viernes, 15 de noviembre de 2013

Intermedios; a la búsqueda de la naturaleza hecha realidad

Últimamente se me podía criticar por padecer una pérdida descriptiva de los lugares que iba visitando, pues cada vez era más consciente que todo lo natural era tomado como piedra principal de recuerdo; allí en donde se difuminaban las guías turísticas por tedio a recomponer historias pasadas.

Sí, supongo que todos formamos parte de una generación, una generación que mira con ojos incrédulos a aquellos que nos dictaminan sus conocimientos como arma de paso de la vida. Una generación que vamos creando bajo nuestras propias normas, las cuáles se asimilan a aquellas que fueron atacadas en rebeldía por la innata ignorancia de algún antepasado. Eso sí! estas actualmente, bajo la ignorancia por conocer la derrota, nos conducen a pensar que nuestra individualidad de pensamiento nos hace aumentar nuestra autoestima.

Una individualidad de pensamiento, que se encuentra totalmente falseada por el hecho de que esta forma parte de un todo, lo social, el cual esta creado por un conjunto de individuos que siguen sin rumbo, aquello que se les determina como personas.     
     
Vivimos en una sociedad, donde el miedo a expresar todo lo que sentimos nos ahoga en la ignorancia, la ignorancia de no conocer todo aquello que podemos llegar a sentir como seres humanos.

Con lo cual te preguntas -¿Qué coño estamos haciendo? Es necesario tachar de incoherencia tardía todo aquello que nos acompaña del pasado, es necesario pensar que estamos creando el correcto camino para creer que somos diferentes, que somos mejores, que mejor dicho “somos”.

Realmente se me viene encima el hecho de pensar que nos encontramos bajo una crisis de individualidad egoísta, producida por el hecho de querer sentir nuestra existencia, la cual nos está conduciendo a la ignorancia; una ignorancia que se convierte en el precio que pagamos por ser más que el algo que seguimos infravalorado, eso sí, bajo nuestro continuo ataque de egoísmo existencial.

Así que seguiré obviando en los próximos días todo aquello que parece tomar importancia como piedra sin respiro y dejando de lado esa playa de Canoa, me dirijo allí en donde los caparazones escritos parecen obviar el paso del tiempo. Con ellos seguiré aprendiendo de la palabra del ahora y del antes, sin tener que tener en cuenta la enclavación de un edifico, de una calle de una plaza como norma de conocimiento.

De nuevo me propongo a salir de aquí y escuchar y sentir todo aquello que me aporta aquel que con palabras o sin palabras vive.


Rumbo a las Galápagos…



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