martes, 15 de abril de 2014

No más vistas ciegas

Él sonreía mientras sus padres miraban la carta con la intención de poder ordenar algo que les hiciera sentirse más próximo a su tierra; finalmente fueron unas papas bravas y unos calamares a la andaluza, al momento que el pequeño asentía con la cabeza cuando escuchaba la palabra mágica de esa soda cuyo nombre comercial no es circunstancialmente importante.

Ya me había cruzado unas primeras palabras con esa familia, pues una misma procedencia siempre ayuda a que uno comparta el porqué de la presencia en tierras en donde uno no comparte la primera hoja de su pasaporte.

Una vez servidos, se sentía en el ambiente una necesidad mutua de intercambiar más palabras; o tal vez era mi propio instinto y necesidad de saber algo más de ese niño que les acompañaba, pues sus acciones me revolvían cierta familiaridad gesticular de la que uno no se desprende por muchos años que pasen. Una familiaridad mejor dicho de la que uno sueña no desprenderse nunca por amor a sí mismo.

Así que llego el momento de esa pregunta intrusiva o tal vez esperada para aquellos que tienen ganas de dejar fluir todo aquello que llevan dentro para con ello poder dejar diluir preocupaciones y pensamientos ansiados de ser compartidos.

¿La adaptación de los niños ha sido buena? era una buena pregunta a la espera de una respuesta que pudiera encaminar sutilmente mis dudas… y la misma abrió la caja de pandora al responder que las únicas dudas habían sido aliviadas gracias a la buena adaptación de ese niño sonriente etiquetado con “autismo”.

Sí, una de esas putas etiquetas que parecen separar gente que tal vez está más unida que nunca. Gracias a esa familia descubrí que la primera dama de Panamá estaba fuertemente implicada en el tema y con ello había creado una institución para servir a la comunidad de personas con habilidades diferentes (como autismo, síndrome de Down, parálisis cerebral o retraso en el desarrollo) y sus familias.​

Un centro que luchaba por Incluir a las personas con habilidades diferentes a la vida (hogar, colegio, trabajo y comunidad) y prepararlas para que fuesen independientes, productivos y felices.​ Así que nuevas gotas de piel aparecían de alegría cuando el objetivo era reducir la exclusión social y la creación de igualdad de oportunidades.

Una visita obligada al centro me esperaba dentro de unas semanas, el nombre de Anne Sullivan tomaba forma de estandarte dando a ver que todo es posible es esta vida. Nuevos inputs para seguir viajando en la búsqueda de instituciones que luchasen por el Autismo despertaban mis inquietudes. Conseguir la fluidez comunicativa entre ellas a partir de hilos conductores que desinteresadamente pudiesen aportar algo me ofrecía más pies que nunca.


De la misma manera que Helen Keller aprendió a entender su entorno nosotros podemos empezar a luchar por entender el entorno de cada uno de los que nos rodean,  a pesar de las etiquetas que a veces tienden a separarnos de ellos…no nos hagamos los ciegos frente a las cosas que aparecen frente nuestro, allí a lo lejos hay luz.



jueves, 10 de abril de 2014

Buscando ideas para seguir hablando

Frente a la reiteración de las mismas acciones diarias producto de las largas jornadas de laburo, sólo me veía con la posibilidad de crear fábulas a partir de los diferentes objetos o cosas con las que me iba cruzando en el día a día. En el fondo era una de las principales razones de mi viaje; encontrar aquellos objetos autóctonos que definieran simbólicamente y según mi pensar cada una de aquellas emociones o momentos con los que me tropezara.

Así se daba a entender que el viaje de cada uno es a través de todo aquello que esta diariamente a su alrededor. Yo con mi viaje recibía ciertos estímulos y a través de los mismos los podía relacionar con un objeto de ese lugar de escritura. La línea de resultados vendría por saber si a través de esos mismos objetos a uno se le despertaban las mismas emociones o situaciones que a mí; sino al menos siempre nos quedaría intentar que a través de los mismos uno se permitiera viajar sin moverse desde el sillón de su casa.

Si nos damos cuenta toda la existencia esta creada a partir de todos los objetos que nos vamos encontrando, a día a día, así que con los mismos podemos seguir pensando, soñando, viviendo,… igual es  una contradicción con el hecho de viajar, pero teniendo en cuenta que por suerte o desgracia vivimos en un mundo terrenal; creo que es la manera de romper con lo que es tachado de material (sin vida) y cualquier pensamiento, sueño, liberación. No nos engañemos, cualquier objeto nos hace soñar, todo depende de nosotros mismos, pues pasamos horas y horas soñando desde casa. Con lo cual si queremos cada día puede ser muy especial, sólo depende de nosotros mismos.

Así que un día como hoy me encuentro manglares, playas blancas, arrecifes de coral, casas de madera con tejado de zinc y esos cangrejos  que me acompañaban en mis idas y venidas de mi lugar de alojamiento; allí donde desde antaño un mismo Colón se dedicó  a reparar sus naves.

Pues es allí mismo donde yo ahora casualmente también me reparo sin salvar ni guardar ningún tipo de apariencia, pues las mismas se quedaron al otro lado de la isla; así que ahora podía olvidarme de todo aquello que según parece era moralmente aceptable tras camiseta negra y bandeja en mano. Allí no tenía que deslizarme sobre ningún tejado ardiente de zinc, pues mi propio código Hays se había ido diluyendo entre aguas que separaban esas dos islas.

Ahora pues me podría simbolizar con aquel gato sin tener que quitarme ningún vestido de forma sensual o bien me podría ver como cada uno de aquellos cangrejos que poblaban media isla y que seguían escondiéndose en su caparazón para proteger su delicado cuerpo ante el miedo de no encontrar a tiempo esas raíces de los árboles que los salvaguardarse; pues tal vez el problema es que allí era el único sitio donde podían gritar para vencer el miedo que les atenazaba.


