De
sorpresa, de visita, de vacaciones, de paso, unos días en……… Barcelona.
Recuerdo
que justo hace un año estaba en Valparaíso escribiendo cuatro frases para el
cumpleaños de mi hermano. Era de los primeros cumpleaños que pasábamos alejados
uno del otro y era difícil ponerle palabras a todo eso.
Recuerdo
que justo hace poco más de siete meses estaba de nuevo en el aeropuerto de Barcelona
despidiéndome de mi hermano. Ambos éramos conscientes que no sería ni la
primera ni la última vez que pasaríamos por esa rara situación. Recuerdo que me
dijiste que siguiera viajando, que si era feliz así era lo que tenía que seguir
haciendo; pero que tal vez el sería también más feliz si pasaba más a menudo
por casa.
Hoy ya no
hace falta recordar nada, llego de incognito a Barcelona con la total sensación
de estar abandonando por unos días esa rutina caótica que durante estos dos
años me permite vivir con naturalidad, con simpleza y con mucha felicidad por
allí donde me apetece.
Hoy tenía
ganas de darte un abrazo y decirte “Felicitats germà” y por eso estoy aquí.
Me quedo
de vacaciones en mi tierra hasta el 24 de Octubre; así que dejaremos las
aventuras escritas por unos días para disfrutar con mucha felicidad de toda la
gente que a pesar de la distancia y de que pase el tiempo, aun quiero.
Buenos
días, buenas noches,… a todos!
sábado, 20 de septiembre de 2014
Que esta
pasando…
Llevaba
pocos días paseándome por los Estados Unidos y la posibilidad de encontrarme
con una sonrisa sincera pasaba por quedarme a la espera de la emisión de
cualquier comedia por allí donde no siempre decían las verdades.
La
atmosfera transmitía una sensación cargada de miedo, de inseguridad y de
desconfianza, tal vez augurada conscientemente por aquellos llamados agentes de
control social, los cuáles acababan mermando la posible comunicación entre la
gente.
Todo ello
se traducía con un sinfín de miradas perdidas hacía un fijo horizonte y un
aterrador número de personas que gesticulaban y hablaban consigo mismas. Pues
tal vez llegó el día en que estos se dieron cuenta de que el horizonte al que
fijaban la vista, si bien cambiaba de decorado a su paso, nunca llegaba a
responderles.
Al
principio pensé que podría ser debido a esos días de fina lluvia, pues también
existe la excusa del tiempo fuera de un ascensor, pero creo que allí pasaba
algo más. Me gustaría no pensar que la táctica del control mediante el miedo se
estaba volviendo como un estandarte en esas tierras de recompensa y castigo;
pues el miedo acaba destruyendo sociedades y matando personas, al momento que
lo injustificable se vuelve justificable como táctica de política más eficaz.
Tenía como
la sensación de que la gente estaba como abducida y unas ganas aterradoras de
romper cuatro cristales y preguntarles qué coño les pasaba me rondaba a menudo
por la cabeza; pero tal vez luego sería reducido por un nuevo agente social al
cual tendría que despistar marcándome un “monologo”.
Era día 18
de Septiembre y me acerque a Renton, pues hoy hacia 44 años de la muerte de uno
de aquellos que hacia arte bajo seis cuerdas; la táctica del Hitchhiking no
acababa de funcionar con esas ventanillas selladas al miedo, así que con la
combinación de dos buses conseguí plantarme a las puertas del cementerio.
Ahora veo
un cuervo negro plantado en lo alto de un arbusto; no sé si los que están allí lo
ven como un mal augurio, como un protector o simplemente como algo que vuela;
pero al menos sin importar su estado de ánimo siguen su singular ritual frente
la tumba. Tararean músicas con las que crecieron y se marcan movimientos
compulsivos al tocar cada una de aquellas piedras que coronan el memorial. Tal
vez ahora es cuando les veo más personas que nunca; tal vez el arte es la única
válvula de escape que les queda para poder dejar de enmascarar la realidad
Modificando
a Leonardo, diría que en esas tierras la realidad perece en la vida, pero por
suerte aun es inmortal en el arte.
Está claro
que Jimi Hendrix fue un vanguardista en muchos aspectos, incluso se adelantó a
predecir lo que en aquellas tierras se sentía y fue tal vez cuando dijo;
“Cuando el poder del amor sobrepase el amor al poder, el mundo
conocerá la paz”
Enciendo
la tele y alguien ha bombardeado Irak de nuevo; las cosas no cambian y Jimi
sigue muerto.
Espero que
la gente siga cantando, pero para mí creo que se acerca un Good Bye U.S.A.
miércoles, 17 de septiembre de 2014
Cerrando y
abriendo nuevos círculos que nos llevan al infinito
Mi sentido
de protección no me dejaba desprenderme de ella. Pero si una cosa había
aprendido durante este tiempo es que lo que recibimos de la naturaleza es de
todos y ella más savia que nosotros, nos hace devolver con señales las cosas allí
donde se sienten arropadas o tal vez conectadas con un “algo” que aún no se
descifrar.
Así que
empezaba a tomar consciencia la idea de que esa piedra se sentiría cerca de los
suyos con la compañía de esa especial persona que no por casualidad se había
cruzado por el camino y que con gran amor era capaz de acariciar cualquier
mundo sin la necesidad del tacto físico para sentirlo cerca.
Tal vez también
era la oportunidad para mí para cerrar un ciclo con ella y tal vez su
aislamiento físico tomaría forma de llave imaginaria, para poder así dejar de
andar con paso circular y abrirme sin miedo a nuevos mundos desconocidos.
Curiosamente
en los últimos meses me la había ido separando de mi pecho, había sido como un
lento proceso de desapego ni mucho menos pensado; un proceso que
inconscientemente había allanado el camino hacia lo que ahora parecía
inevitable.
Me intentaba
imaginar mi camino sin ella y aunque podría hacer saltar alguna lágrima, era
consciente que siempre habría una conexión existente entre ambos y que ya
llegaría el momento en que nuevos objetos tomaran el papel del apego. Así que
tendría que dejar fluir lo que mi cuerpo me pedía; un cuerpo que intentaba no singularizar
hacia un corazón o una mente, como razón de confirmación de cualquier hecho.
Curiosamente,
una mañana tras pasar por aquella mesa ocupada por ese pequeño vivero de
plantas, observe unas pequeñas patas de conejo que se secaban al sol y presentí
que allí había algo de mí; esa misma noche recibía de sus manos esa pata y sin
poder articular palabra alguna de agradecimiento me quedaba asombrado al ver
como lo pensado una vez más se sucedía.
A la
mañana siguiente acabé depositando esa piedra oscura en su mano, al momento que
una sensación de felicidad se apoderaba de mí al sentir que todo volvía a su
sitio. Una vez más se repetía la idea de que todas las cosas pasaban por algo;
pues no era una casualidad que ahora respirara ese aire de Salt Spring.
No son una
casualidad los caminos que vamos trazando, pues aunque a menudo por insistencia
de nuestro yo, pensemos que forman parte de nuestros planes, los mismo se
suceden al libre albedrío de un algo que aún no puedo descifrar.
Una vez
más tras gota de plata puedo confirmar que es cuando no pienso que lo veo todo
claro.
Ahora ya
me podía ir tranquilo de esa isla, era como si hubiera completado una misión
que había durado más de un año y medio, así que me seguiría moviendo por
llámale “impulsos”, por desconocer como nombrarlos; aunque algunos le llamasen “flow”.
Un pequeño
trozo del Perú se quedaba con alma entre esos árboles de Canadá; un pequeño
trozo de mí pasado se quedaba con cariño
en esa especial casa.
Tras
ritual de tabaco, me llega de nuevo una nueva piedra a la que apegarme; tal vez
mi nueva misión es encontrarle un nuevo sitio en este mundo.
Suena “The dreamer” de the Tallest man on the earth,
pocos minutos antes de irme.
Agradecido
por enseñarme que a partir de ahora antes de ir a dormir, es bonito pensar a
quien agradecer lo vivido.
Agradecido
a Salts Spring, agradecido a la casa, agradecido a ti.
Hasta
mañana
miércoles, 10 de septiembre de 2014
Diferentes
movimientos para una misma vida
Adagio en
G menor - Albinoni
El miedo a
quedarme desnudo frente a la gente me hacían llevar el sonido de la vibración de las cuerdas allí donde se acababan
paralizando con la barrera de mi propio lóbulo. Repetía esta acción a lo largo
de cada uno de aquellos días musicales en esa isla llamada Salt Spring, en
donde sin saber porque la relajación de los músculos llegaba más allá del
simple reposo de un cuerpo horizontal.
Cada uno
de aquellos sonidos que aparecían de ese pulgar tembloroso tal vez me los acababa
haciendo demasiado míos y sin estar orgulloso de ello, asumía que era lo único
que había aprendido a hacer tras sepultarme con numerosas capas que según mi estúpido
parecer, en épocas de lágrimas ver llorar, eran el único bálsamo para dibujar
una sonrisa ficticia. Sí, esa sonrisa suficientemente convincente para aquellos
que al igual que yo sólo se permitían llorar con los ojos cerrados.
Andante en
G Mayor - Vivaldi
Bajaban
cada día a vernos, muchos de ellos llevaban un árbol por cabeza que según
parece iban renovando cada año; tal vez era la forma de escenificar, los
diferentes disfraces que iban tomando como sujetos evocados a sobrevivir en esa
vida de farsa y teatro creada por aquellos que ahora acompañados de ruedas les
volteaban por su camino.
Así que me
era difícil entender si reían o lloraban, al momento que pensaba que tal vez
era estúpido pensar que ellos sólo tuvieran estas dos herramientas para evadir las
memorias eclipsadas del miedo. Así que al fin y al cabo acababa mirándolos con
la misma cara de aparente neutralidad emocional al momento que ellos giraban su
cuello como para direccionarse hacia un nuevo destino
Curiosamente
en cada uno de aquellos momentos, sin tener que gesticular mi rostro, uno
entendía que no era necesario expresar hacia afuera lo que sentía; pues a veces
la percepción, aunque innegablemente a veces desdibujada por nuestro yo, podía
ser más útil que la utilización de cada una de las máscaras que llevábamos con
nosotros mismos.
Allegro
Pequeña Serenata nocturna - Mozart
Levanto el
brazo una y otra vez golpeando esa maza afilada contra ese tronco de finas
circunferencias que se encuentra apoyado
en esa vieja madre hecha madera. A veces saltan finas tiras suaves y jóvenes
de rojo canela con formas familiares que me recuerdan a los que volteaban por mí
o su camino.
Agarro un
trozo entre mis manos y al levantar la cabeza veo como cada uno de aquellos
árboles se desnudan frente de mi sin que yo sienta el vacile de movimiento
alguno. Cada uno de aquellos trozos una vez despojado de cualquier corteza
opresora se muestra delicado, frágil, suave, lleno, fuerte, próximo,…todo. Tal
vez se vieron abandonados de ese fruto de fragancia de miel, pues las abejas
aun voltean por las tierras que piso; pero ya no necesitan de nada, pues ya son
todo, pues tal vez sus ojos críticos se quedaron sepultados bajo esa tierra.
Una tierra que ahora ya no necesita ni de rostro para que quien lo rodee la
sienta.
Silencio
Siempre
estamos allí aunque la gente a veces no lo vea; uno poco a poco puede ir
sintiendo el acompañamiento sin movimiento alguno. Pues la materia muerta esta
tal vez más viva que la gesticulación humana bajo el prisma de un “yo” que
quiere ser sentido para sentirse vivo; olvidando que la vida puede ser el
silencio sin movimiento.
Hoy
agradecido a la vida, a la música, a los ciervos, a los madroños y a los
humanos que sienten sin ser vistos.
Buenas
noches
P.D. al
intentar acabar me viene esta canción a la cabeza; allí veo un montón de gente
participando de una canción sin ni si quiera pestañear; por suerte cada uno de
ellos se van quedando desnudos sin darse cuenta y tal vez más llenos que cuando
se levanten del suelo y les toque a ellos actuar.
domingo, 7 de septiembre de 2014
De vuelta
al mar
Podría
hablar del viaje en esa furgoneta compartida hacia la costa canadiense, de ese
sótano de invitados allí en una calle de Vancouver en donde por fin pude dejar
las telas azules como método de intimidad o como no de esa preciada cama en esa
yurta mongola de Salt Spring que me esperaba después de más de dos meses para
recordarme que dormir más que un derecho se podía convertir en un placer.
Pero creo
que todas mis palabras, incluso aquellas que tal vez por suerte no se acordaron
de ponerles nombre, serían para aquel que seguía erosionando nuestros
estereotipados pensamientos, para convertirlos ahora en suavizados murmureos
sin derecho a ser juzgados.
Sí, allí
me podría mantener en silencio sin tener que dar explicaciones a nadie, sin
tener que colgarme ningún cartel anunciando mi estado de ánimo. Era consciente
que me acabaría acariciando a mí mismo repetidamente en cada uno de aquellos intentados
abrazos para sentirme que tenía a ese viejo amigo a mi lado; pero sólo el
fracaso sería no intentarlo una y otra vez.
Yo le
contaría lo que había hecho en estos últimos meses de ausencia y le explicaría
sobre sus vecinos que había conocido en esa isla. Algunos de ellos se
encontrarían allí mismo; pero ahora no me preguntaría, ni me importaría a mí
mismo si pudieran estar pensando lo que pasaba por mi cabeza; pues tal vez
ellos hacían el mismo ejercicio al momento que disimulaban mirando cualquier
horizonte imaginado o no tras cualquier cuartilla infantil que un día se
imaginaron haber dibujado.
Seguro que
me reencontraría al cabo de pocas horas con cada uno de ellos ya convertidos en
humanos y compartiría ruedas inacabables de música con las que yo pasaría con
pies de duende sin hacer demasiado ruido; tal vez por miedo a que me vieran
demasiado desnudo, tal vez porque no siempre tendría el mar de frente para
alejarme cuando quisiera. Tal vez porque todos necesitamos un poco de mar al
día para recordar por unos minutos quien somos.
Ahora
escribo esto en medio de altos árboles, pero al menos sé que si acerco la oreja
un poco más allá, me encontraré a quien siempre tendrá la última palabra gracias
a su constante murmureo.
Sino
siempre me quedara la opción de pensar que el humano es naturaleza, tal vez
también dibujada en cualquier cuartilla infantil olvidada y así me relajaré y
decidiré cuando hablo o no; al igual que con aquel que me deja acariciarme mientras
lo abrazo.
lunes, 1 de septiembre de 2014
Aparecen
de nuevo los egos
Demasiados
reniegos encima de esa escalera en los últimos días; siempre por esas putas
manzanas que se acababan resbalando de mis manos y que alargaban una vez más el
poder conseguir llenar ese cubículo de madera que sólo tenía sentido por los
nuevos kilómetros de cancha libre que me daría en la nueva tierra a donde
partir, Méjico.
Sí de
nuevo me convertía en una pieza más de ese engranaje productivo del cual había
despotricado tantas veces en los últimos meses; al momento que mi “yo” se
avivaba de nuevo por la necesidad de poseer nuevos logros, pues la ambición
aparecía como ese viejo fantasma que se ocupó de anular mi infancia para poder entrar
a formar parte de la sociedad.
Como
humano enfermizo me castigaba la idea de no poder conseguir acabar el día con
los mismos dólares que aquel con el que ahora me hacían competir codo a codo y
por el cual ahora ya no existía la idea de que la pérdida se pudiera convertir
en felicidad a partir del momento en que llenaba tanto dar como recibir. Sí esa necesidad de poder sobre los demás la cual no
acababa siendo nada más que nuestra debilidad disfrazada de fuerza.
Incluso la
llegada al store se traducía con la compra de ese refresco burbujeante de color
oscuro de no sé qué oso polar vi un día pasar, por allí donde se decían las
verdades tras colador de ideas para poder postular a ciudadano de primera.
Así que un
nuevo impulso de mandarlo todo allí donde una sentadilla daba placer me atacaba
cada escasos minutos, pero mi palabra dada a aquellos que habían confiado en mí
para resistir hasta el final de la temporada acababan congelando cada uno de
aquellas iras que se traducían en patadas de genio a cada una de aquellas
manzanas que ser reían expectantes en el suelo de la estupidez humana.
La dualidad
aparecía de nuevo; el blanco y negro, el bien y el mal, el sí o no parecían la
única vía para poder direccionar mis intenciones, pues es sólo eso lo que
estúpidamente había aprendido tras años de observación; pues las tres puntas de
un triángulo siempre habían estado tachadas de incongruentes. La posibilidad de
encontrar un punto medio se perdía al mismo ritmo que el equilibrio de ese funambulista
de paseo por una barra de acero frío.
La fealdad
a mi palabra daba vida a ese yo que tal vez había olvidado, no por saber quién
fuese o dejara de ser; pues tal vez ahora sabia más que nunca quien era, sino
por la necesidad de objetivos para pensar de nuevo que era algo dentro de ese
ahora ya “soñado” triángulo.
Así que de
nuevo intentaba poner mi mente en blanco al momento que pensaba lo que un día
decía el amigo Lennon.
“La vida
es aquello que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes”