seguía
escribiendo desde Cawston, Canada…
viernes, 11 de julio de 2014
Sacando
malas hiervas
Allí
estaba yo tumbado de rodillas mientras veía corretear a los niños con la
bicicleta; por unos momentos intentaba soñar con la llegada de esa bandeja con
vaso ancho de limonada helada en la que en tantas películas había visto aparecer.
Sí, seguro que sería un vaso transparente con grandes cubitos que sin agujero
alguno aguantarían firmemente esa pajita tal vez de tiras verdes que acabaría
arrojando en cualquier sitio por dificultar cualquier sorbo profundo.
En otros
momentos intentaba no pensar en la llegada de aquellos amigos de adolescencia
del que capitaneaba la bicicleta, los cuales me podrían utilizar como blanco
seguro para aliviar mediante la violencia las subidas de testosterona con las
que no estaban acostumbrados a lidiar.
La verdad
que cualquier visión que me pudiera llegar me sumergía a ese “way of life” de
los años 30 en donde cualquier familia de los USA con casita blanca de madera y
perros por portón se dedicaba a sonreír las gracias a cualquier acción ajena.
Pero la verdad
que al final de cada uno de aquellos días no acababan llegando ni los refrescos
ni esa mítica tarta de arándanos.
Así que tras
haber evaporado ese termo de té que de buena mañana me preparaba, me sacaba mis
molidos guantes de persona de campo para observar las dimensiones que
alcanzaban las ampollas de mis manos no producto de la pubertad; era momento de
dirigirse al super que se encontraba unas cuantas calles abajo para mi ración
de Colt 45 (Strong Beer) con la que acababa suavizando la ducha que poco le
faltaba por llegar.
Allí me
encontraría con mis compañeros de fatiga, con los que acabaríamos debatiendo
que si el cambio del dólar canadiense al euro acababa siendo rentable por el
esfuerzo demandado; pero la verdad que los comentarios de cada uno no tenían
derecho a trasnochar en esas agradables noches de verano, pues el toque de
diana se presentaba cada día a las cinco de la mañana.
De buena
mañana se abriría una inmaculada “way of life” de cualquier campaña
publicitaría con la que vender una nueva esperanza de sentirse mejor; tal vez
nosotros no teníamos casita de madera ni perros rodeados de enanitos, pero al
menos la sonrisa cuando aparecía, era sincera.
Así que como
una flor no elige su color, nosotros no somos responsables de lo que hemos
llegado a ser. Según parece de esto sólo te das cuenta cuando llegas a ser
libre y convertirte en adulto es ser libre. Ahora según parece soy adulto y libre
de sonreír cuando lo siento. Hoy sonrío a cada momento…es mi “way of life” y no
espero que se escoja tras ninguna pantalla publicitaria.
De nuevo con
mi bolsa “Munich” cargo con termo de té por si no aparecen zumos de invitación;
eso sí expuesto a regalar sonrisas a cambio de nada.