jueves, 16 de marzo de 2017


¿Quién dijo Adiós a Chuchepati?

Aún recuerdo el primer día que lo vi. Había llegado al aeropuerto de Katmandú y un taxi me llevaba a la Boudha Gate, en donde me tenía que encontrar con uno de los compañeros del voluntariado. A la altura de una grande superficie comercial, en donde el taxista me aseguraba que era donde podría encontrar cada uno de aquellos productos a los que se le resistiera su búsqueda, se abría un gran descampado con tiendas y estructuras que según me enteré posteriormente albergaban a un gran número de los damnificados del terremoto del 2015.

Sí, según parece era campo de refugiados, de desplazados, de víctimas del terremoto, etc…. todo dependía del carácter que le quisiese dar el que lo nombraba; era Chuchepati.

Ayer pasaba por ese espacio y se hacía realidad el significado de la palabra descampado más que nunca; las excavadoras se habían encargado de arrasar la zona, no dejando ni rastro de las más de 2000 personas que allí vivían, ni de sus enseres. Un nuevo terremoto había arrasado la zona, con la diferencia que esta vez había sido un terremoto preparado y estudiado por “naturaleza humana”, sin lugar a dudas, a veces tal vez la más imprevisible.

Durante el tiempo que llevaba viviendo en Katmandú, había escuchado diferentes versiones de la situación real del campamento; por un lado, aquellos que decían que los mismos vivían en una situación de apalancamiento en la que no se buscaban salidas y por otra, aquellos que aseguraban que las ayudas prometidas por parte del gobierno no estaban llegando según lo acordado y de allí el porqué de dicha situación.

Como siempre la falta de información real en cuanto a los hechos, ofrecía la posibilidad de que cada uno de aquellos explicase su historia con libertad de equivocarse sin ser juzgado.

Es por ello, que esa misma mañana recurría a los diarios digitales del país, para tener más información, o para ver como los diferentes puntos de vista eran mostrados a la sociedad. Pero por desgracia las informaciones en diarios como el Katmandú Post o el Rising Nepal, el que según parece ofrece la voz del gobierno, dejaban hojas en blanco al momento que ofrecían una vez más la posibilidad de que las invenciones fuesen de boca en boca.

Tan sólo podía recuperar algún artículo en el occidentalizado Himalayan Times y alguna que otra información que repetía lo mismo, que parecía llegar de Reuters. Allí se anunciaba que las personas ya hacía un mes que habían sido avisadas de un inminente desalojo. El gobierno se reafirmaba con dicha acción, argumentando que la situación en el campamento estaba empezando a ser insostenible y que llegaba el momento que cada uno de aquellas personas recuperasen su sitio, en aquellas aldeas que quedaron olvidadas ya hace más de dos años.

Con falta de información no sabía que contar más, tal vez en mis nuevas vueltas por la Estupa ahora vería más gente mendigando o tal vez todo seguiría igual como los días pasados, pues a veces en Nepal las cosas cambian sin que la gente se dé cuenta, a veces en Nepal la información real no llega a los oídos de todos los interesados o por obligación desinteresados.

Me quedaré con el recuerdo de aquellos días en que visite el campamento con la ONG, para dar soporte educativo a los jóvenes que allí vivían e intentare no pensar que el lujoso hotel que se encuentra justo al lado del campamento, el cual no parece estar en proceso de desalojo, no llene ciertas líneas de tinta como parte implicada en el proceso.

Dogs are everywhere almost everywhere that I go



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