miércoles, 27 de febrero de 2013


Lima, pesando en días atrás y mirando de nueva de frente

Allí se encontraba el último reducto de aquel crucero que se vio aclamado por la Perla de Pacífico; un reducto que bajo camisa de seda hoy hacia llorar cada una de aquellas notas de piano que rememoraban viejas historias del ayer, al momento que nublaba su vista con una Cusqueña por compañía, que parecía representar el único nexo de unión con cada una de aquellas maderas por tabla que nos acompañaban. Tal vez era esa misma niebla característica de Lima, con la que yo me iba levantado esa mañana, la única forma de escapismo que parecía ahuyentar sus viejos fantasmas del pasado, la misma que le ayudaba a vislumbrar los indecisos perfiles que se escapaban de peligros y abismos; tal vez por ello, se regocijaba en esa taberna horas y horas sin pensar en un tiempo que corría sin pensar en él.

Yo tal vez me había visto inmerso por esa misma niebla que cubría la ciudad, allí arriba en el Cerro de San Cristóbal, en donde la luz sólo parecía percibirse a través de las ofrendas de aquellos que rememoraban vidas perdidas por el camino; pero era consiente que esa neblina había sido pasajera, pues tras esa cortina se escondía una nueva ciudad llena de luz que discurría entre edificaciones coloniales que partían de más allá de la Plaza San Martín o de la propia Plaza de Armas. Una ciudad en donde el hollín marcaba los rasgos enmarañados de un río llamado Rimac, el cual bajaba con la misma fuerza con la que los niños a día de hoy corrían a la búsqueda de esos nuevos cuadernos que anunciaban la llegada de un nuevo curso escolar, unos niños que con ojos abiertos esperaban la llegada del reencuentro inocente con cada uno de aquellos compañeros con quien compartir ese verano que llegaba a su fin.

Pero mientras pensaba esto, las notas de aquel piano seguían golpeando con fuerza, al momento que repetían; Yesterday, all my….ese niño ya se había hecho grande y ya no compartía su inocencia con aquellos que le rodeaban, sino que dejaba escurrir sus sentimientos sólo a través de la música, a escondidas… al igual que lo hacían aquellas damas tapadas que años atrás, tras esos balcones de madera que acompañaban la ciudad, fustigaban sus calores pensando con aquel gentil hombre que sin sangre azul veían alejarse de las previsiones paternales.

Yo si pensaba con el ayer, recordaba los dos últimos días pasados en Paracas, en donde lejos de conocer la fauna autóctona, había dedicado el tiempo a no pensar en nada más que en como situar mi toalla para poder entablar conversación con aquel que desde lo alto nos iluminaba el día. Yo si pensaba en hoy veía una nueva ciudad para conocer…

Tal vez me preguntaría si aún era un niño, tal vez me preguntaría si aún no había crecido; tal vez no tenía sentido preguntarse nada y mejor seguir pensando que era un inocente o tal vez un ignorante de la vida…


domingo, 24 de febrero de 2013


Huacachina – Un oasis cerca de Ica

Fina arena se cuela entre mis ojos, al momento que el frío cubre mis espaldas y los hombros se estremecen hasta sentir la fuerza de mis costillas como presionan pidiendo aire. Allí abajo se encuentra un oasis lleno de luz, lleno de luz artificial hecha para aquellos que tras un vaso de bebida ebria, emulan una puesta de sol para recuerdo de aquellos que violaran sus fotos.

A mi izquierda se encuentra aquel oasis de tierra firme y labios resecos, de aquel que se apartó en la búsqueda de la soledad o tal vez de aquel que sin buscarla un día se encontró en ella. Realmente es allí donde me gustaría ir en estos momentos, no por buscar la soledad, sino por la paz que me seduce. Mientras pienso esto, de nuevo se estremece mi cuerpo que lidia entre una tierra frágil y suave y el cemento áspero de las codicias

Ahora aquí arriba ya me encuentro sólo y tras resistirme un rato, emprendo mi viaje hacia la luz artificial, eso sí echando una mirada hacia atrás.. No por volver allí donde me encontraba, sino por coger de la mano a aquel que se encontraba sólo y abrirle los ojos a una vida que tal vez nunca conoció, porque siempre hay alguien que nos quiere, porque siempre hay alguien que nos espera; porque aunque nos corten todas las flores de amor, siempre llegará una nueva primavera…

Porque el espíritu del hombre se alimenta de nuevas experiencias, pero como escribió Christopher McCandless en sus últimos suspiros, después de más de dos años buscando su propia esencia, la felicidad es real sólo cuando esta se comparte…

