sábado, 2 de noviembre de 2013

Salgo de la habitación en Vilcabamba

Salgo de la habitación cautivado por el olor de ese trigo bañado en agua que se hornea entre cúpulas de barro; unas cúpulas de barro fijadas por esas pequeñas piedras que partieron hace tiempo de los cerros que a día de hoy me acompañan, en ese reencuentro con vírgenes árboles desatados de la estampa humana de un jardín inventado de ciudad.

Salgo de la habitación y veo bandejas de guaguas de pan que representan el mundo de los vivos; un mundo de los vivos que se respira en cada una de las esquinas de ese pequeño pueblo, en donde uno puede afirmar que el único drama de la vejez consiste en recordar que un día fue joven.

Salgo de la habitación y veo un conjunto de habitantes foráneos que intentan nublar sus recuerdos de juventud entre aguas medicinales que emergen de la llamada fuente del hierro y cervezas por compañía; unas cervezas que sirven para compartir el recuerdo bajo mesas redondas, unas cervezas que sirven para olvidar el pasado.

Salgo de la habitación y veo que tal vez me he hecho mayor, si lo recuerdo; un recuerdo que también intentaré nublar mojando mi cuerpo en esa gruta en donde emerge esa agua milagrosa que cargada de minerales contribuye a contrarrestar la enfermedad pero no el olvido..

Salgo de la habitación y veo vasos compartidos de colada morada que representan el mundo de los muertos; un mundo de los muertos que se recuerda hoy día 2 de noviembre, pues a pesar de todo uno sigue recordando que no hay vida sin muerte.

Salgo de la habitación y subo al cerro Mandango para encontrar más piedras que fijen hornos de barro; unos hornos de barro que hornearan nuevas guaguas de pan que seguirán representando el mundo de los vivos… y mientras curiosamente descubro a Deepak Chopra, haciéndome pensar que una mente sin tiempo puede llegar a un cuerpo sin edad.


Estoy en el cerro Mandango o dios acostado; no sé si está muerto o descansa sin pensar en el tiempo; yo sigo observando el valle intentando no pensar en si es hora de comer, dormir u olvidar, pero tarde o temprano sé que bajaré para poder volver a salir de la habitación.



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