Como en casa
Por primera vez en este viaje me
di cuenta que tal vez estaba lejos de cualquier sitio, pero asimismo me sentía
más cerca que nunca de un algo que hacía muchos años que había soñado; un
encuentro parental parecía avecinarse con cada uno de aquellos que restaban inmóviles
con vista fijada en alguno de aquellos horizontes que un buen día se
propusieron proteger.
Así que en esa búsqueda de
acorazamiento humano del cual no se libra ni aquel que gime tras la puerta que
no esconde nada más que la falsedad de una realidad humana, me baje por esas
calles silenciosas y solitarias hasta llegar allí en donde los brazos de la
tierra no llegaban a juntarse, para con ello alcanzar a cada uno de aquellos
que sentimos sin puerta cerrada.
Allí estaba el Tahai dando las
buenas noches; entre alfombras verdes convertidas en pasto para caballos se
apoyaba con fuerza sobre la roca de color granito que lo vio nacer. Ahora con
mirada atenta restaba inmóvil de espaldas a aquello que había estado ausente en
mí durante los últimos meses.
Sí, de nuevo el mar hacía acto de
presencia y vestido de fuerte azul se volvía de blanco espumoso para celebrar
el encuentro con esa tierra que tantos años me había hecho soñar y que ahora
observaba con falta de palabras para agradecer.
Verde y azul se juntaban de nuevo
y celebraban el encuentro tras la sombra de mi figura humana que se encontraba
ausente de cualquier compañía humana; momento en que veía festejada mi
felicidad por esos últimos rayos llenos de energía y fuerza que rompían esas
densas nubes que me encuadraban en un episodio difícil de repetir.
Eran momentos en que la soledad
se agradecía por esa necesidad tal vez enfermiza de no compartir cuando uno se
llena de aquello que tal vez espero durante mucho tiempo, pero sin lucro a un
individualismo egocéntrico me sentía sano de juicio de los que me rodeaban.
Ahora una vuelta a casa con un
retorno diario, aseguraba mi nueva fiel mirada a quien año tras año seguiría
esperando la llegada de un viejo niño del que cuidar y por el camino las notas
de esa vieja rima del que no quiere crecer para poder seguir sintiendo sin
miedo a la soledad seguirían retumbando suavemente en mis oídos.
Oh Amelie…Oh rapa Nui
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