Mark Ryden sigue esperando
nueve meses para mostrar la realidad en cualquier lugar del mundo
Ni ella misma sabía que tal vez nunca más se sentiría tan acompañada,
pues por aquel entonces la existencia del sueño como única opción de pensar lo
que se quiere aún despierto, no era necesario para poder seguir queriendo estar
viva. Pero finalmente aquella puerta a lo que llamaban vida se abrió quedándose
el pestillo sin posibilidad de conocer el entreabierto, pues los nueve meses ya
habían pasado y la posibilidad de seguir fluyendo en ese mar inofensivo había
llegado a su fecha de caducidad.
Esa nueva puerta se abría con claros colores pastel de finas paredes,
para con ello conseguir dar una entrada plácida a esa única brecha por donde
podía echar a volar esos ojos que por primera vez abría; unos ojos que tal vez
se quedarían ciegos con la misma fuerza y rapidez con la que ahora parecía
deslumbrarse al mirar aquello que le hacían llamar sol.
Las diferentes texturas de todo aquello que se iba encontrando le iban
marcando el camino sin vuelta atrás que le tocaba seguir. Por desgracia
empezaba a no conocer la ignorancia. Las preocupaciones que se referían al
mundo que ofrecen los sentidos empezarían a florecer tarde o temprano; pues vivimos
en la ignorancia cuando nuestras preocupaciones se refieren al mundo que no se
ofrece a los sentidos.
Esa niña se volvía una prisionera a medida que se veía insertada en el
mundo sensible y sus valores. Era la identificación de la realidad humana con
el cuerpo, la más que engañosa liberación del hombre y el descubrimiento del
mundo verdadero.
Y aquel mar que le había empujado hacia fuera iba sermoneando en voz
baja:
-Déjate querer pues aunque les
digan hombres también pueden ser buenos. Pues no hay competencia con la que
luchar uno con el otro. La verdad es que yo no me siento muy querido, parece
como si la vergüenza pasara por demostrar que puedas depender de alguien. No te
pido que seas mía, sino que quiero que sigas siendo tú misma, pero déjate
querer, ya que esta será la única manera con la que no nos vamos a hacer daño -
.
De nuevo la pintura de Mark Ryden cae en mis manos y representa cada
uno de aquellos pensamientos….pues veo de nuevo ese catálogo de pseudo muñecas
burtonianas. Ojos que se abren con fuerza mostrando ese miedo de la infancia; ojos
que reflejaran por pocos años el auténtico interior de la persona.
Por nuestra culpa nos seguirán vendiendo una infancia no idílica, pero
por favor sigue mostrando tu interior a través de tus ojos y no te conviertas
en un nuevo espectro humano sin colores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario