martes, 26 de agosto de 2014

In the river

No había hablado aún de esas idas y venidas al rio en donde un buen chapuzón y unas cervezas con alguna que otra barbacoa improvisada amenizaban las tardes de cualquier día. A veces en los llamados day off incluso nos acercábamos a las afueras del pueblo en donde nos adentrábamos mediante panel de madera a una reserva indígena a la cual los primeros días no preste mucha atención; pues tal vez entre el cansancio y las risas mirando aquellos que sacaban pecho lanzándose de ese improvisado puente de Madison, mi torpe cabeza se relajaba de nuevos pensamientos.

Pero de poco a poco me di cuenta que entre cada aquellos trapos hechos toallas se encontraban personas que no siempre hablaban una lengua familiar para mí, momento en que me di cuenta que de nuevo me encontraba en tierra colonizada Una tierra colonizada por unos colonizadores tal vez suavizados por nuestra querida Mas Media.

Así que a medida que fui levantado esas piedras de debajo esa fachada de armonía impoluta, me di cuenta que se repetía la historia de siempre. Las políticas gubernamentales impuestas sobre los pueblos indígenas sin su consentimiento arrasaban interponiendo la productividad como razón de ser. Sí de nuevo se repetía la fobia por la separación entre humanos, la exclusión y la marginación de unos pueblos que intentaban ser escondidos de la realidad actual.

Se repetían las agresiones a la cultura y la identidad colectiva del pueblo aborigen, las cuales intentaban debilitar los fundamentos de una sociedad.

Según parece allí también se promulgo como socialmente correcto la idea de que cada uno de los estados debía poner el máximo número de sus banderas en cada uno de aquellos lugares que según parece, y según ellos, la incultura de los cuales se lo permitía. Sí, los nativos de cualquier país colonizado, según parece deberían pedir gracias por ser atacados, humillados, utilizados como mano de obra barata, etc. Eso sí, ahora se pedían como voto de buena consciencia al decir que los mismos recibían ayudas sociales a nivel de escolarización gratuita, viviendas, etc..

Pero en el fondo se podía sentir el miedo; el miedo producto una vez más de la ignorancia humana. El miedo que aquellas personas pudieran  romper o desmembrar la identidad de un país, la idea de lo social, de lo nacional,...que durante años y años unos se habían dedicado a alimentar bajo normas, bajo insignias, bajo banderas con bastión ondeando en lo más alto de ese castillo de naipes creado al gusto del consumidor, consumidor, consumidor,...

Los colonizadores intentaron pisar su cultura  olvidando que el contacto que se origina con otras personas, establece en el futuro una nueva forma de pensar global, y que ello es natural.

Eso sí, supongo que ahora para disimular, seguiría quedando “cool” ir a una exposición de tótems aborígenes en Vancouver.


Bienvenidos ciudadanos del mundo al mundo de nadie; bienvenidos a la Hipocresía de todos..



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