martes, 29 de octubre de 2013

A nuevos sitios, nuevas culturas

Cerré los ojos a lo largo de esa Avenida Javier Prado de Lima; según parece tenía un largo viaje por delante en el que la compañía se transformaría en imágenes ajenas tras una fría pantalla e imágenes descongeladas tras un cristal ausente de aliento.

Tras ese vuelco a la imaginación, con el fin de despistar las horas malgastadas con el único triunfo de cambio de bandera, me vi paseando por un nuevo Malecón en donde el gris del cielo parecía resistirse a cambiar el color de mi piel.

Un Malecón que seguía arrastrando el smog de una ciudad en donde la humedad hacía gotear cada una de aquellos vírgenes árboles de enfrente que pretendían extender sus ramas al disimulo de los que me acompañaban a día de hoy; los cuales fueron podados y mutilados en forma de quitasol para dar adorno a aburridos jardines de adorno, por donde el ser humano parecía discurrir entre la realidad y el sueño de desaparecer por unos minutos.

Yo tal vez aun un poco aturdido y desubicado no sabía en qué parte me encontraba. Pues tal vez se trataba de una nueva Lima…pero por el contrario al mirar allí arriba también parecía divisarse una propia estampa de Valparaíso; un nuevo cerro de casas de colores parecía no obviar un deja vu de viejos tal vez recuerdos. Es más si miraba de frente parecían verse camisetas amarillas con un escudo claramente familiar que recordaba mis orígenes. Era como si el pasado el presente y futuro tuvieran cabida en ese lugar desconocido.

Finalmente tras una compra con dólar encrucijado con el acompañamiento de nuevos ritmos latinos, me di cuenta que allí enfrente tenía una libertad llamada Duran que daba un guiño a la vida a una ciudad diferente en donde ese cerro de las peñas daba un toque interesante a más de una canción que acabaría sonando bajo escaleras de encuentro.


Guayaquil me daba la bienvenida a una nueva cultura por descubrir; mientras iba escribiendo estas palabras entre iguanas que avecinaban mi nuevo reto para los próximos días, llegar a las Galápagos.


martes, 22 de octubre de 2013

Tres libretas, una camino a Lima

…y porque un adiós no significa que dejemos de compartir las cosas…eran las primera palabras que se podían leer en aquella libreta de telas azules que había aparecido tras cuarenta soplos de deseos. Ahora treinta horas más tarde la abría en esa playa que de nuevo visitaban mis ojos, en un lucho llamado Arica; allí en donde mis tobillos de elefante buscaban su estado normal con el impacto de esas tenues olas de sal cicatrizante.

La verdad era complicado decir adiós y más un día como hoy; pues veía que acababa de cumplir mis cuarenta años lejos de la gente que quería…eran las primeras palabras que se podían leer en aquella libreta que estaba dispuesta a hacer volar su cierre de hierro sin miedo a decir que lo importante para ella era pensar que viviría permitiéndose sentirse autorealizada gracias a la sonrisa de caras ajenas, gracias a la ayuda a los demás.

Son aquellos momentos como el de ahora en los que aprovecho para decir lo que pienso cuando no os tengo en frente…eran las primeras palabras que se podían leer en aquella libreta en donde la naturalidad de sus hojas y la sencillez como carta de presentación era aprovechada por escritores, dibujantes,.. en fin, para cada uno de todos aquellos que estuvieran dispuestos a mostrar sus sanas inquietudes de forma desinteresada frente al mundo; pues ella siempre estaría allí con las cuartillas abiertas con ganas de aprender.

Y porque un adiós no significa que no nos volvamos a ver de frente durante cuarenta años más... Sí que es verdad que cada una de aquellas libretas se volverán viejas e irán desapareciendo por el camino ya que las mismas sólo se permiten existir por las inquietudes de cada momento. Sí que es verdad, que nosotros sin desaparecer tal vez estaremos tiempo sin vernos; pero si pasa, siempre nos quedará el recuerdo viejo o no, pero escrito, que nos permitimos compartir unas hojas de nuestras inquietudes sin miedo a aprender cosas nuevas.