Que tu muerte sirva para abrir los ojos a todos aquellos introvertidos/extravertidos que luchan sólo consigo mismos…

Into the wild…no más palabras para hoy…

jueves, 21 de febrero de 2013


Líneas de Nazca

La araña, el mono, el colibrí, the dog, the parrot,… al cabo de media hora; Aero certifica que el Sr. Abel Farré ha sobrevolado las Líneas de Nasca (Perú), Patrimonio Cultural de la Humanidad, el día 19 de Febrero del 2013, a bordo de nuestra aeronave. Yo sinceramente me quedaba con el recuerdo de ir moviendo la cabeza de izquierda a derecha mientras el niño de atrás inhalaba toallitas húmedas de limón para no evacuar el último desayuno continental ingerido. Asimismo me llevaba el recuerdo de mi rostro con sonrisa estúpida apoyado en una avioneta esperando a Kelly McGillis.

Así que cabezón de mí y tras unos días leyendo sobre los enigmas que se escondían tras esas imágenes, me dispuse a buscar nuevas alternativas que satisficieran las esperanzas que había depositado en aquel entorno. Una vez en tierra me dirigí a la estación de autobuses; según parece existía un mirador metálico en medio de la Panamericana Sur en donde podría ver a unos pocos metros de altura la imagen del Árbol y de la Manos. El conductor de autobús me comentó que me dejaría allí y que cada media hora pasaba un bus de vuelta a Nazca que mediante levantamiento de brazo procedería a mi rescate. Oh yeah me dije!!! (Exclamación estúpida que utilizas cuando llevas de nuevo unos días en un Hostel).

Sin haber llegado aún al mirador, me di cuenta que a través de esa autopista hacia el infinito realmente todo estaba cambiando; viento, arena, piedras, laberintos de zanjas, matojos polvorientos, montañas rojizas,. Y finalmente llegó el momento; salté del autobús, cruce rápidamente la autopista esquivando los pesados camiones y subí corriendo esas escaleras metálicas al momento que lanzaba dos nuevo soles al buen hombre que bajo temperaturas amargas custodiaba la zona.

Realmente allí arriba cambiaba el tema, eran poco más de las dos del mediodía y la plataforma estaba vacía; así que pude restar durante media hora sentado observando aquello sobre lo que había leído días atrás. Posiblemente no eran imágenes tan grandes como esperaba, pero la situación, el momento, el viento, el silencio… le daban una fuerza que satisficieron claramente mis necesidades. De nuevo con auriculares en las orejas todo era mejor, hoy sonaba MYM, felicidades M (21 de Febrero).

Como fin de fiesta y de vuelta a Nazca, el Cerro Blanco, la duna más grande del mundo, aparecía frente de mi para darme la enhorabuena y yo con total satisfacción llegaba al Hostel y decía; Hey guys, see you on another place!!!

lunes, 18 de febrero de 2013


Valle del Colca – Del hombre a la naturaleza y de la naturaleza al hombre

Tras la búsqueda del cóndor allí en donde la cruz toma su propio nombre, nos desplazamos hasta Chivay, la capital de la región del Valle del Colca. Había sido un duro camino guiado por la verticalidad de aquellas piedras que veneraban a los Apus Incas y por las verdes terrazas escarpadas a los largo de rocosas montañas sagradas que emergían a lo largo del cañón más profundo nunca visto.

A pocos kilómetros de allí nos encontrábamos con los baños termales de “La Calera”, lo cuáles podrían ahuyentar un cansancio acrecentado por los problemas de altura, pues nos encontrábamos a más de 4.900 metros; pero como cautivado por la atmosfera de ese pueblo, opté por quedarme en tierra para conocer que escondía esa cultura.

Eran días de carnaval y por las calles la gente vestía con atuendos tradicionales cargados de colorido. Pero era un colorido que parecía mantener un dualismo con unos rostros silenciosos llenos de identidad propia que parecían restar importancia a la concepción del tiempo. Unos rostros que enriquecían su pensar con la mera observación de todo aquello que parecía no ser visible por mí mismo. Yo, avergonzado del sonido de mis propios pasos, opté por sentarme en una de aquellas aceras sombreadas, esperando entender algo; como aquel que inmerso en la oscuridad no absoluta espera la llegada de una imagen que le sentido al espacio que ocupa.

Tras permanecer en silencio, todo aquello que me rodeaba empezó a tomar vida poco a poco; la misma mujer que cerca de mi vendía su propia cosecha se interesaba con cortas preguntas y tímida sonrisa, acerca de mi procedencia, de mi viaje, etc… pero curiosamente aquella ausencia de palabras que hacía unos momentos echaba en falta, ahora me desbordaba, pues sentía como si mis respuestas fueran banales frente a la sabiduría de una gente que había aprendido a hablar sin abrir la boca con unos dioses que venían representados por la propia naturaleza.