Así que tal vez sería un cangrejo en Colón y un gato sin tejado ardiente de zinc en Carenero, el cuerpo parecía estar dividido, pues tal vez nunca somos un “uno”. Pues tal vez es imposible aparentar lo que somos o no las 24 horas del día; en todos los casos seguiremos siendo animales, aunque a veces parece que lo olvidemos.



lunes, 7 de abril de 2014

Después de los pies vino el ancla

Al igual que hace poco más de un año era momento de volverse a reinventar, pues volvían los momentos en que uno se queda enclavado en un mismo sitio y el ritmo de nuevas emociones se ven reducidas más personalmente que nunca. Así que una vez más me tendría que excusar si mi capacidad de relatar nuevas imágenes se veía reducida en los próximos días.

De poco a poco me iba haciendo mío cada uno de aquellos lugares que ahora ocupaba, a veces era un simple metro cuadrado en aquel restaurant a veces un trozo de arena quema pies frente mi nueva casa de madera.

Un espacio en duda de si ser ocupado por mi cuerpo entero, pues con ello no sabía si era honesto conmigo mismo frente a la pregunta de ese viejo amigo limeño de adopción que cuestionaba si era mi corazón el que guiaba mis pies o al revés.

Por eso tal vez ahora partía mi cuerpo en dos en mi estancia en Bocas del Toro. El trabajo quedaría allí en donde el ruido y la gente se mezclaban entre tours que partían de esa llamada Isla Colón y el descanso se quedaría en Isla Carenero en donde un chapuzón de buena mañana me despertaba por si había olvido de Marimba.

Supongo que todo eran excusas para no tener que decir ahora si mi corazón se había quedado o no enclavado en algún sitio. Supongo que a medida que va pasando el tiempo las cosas se van viendo de diferente manera y a partir de aquí una pronta respuesta podría suponer un cuestionamiento inmediato tal vez no necesario en estos momentos en que la sonrisa amanecía en cada esquina.

Ahora con ropa limpia de nuevo y vivienda fija me limitaba a vivir el momento frente a cada uno de aquellos que me rodeaban tras un hasta la vista o bien aquellos que empezaban a repetir saludo a cualquier hora del día tras cualquier breve momento en que cruzarse.

Así que seguiría volando junto a mi estrella ya que a través de la misma aprendería de nuevo a oír lo que tal vez nunca tuvo sonido. Y así dejaríamos de cuestionarnos el amor, el sentimiento más elevado y poderoso del que es capaz el ser humano.

Ahora tocaría acabar con ese proverbio mapuche que me lanzaba esa vieja amiga que seguía danzando por gusto, al momento que daba aire de evasión a quien la conocía encima o bajo de una tarima y que decía:

“si sujeto mi corazón me iré a cualquier lugar; por cualquier parte pasaré”

Como podéis ver los temas se vuelven personales en el momento que se clava el ancla en un sitio y tal vez los mismos no importan a nadie por no reflejar nuevas imágenes con las que seguir viajando.


Pero ese soy yo, a veces hay que aprender a estar quieto y no moverse en la búsqueda de nuevas cosas, pues el viaje es el de la vida y este puede hacerse desde cualquier parte del mundo, todo depende de uno mismo; sólo hace falta sentirse vivo.




jueves, 3 de abril de 2014

Clavando los pies

Tal vez fue antes de lo esperado, pero es de esas cosas que cuando llegan tienes que aprovecharlas, pues el tren no pasa siempre al gusto de cada uno. Así que finalmente fijaba mi residencia por un tiempo en Bocas del Toro, Panamá.

Ahora con bandeja en mano podía seguir gozando de esas vistas a las aguas del Caribe gracias a ese embarcadero de madera que separaba un chapuzón a horas libres y unos cocktails y platos al orden de un idioma que debería practicar.

Era la vuelta a una de esas pequeñas rutinas a la que uno le da cierta estabilidad tanto emocional como económica y a las cuales tarde o temprano tenemos que agarrarnos sin clavo ardiendo para no dejarse perder en ningún sentido.

La idea era tomar pocos días de fiesta en los dos próximos meses vinientes y así poder gozar posteriormente sin trabajo alguno de aquellos países que me dieran algo más por esos dólares que sin llenarlos empezaban a cubrir mis bolsillos.

Encima contaba con la ventaja que en mis ratos libres podría ir descubriendo de a poco esas ocho islas que me rodeaban, en donde el sol nunca se perdía de vista y tal vez sólo por esto ya era suficiente para pensar que la decisión tomada había sido la correcta.

Ahora el único dilema venía por donde aparcar mis bártulos; optar por camas alternas allí en donde se fijará el mejor precio diario u optar por esa cama fija en donde poder desparramar cada una de mis cosas sin miedo a perder nada.

Así que una vez más iríamos viendo sobre la marcha e iríamos tanteando cada uno de aquellos lugares que allí se escondían. Pues hoy ya había tomado una importante decisión quedándome quieto y por más no debemos anticiparnos a los hechos, pues los mismos ya aparecen frente nuestro para que nos sigamos cuestionando el todo.

Pues tal vez Marimba le pondremos al sonido del despertador que ha vuelto después de mucho tiempo, secuenciando ahora mi vida. Pero el ciclo de la misma sigue en auge en el momento que uno ve la cantidad de minutos en los que uno puede despertar su imaginación sin marimba alguna. Eso sí, siempre y cuando uno no tenga miedo a lo que pueda aparecer frente de su mente, pues la cuestión es afrontarse a ello.


Do you like something to drink? O me voy a la playa, es mi hora de descanso….