Ahora agarro mí nueva libreta de telas azules sin dejar de observar los recuerdos de la libreta “roja”, tal vez aún faltan más impactos de olas tenues; mientras no nos queda otra que cambiar la Campiña por la Inca Kola, las Toddy por el Sublime, la palta por el choclo con queso,… mientras camino hacia la gris Lima.


jueves, 17 de octubre de 2013

Rojas

I tal vez me comporté como un cobarde al separarme silenciosamente de la persona más especial que había conocido durante estos más de diez meses de viaje.
No me quedaba otra que la de resignarme a seguir buscando palabras que me ayudaran a llenar el vacío de esas hojas marchitadas, del apego que maltrataba de nuevo a quien seguía buscando su aventura personal.
Esa aventura personal que parecía no entender de fines ni objetivos y que seguía desdibujando la posible cotidianidad para poder sentirse más libre.
Sí, esa libertad que de vez en cuando quedaba marchitada por la oscuridad de mi propia sombra, la cual parecía obviar esas huellas que se iban quedando marcadas en mi a veces frágil cuerpo.

I tal vez mañana, cuando me largara de este país, ese cuerpo cicatrizaría mis propias auto heridas; pero con ello no me permitía  que las mismas se perdieran en el olvido.
No me quedaba otra que la de resignarme a mirarlas para buscar el recuerdo de esos cortos momentos, que sin explicación alguna llegaron para ahondar en donde no existían sombras, pues las mismas no se permitían aparecer en la absoluta obscuridad.
Esa aventura que nunca acabaría, pues nunca llegó a empezar; pues sólo empezó de forma escrita hace más de medio año, cuando esta misma libreta abría sus ojos con un “Hasta Pronto Valparaíso”
Sí, yo ahora miraba atrás para seguir idealizando a quien me había hecho soñar y miraría feliz hacia adelante, pues aún me quedaban hojas que pensaba que algún día podríamos escribir juntos.

I tal vez mientras recordaría más que su sonrisa y..
No pensaría en la resignación por el distanciamiento corporal
Esa aventura se convertiría en más que una postal escrita
Sí, cada una de aquellas nuevas y viejas postales escritas, tendrían tu imagen como emoción, pues tú me las despertastes todas.



Dos personas se miran…



domingo, 13 de octubre de 2013

Uno corto para descansar…

Pues llega el día en que la madera es madera, el cristal es cristal, el hierro es hierro y la arena parece tan difícil de modelar que ni la propia locura inventada te permite pensar con todo lo que acontece a tu lado.

Así que me brindé una semana de vacaciones en donde sólo me permití respirar y mover mis extremidades al son de las necesidades básicas; con lo que la posibilidad de escribir quedo relegada a la de vivir; pensando en que no era necesario seguir escribiendo para buscar mi aceptación social, sino que podía hablar para que la gente me entendiera.

No es que cuando escribiera no viviera, pero tal vez no es necesario cuestionarse todas las frases que parecen ciertas para buscar más alicientes a lo que la vida propia te ofrece; así que salgo por unos días del caparazón kafkiano, esperando que todo fluya sin esperar nada. Un nada inexistente, por el mero hecho que la propia lluvia aparece por forma natural.

“Hola, buenos días…esta semana no acepto la vida como un desafío creativo y no pienso invertir mucho tiempo en la descripción y el análisis subjetivo de mí mismo; así que dejo mi cabecita plana para que la misma no pueda cambiar de pensamiento.”

Y como no estoy aquí para inventarme sentimientos, sino para decir lo que pienso, dudo del hecho de que la felicidad te haga un ser perezoso, sino que como mucho te hace discurrir menos y ello no implica, repito…que cuando escribiera no fuese feliz; pues la propia felicidad no tiene capacidad comparativa a partir del momento de que sólo los seres se sienten a sí mismos, pues lo que creemos que sienten los demás a partir de nosotros mismos, es tan sólo una invención de lo que te permitas estar pensando de ti mismo

“ Hola buenos días..estoy aún estoy Valparaíso y sigo feliz, al igual que ayer….pero con menos palabras escritas…”, el escarabajo quedo relegado tras nuevos episodios con que pensar; pues tal vez sólo cuando nos permitimos ser escarabajos, podemos decir lo que pensamos…pero bueno hoy dijo la verdad sin caparazón, sino siempre Samsa podrá aparecer por mí dentro de unos días.


