La propia
tierra se despertó y yo también
Después de
estar recorriendo más de un año zonas con ciertas posibilidades sismológicas,
llego el momento de vivir una de ellas en plena consciencia. Pues a pesar que
la misma aun no estoy seguro de si me despertó, la duración de la misma se
alargó más allá que un segundo de ese claudicado reloj de sol que espera
reclinado en luna llena, se alargó más que la espera del que no se sabe lo que
espera..
Como caer
al vacío estando sin movimiento alguno, como agarrarse a tarros de mantequilla
de madera maciza, como seguir cayendo con colchón pegado a la espalda, como
llenarse los pulmones de aire sin sentir necesidad de respiración alguna por
miedo a perder la vida; los ojos se van hundiendo en sus propias orbitas sin
poder encontrar un objetivo en donde poder clavar su mirada. Un objetivo en
donde poder sentir cierta seguridad; sí, ese punto en donde quedarse quieto
frente a un abismo invisible.
Y sigo
cayendo al momento que miro la parte superior de la litera que intento alcanzar
sin suerte alguna, pues la misma parece moverse sin tener nada que sospesar; …miro
la hora y parece que es momento de seguir durmiendo.
Grita la
gallina como cada mañana buscando un sitio caliente en donde calar un huevo y
mis ojos parecen tener un leve recuerdo de algo que pareció un sueño, pues la
imagen fotográfica de mi memoria vale más que el intento de fotocopia bajo
papel o imagen que lo intenta plasmar.
Mientras
tomo mi Bonlac de fresa con hojuelas de avena y trozos de chocolate en ese living
que hace días que me acompaña, ciertas voces alertan de un mismo mal sueño que
parece marcar coincidencias con una misma alerta. Estoy en lo cierto pues el
terremoto fue real allí en donde el epicentro tomaba el nombre de mi propio
hermano, David.
Nueva
experiencia que contar sin daños que declarar al momento que admiro ese miembro
creativo del planeta que me vino a despertar. Con lo que podemos seguir
diciendo que de todas aquellas cosas ya sean buenas o malas, aparecen como
enseñanzas que debemos de aprender. Así que encontrando esa enseñanza y esa
belleza que a veces se puede volver maligna uno puede seguir descubriendo el
sentido de la vida.
Curiosamente
ese nuevo epicentro aparece como señal de un nuevo lugar que visitar, ha sido
la propia alerta de mi movimiento que parece anunciar mi nueva huida consentida.
Dejamos Bocas del Toro y buena gente con la que compartir, pero el cliché del
trabajo relacionado con aquella tierra parece obligar mi marcha para que
parezca una vuelta a empezar.
Era un buen
sitio y tal vez me dejé muchas cosas que descubrir, pero la idea de que en
cualquier momento tendría que volver a sospesar una bandeja aunque la
liberación del trabajo fuese un hecho, no me dejaba a acabar de disfrutar el
momento.
Así que como
leía el otro día abandonaría la autopista de los cuerdos para vivir el sueño de
los locos. Lo que es cierto es que el terremoto no fue un sueño, pero que
también ahora transitaba por una carretera de curvas.
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