Allí donde la realidad pinto a
Monet
Compartí con ella cada una de las
diferentes luces que marcaban el principio y el fin de cada una de sus
historias diarias. Desde Playa Mansa a Playa Estación cuidaría cada uno de
aquellos movimientos que serían congelados para siempre y viéndome frente a la
imposibilidad de reproducirlos de forma exacta y realista se verían
transmitidos a una sola impresión que tal vez se volvería subjetiva; pero al
menos era la realidad que quería vivir en ese momento.
De nuevo con la necesidad de no buscar
ningún tipo de connotaciones heroicas, históricas, mitológicas o religiosas,
las formas desaparecían por completo bajo la imposibilidad de reproducir ningún
motivo exacto, pero si a la vez con sentido; pues el paisaje no era otra cosa
que una impresión, una impresión instantánea, la impresión que teníamos de
ella.
Pues todo esto que hago no es un
arte para vender productos. Ahora el arte no se nutre de la realidad para luego
transformarla; pues ahora la realidad supera cualquier arte y este se
transforma sin necesidad de artificio. Eso sí, una transformación que no logro
descifrar.
Perdonad pero ahora veo silencio
y pinto tablas de madera bajo manglares y flamencos rosados que se alejan de esa arena que ahora vuelvo a
ver que es blanca tras la luz que tal vez me invento. Eso sí, los árboles
desplumados siguen mirándome tras esas mismas corrientes de aguas frías o
calientes…me doy cuenta que de nuevo no cuento nada de lo que pasa…pues vuelvo
a pensar que no hay palabras para definir lo que pasa.
Pues no queda otra que levantar
la vista y ver que el barco pinta un sol naciente que tal vez decae tras la
vista de luces que iluminan hacia arriba o bien decaen al fondo del mar; pues
no se tal vez me lo invento. Mientras pienso en el sol naciente de Monet o tal
vez pienso que se trata de una nueva puesta de sol…
Es verdad, según parece estaba en
Galápagos y veo como los días se acaban, pero tal vez otro día volverán a
empezar allí en donde el sol vuelva a salir para darme nuevas ideas que pintar
historias compartidas. Pero si estas ideas no encuentran palabras, no seguiré
contando incongruencias, sino que volveré a guardar egoístamente mis
impresiones hasta que llegue el día en que encuentre palabras que lo definan.
Mientras sólo me queda un “ndkvanflbnfldnbbinfaibnafnbn”; pues tal vez era eso
lo que quería contar, o tal vez me lo invento…
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