“Hola buenos días…”


domingo, 6 de octubre de 2013

Cortas palabras

Recordad que el sol y la luna salieron durante todos estos años para cada uno de nosotros.

Recordad que nos disteis los buenos días y las buenas noches durante todos estos años a cada uno de nosotros.

Recordad que supe quién era mi padre y mi madre durante cada uno de estos años, sin tener que preguntarlo a cada uno de vosotros.

Recordad que yo no estaría ni aquí ni allí sino fuera por cada uno de vosotros.

Con lo que dejar de mortificaros pensando que a partir de cierto día nos quedamos huérfanos de apoyo, cariño, etc..pués conocí el significado de cada una de estas palabras antes de salir de las cuatro paredes que nos unió a los cinco.

Ahora desde el Puerto de Valparaíso tal vez el sol sale más tarde para mí, pero sigue siendo el mismo para cada uno de nosotros.

Cortas y sencillas palabras que me vienen a la cabeza después de escuchar el mensaje de una madre que se siente mal por pensar que no ha ofrecido el mismo tipo de atención para cada uno de sus hijos.


No hace falta decir nada mas…sigo escribiendo para proteger mis recuerdos


miércoles, 2 de octubre de 2013

En la B de Valparaíso también se aprenden cosas

Como cualquier lunes, cada uno de ellos se ponía al día de las caras visitadas durante ese fin de semana. Su libertad por moverse les permitía conocer más que nadie las intimidades de aquellos que los aguardaban suavemente entre sus manos; con lo cual ahora era momento de desahogarse y sacar toda la contención acumulada con aquellos que al igual que ellos vivían en la misma situación.

Durante esos días habían sido fieles a su razón de ser y habían aguantado con disimulo los diferentes cambios anímicos de aquellos que los utilizaban como evasión del mundo real; así que lo único que podían hacer era dejar su vista perdida al viejo horizonte, permitiéndose un único parpadeo obligado tras el contacto de aquellos dedos que les daban un suspiro de aire fresco.

Unos mismos dedos, que más de una vez habían dejado caer su ira rompiendo esas frases que acabarían huérfanas de esas palabras que desde buen principio les habían acompañado. Pero está claro que a veces es el precio que hay que pagar cuando uno busca aventuras, pues así es la vida misma, pues así somos nosotros mismos, pues así es como nosotros a veces nos quedamos huérfanos también de quien nos acompañó de buen principio, por la búsqueda de la burla a la cotidianidad.

Incluso es más, más de uno pagaría por perder alguna de sus historias con el fin de poder salir de esas paredes de madera que acababan aprisionando unas palabras que mezclaban historias del antes y del después, perdiéndose así cualquier sentido por ser leídas en un presente. Si, se trataban de aquellas pieles secas en donde su amarillento color los catapultaba como opción de segunda, tercera o tal vez de cuarta opción, pieles que acabarían perdiendo la percepción del tiempo por un futuro que les torturaba y un pasado que les encadenaba.

Yo ahora me llevaba una nueva historia tras ese intercambio de libros, al momento que miraba aquel conjunto de cuartillas de libros de colores que se mantenía expectante a mi elección; seguiría pasando el tiempo y mientras algunos seguirían buscando nuevas aventuras lejos de allí, otros se resistirían a salir por falta de confianza en sí mismos, otros seguirían confiando más en su propia historia que en la que les contaran los demás,…y como no en los primeros estantes siempre habrían los clásicos, aquellos que todo el mundo quisiera haber leído y que nadie quería leer…

Y como no, siempre hay los clásicos que siempre pensaron en buscar nuevas aventuras, pero que nadie les dio el empujón para hacerlo…


En la Biblioteca de Valparaíso también se aprenden cosas… como un libro a la vida, como la vida a un libro; o es el libro de nuestra vida; no sé si soy amarillo, clásico, aventurero…, pero seguiré transitando entre vidas o cuartillas dando humildemente empujones.