Con todo aquello aprendí que no es necesario hablar para sentirte que estas presente, sino que con la mera expresión que recibimos de la interacción no sólo con los humanos sino con la naturaleza, muchas veces es más gratificante que la espera de palabras sin sentido que intentan ocupar el tiempo y el espacio.

No por ello deje de hablar con esas ya tres mujeres, pues yo aún me encontraba lejos de poder expresar en silencio todo aquello que pudiera llevar dentro de mí.

-….sí, de Barcelona

-…sí, llevo más de dos meses viajando

- …sí, visité Arequipa; fui cruzando por cada una de aquellas calles de sillar blanco que iluminaban la atmosfera nublada coronada por las fumarolas del volcán Misti. Tal vez con catálogo plastificado en mano recordare la arquitectura religiosa y colonial que me ofreció.

Las recordaré a ustedes, así como toda la gente que me acompaño durante estos días…esto no se si lo dije, pero espero que lo expresara…

domingo, 17 de febrero de 2013


Cambio Pesos por Soles…pero siempre os recordaré

I finalmente llega el momento en que te tienes que despedir de una tierra; por unos momentos pasan por tu cabeza paisajes, aventuras, momentos y sobre todo personas.. es uno de esos momentos en que te gustaría abrazar a aquello que sin tener cuerpo te hace fluir más que nunca cada una de tus emociones. Te gustaría abrazarlo con la misma fuerza con que te fuiste abrazando con cada uno de aquellos que se te fueron cruzando durante estos dos últimos meses y medio de viaje. Son abrazos sentidos con personas con las que eres consciente que posiblemente no volverás a ver nunca más y con ello se crea una situación en donde la marcha sin mirada atrás se convierte en el mejor opio para la posible nostalgia duradera. El apego y desapego parecen mantener un pulso en donde tú pierdes la capacidad a poder controlar tus sentimientos, pero con ello levantas cabeza y esperas seguir jugando al riesgo de conocer nuevas tierras, nuevas personas, nuevas vidas…

Así pues mi última parada sería Arica, en donde a parte del famoso morro, no podría hacer muchas cosas más, sí perdonad.. mirar la puerta trasera de los baños, los cuales claudicaron tras ingerir algunos alimentos en mal estado. Es como si mi cuerpo se revelara por primera vez por aquella marcha, era como si los nervios florecieran dentro de mí al dejar tantas emociones sentidas por el camino.

Pero consciente de que a veces es mejor partir sin dar vuelta atrás; me presenté en la frontera para enlazar con Tacna, ya territorio Peruano. Allí tras un mismo escenario, tan sólo parecían cambiar las banderas y las monedas, las cuáles me ayudarían a sobrevivir por un tiempo más mi viaje.

Tras el almuerzo partí rumbo a Arequipa, por el camino divise un desierto que fue tomando finalmente el verde de los campos, pero sinceramente no recuerdo si vi algo más…aun me sentía en Chile, eso sí sin negarme a dar la bienvenida a Perú.
 

jueves, 14 de febrero de 2013


El Tatio o el viejo que llora

Son poco más de las siete de la mañana y aparece el sol tras el volcán del Tatio para dar luz a cada una de aquellas columnas de vapor que van emanando de la tierra. La naturaleza se encarga de emular el campo de batalla jamás esperado, producto de aquella caverna en donde  convergen aguas subterráneas sobre un campo de lava. Es allí donde tal vez la naturaleza, tras un ataque de ira frente a la mano usurpadora del hombre, se expresa expulsando gases y vapores por cada una de aquellas fisuras agrietadas que nos rodean.

Nosotros corremos exhaustos entre medio de esas fumarolas y géiseres al momento que el aire que respiramos se vuelve falto de oxígeno; nos encontramos a más de 4.300 metros de altura y las hojas de coca no hacen más que aliviar los pequeños dolores de cabeza que nos acechan. Pero cada uno de nosotros de resiste a huir de ese espectáculo, aunque cada uno de nuestros rostros vayan desapareciendo de forma extraña entremedio de esas nubes bajas que descansan tras la atónita mirada de vicuñas, guanacos, ñandúes y vizcachas.

Finalmente nos despojamos de nuestras ropas, tal vez por la necesidad de sentirnos como aquellos animales que parecían no entender nuestra conducta o tal vez porque nosotros necesitamos sentir su libertad. Ahora nuestros cuerpos reposan desnudos en aquellas termas al aire libre, sintiendo así ese anhelo de libertad animal; pero al cabo de un rato me doy cuenta que tal vez todo aquello fue un sueño o mejor dicho una nueva lección…

Así pues cuando llego a Machuca, me doy cuenta que tal vez lo de la libertad de ser entre los humanos es una utopía. Allí los rostros quemados por el sol, de aquellos que residen en esas tierras, celebran el carnaval pintándose el rostro de blanco, al momento que con la ayuda del líquido de las uvas aclaran sus ojos; según parece ellos también tuvieron que pasar desapercibidos para no sufrir el ataque de los llamados conquistadores….

Pues tal vez el viejo que esta mañana lloraba, emanaba vapor para hacernos sentir que es un campo de batalla, cuál es la sensación de tener que pasar desapercibido, que pasa cuando quien está a tú lado de golpe desaparece, que pasa cuando no te sientes seguro ni en tu propia tierra, que pasa cuando delimitan tu tierra, que pasa cuando ocupan tu tierra,…

Cuantos “que pasa cuando” tendremos que seguir contando…

Cuantos “viejos” tendremos que ver llorar…
 

martes, 12 de febrero de 2013


Carretes, paisajes, personas,…. San Pedro

Un pequeño dolor de cabeza me hizo despertar, tras una noche en donde el Carnicero me hizo tomar consciencia de que era ir de carrete en San Pedro de Atacama. Pero no había tiempo para las lamentaciones, la lluvia había dejado atrás sus visitas anuales dándonos a conocer el llamado cielo azul atacameño.

Ahora me encontraba rodeado frente a formas escultóricas con crestas filosas, montículos y hondonadas cubiertas de aquella sal que años atrás había acompañado el agua que cubría cada uno de los caminos que a día de hoy nos allanaban el paso. Le llamaban el Valle de la Luna, así pues su conformación era parecida a la superficie lunar, debido a las distintas estratificaciones y afloramientos salinos ocasionados por los agentes naturales.

Un valle situado bajo el relieve de la Cordillera de los Andes, en donde el volcán Licancabur o montaña del pueblo perdía una vez más su virginidad por culpa de aquellos que confundieron la Dictadura como una forma de vida; un personaje cuyo nombre no se merece el derecho a ser recordado se había encargado de repartir minas anti persona por esa “Pachamama”, tal vez porque nunca entendió que significaba la palabra pueblo, tal vez porque..

Ahora tumbado en la Duna Mayor el silencio humano se apoderaba de mí y me permitía por unos momentos aislarme de todos aquellos que posaban su rostro tras unas postales de ensueño que validaran su estancia en esas tierras. De nuevo la música se convertía en mi puerta hacia la posibilidad de pensar en todo aquello que podía imaginar sin ser siempre visto; tal vez también por esa necesidad que uno tiene de recordar a aquellos que a día de hoy se encontraban lejos de allí y con quien sería bonito compartir cada una de aquellas vivencias.

Pero sin dar tregua al recuerdo abría de nuevo los ojos y más allá de aquella naturaleza que me daba cobijo, sentía que el calor humano de cada uno de aquellos que días atrás no tenían nombre eran los que me llenaban de felicidad. Ellos se encargaban de darme la posibilidad de conocer nuevas vidas, que tal vez tras el paso de unas semanas tomarían el relevo a mis nuevos pensamientos ansiosos de recuerdo. Intentaría pero no tomarlos con nostalgia, pues cada una esas nuevas vidas iban a seguir en mí siempre presentes.



sábado, 9 de febrero de 2013


San Pedro de Atacama; cruce de caminos bajo el agua

El silencio se hizo al pueblo y el viento empezó a acechar a cada de aquellos rostros que permanecíamos expectantes en lo alto de aquella colina de tierra árida. Un viento que ahogaba cada una de nuestras palabras y que tan sólo permitía ser aspirado para dar vida a los aullidos de aquel humilde saxofón, que desde un minarete invisible anunciaba la llegada del invierno altiplánico.

Ahora por las calles sólo restaban los ojos fúnebres de aquellos que deambulaban intentando iluminar ese laberinto sin paredes; el cual se extendía más allá de donde la incapacidad humana puede llegar. Un laberinto sin paredes que bajo un cielo a oscuras, permitía que nubes avergonzadas pudieran aparecer sin ser vistas, para dar paso a aquella agua que parecía estar reñida con esas secas tierras.

Finalmente esas tierras secas ajenas al sentido del rencor humano, dejaron ser tomadas por unas aguas que se tiñeron por el color del adobe como señal de agradecimiento. Un color de adobe que era tomado por cada una de cada una de aquellas casas, por cada una de aquellas calles que borraban su nombre para dar paso a nuevos ríos de vida que perderían nuevamente su virginidad, allí en donde el desierto tomaba de nuevo el sentido humano y no por ello el natural.

A partir de ahora ese laberinto sin paredes, abriría sus brazos inexistentes sin rencor alguno a aquellas aguas avergonzadas por su ausencia, al momento que la mano de aquel ser humano, que parece sólo entender de posesiones, seguiría luchando para que cada una de aquellos brazos tomara el nombre de cada una de las partes por las que se extendía; Chile, Argentina, Bolivia… de nuevo perdían los pueblos y ganaban las naciones…pasando por alto que posiblemente el aviso de aquel humilde saxofón partía de una lejana Oriente.

Pachamama…
 
 

martes, 5 de febrero de 2013


Muchas vistas y pocas emociones

Andaba y andaba por esa Avenida del Mar que separaba la Serena de Coquimbo intentando como describir estos días pasados y realmente me costaba mucho poder transmitir alguna emoción. Había partido de Santiago con la idea de descansar en cualquier playa idílica mientras rebozaba mi cuerpo al sol del Pacífico. I sí, es cierto que me había encontrado con Punta de Choros; una villa de pescadores bañada de azules y tranquilas aguas turquesa que reposaban sobre arena blanca; pero está claro que no todo aquello que entra por los ojos acaba cubriendo cada una de nuestras necesidades. Así que tras la búsqueda furtiva de delfines aturdidos por los motores de las lanchas que rodeaban la Isla Damas; partí de allí con el único recuerdo de aquellos que me invitaron a compartir su tienda de campaña, tras ver que mi economía se encontraba lejos de aquellas cabañas expuestas a las puestas de un sol que perdía su luz a golpe de talonario.

Es cierto, que también había comido buen marisco en el Puerto de Coquimbo, acompañado de refrescantes jugos de Frutilla; pero finalmente también, había tenido que acabar refugiándome a la sombra de cualquier árbol, como si todo aquello que me rodeaba no fuese conmigo; ya que todo aquello que me rodeaba me ayudaba a vivir, pero en ningún caso a sentir…

Así que tras la búsqueda de nuevos destinos al borde aguas saladas, pensé que posiblemente lo que necesitaba era un nuevo cambio de rumbo en mi viaje, un cambio que me ayudara a sentir cosas nuevas. Ahora esas edificaciones de cemento, esas neveras de refresco familiar, esos cuerpos bronceados en la búsqueda de vitrinas inexistentes, esas…no eran nada más que postales cargadas de sentimientos inventados.

Así que teniendo en cuenta que me encontraba en plena temporada alta y que mis bolsillos se podían empezar a agujerear, pensé que tenía que empezar a pensar en uno de mis últimos destinos en Chile, este tomaría el nombre de San Pedro de Atacama. Sin lugar a dudas el desierto podría ser una fuente nueva de emociones, al momento que allanaba el paso a la entrada a un nuevo país…tal vez Bolivia.

Mientras cerraba este cuaderno, Iván Ferreiro ponía música a estos momentos vividos; en esa playa que seguía vacía o tal vez ya, llena  de lluvia...
 

sábado, 2 de febrero de 2013


Recuerdos y nueva partida

De nuevo me vi andando por Santiago, siendo puerta de enlace para ir hacia el norte de Chile. Allí en una Feria me vi atrapado por un libro llamado “Crecer con Autismo”, en donde una madre empleaba el relato para dibujar el obstinado misterio de su niña autista; marcando así un mapa me miedos, angustias, incertidumbres, búsquedas,…

Eso me hizo recuperar una de esas viejas notas que un día le escribí a mi hermano…


Notas suenas bajo su almohada,
notas que nacen bajo su interior.


El las siente…abre los ojos,
sonríe…levanta la cabeza y mira al cielo.

 
Yo levanto mi cabeza y miro al cielo.
El cielo esta vacio…
Yo me pregunto - ¿tal vez está vacío para los que piensan?

 
Yo me pregunto - ¿conoces lo que miras?
¿O tal vez te escondes para poder mirar lo que nadie ve?

 
Yo levanto mi cabeza y miro al cielo.
¿El cielo está lleno?
Yo me pregunto - ¿tal vez está lleno para los que viven?

 
No te pido que vuelvas,
no te pido que pienses,
sólo te doy gracias por seguir viviendo…
mientras miras el cielo…
 

Ahora bajo la cabeza…
pero ahora mis notas estas huérfanas de tus ojos,
pero ahora mis notas están llenas de tus sentimientos.

 
…perdona por pensar