De la Ruta 40 a la Carretera
Austral – De El Calafate a Puyuhuapi
El autobús arranco lentamente
acompañado por las notas de Last Night Throughts de AaRON. En donde un piano
cargado a la vez de fuerza y melancolía estaba destinado a recordarme que a
medida que pasan los días, uno se da cuenta que a lo largo de cualquier viaje,
van apareciendo personas que se encargan de escribir los relatos de tu vida, personas
que se encargan de dejar pequeñas huellas en tu vida, personas que se encargan
de despertarte del pasado y del futuro…Hi! Good morning!, el presente está aquí y también existe…
Pero está claro que también llega
un momento en que ese afán viajero no siendo fiel siempre a tus sentimientos,
se encarga también de separar esos caminos que un buen día se encontraron por
azar tras ese ventanal de humo inhalado.
Así que ahora me encontraba de
nuevo sentado en el Omnibus de la Ruta 40 camino a Los Antiguos, en donde la
señales aún se aliarían con mi recuerdo mostrando mensajes tales como “it’s
amazing!!” Se trataba de uno de esos tantos conectores comunicativos que días
atrás nos había arrancado genuinas sonrisas de complicidad. Unas sonrisas que
ahora yo recordaría para siempre y que me ayudarían a seguir el viaje con más
energía que nunca.
Así que llegado a los Antiguos y
como si tuviera que cruzar nuevos caminos, sin que ello significara un olvido
de los anteriores; pues uno no se permite separarse del pasado con tanta
facilidad ya que el “nada” nunca es para siempre, me plante en Chile Chico.
Allí el Lago General Carrera se
encargaría de marcar mi nuevo horizonte hacía el llamado Puerto Ingeniero Ibañez;
en donde una vez en tierra sólo me quedaría agarrarme al ansiado viaje y
engancharme a la conocida Carretera Austral, en donde las estepas Argentinas se
verían traducidas por frondosas verdes Chilenas, llamadas bosques..
Sin ni siquiera poder cerrar los
ojos a lo largo del viaje para poder seguir manteniéndome en el presente, llego
el momento en que de nuevo el cielo anunció mi atardecer y tras el Lago Risopatron
me encontré con una pintoresca localidad
que enmarcada por elevadas montañas cubiertas de bosques se encargaría de darme
cobijo bajo el nombre de Puyuhuapi.
A la mañana siguiente baje rápidamente
las escaleras del hospedaje y chille;