viernes, 9 de mayo de 2014

Pues el salitre abre puertas y tal vez las ideas

De repente me encontré con un baño de buena mañana mucho más especial de lo normal en donde el único disipador se escondía tras un clásico sonido de mar de un día nublado cualquiera. Sí, ese disipador en forma de aire suave que me alejaba intermitentemente de la realidad tras aquellas cabezaditas que parecían saber lidiar con ese ahora cansancio agradable producto de pocas horas dormidas.

Pocas horas dormidas de esa tal vez mañana, noche o bien pérdida de sensación del tiempo de lo que podríamos entender como día anterior.

Un día anterior si se le pudiera llamar así, en donde la maratón bajo bandeja en mano se había alargado hasta que mis propios ojos se convirtieran en una luz más que apagar en esa sala ahora convertida en una sauna en donde solo se me daba la posibilidad de servirme a mí mismo.

Me servía a mí mismo mientras iba repasando cada uno de aquellos cerrojos hasta que el sonido de anclaje de los mismos anunciase su cierre. Un cierre que parecía anunciar el final de esa etapa que se empezaba a palpar y que marcaba de nuevo el subidón de libertad y de rotura con la continuidad propia. Sí,  hasta de las mismas frases que os estaba escribiendo en este momento y que empezaban estúpidamente con el mismo fin que acababan.

Así que ahora tomo el salitre por bandera y me propongo continuar sin linealidad alguna y como me dé la gana, al momento que veo que no todo cerrojo encuentra su anclaje convirtiéndome así en ese oxidante que revienta y se cuela por allí donde quiera ofrecer cualquier libertad sin necesidad de creación de la propia palabra.

Veo sillón hecho cama al momento que mi oído se agudiza como animal invertido de presa, orquestra  de máquinas que expulsan el aire que les oprime y que se hacen sentir por primera vez en el día…y como no el grito de aquellos que aun deambulan por la calle con el alcohol subido y que tal vez también lo necesitan para poder decir lo que piensan.

Así que tal vez el cerrojo no se oxido por ninguna casualidad mientras aparecía un bonito amanecer con té y cigarrillo en mano, al momento que pensaba que no os estaba hablando del mismo día en el que había empezado bañándome.

Pues tal vez es por esta razón que el sol sale cada día, para recordarte que nunca es demasiado tarde para volver a empezar; nunca es demasiado tarde para saber él porque de ese cerrojo que necesita del salitre para liberarse…

Pues tal vez estar vivo no es suficiente motivo para estar bien, sino que prefiero empezar a buscar por el camino de lo que llaman desdicha, pues la misma también libera.


Buenos días cerrojo, pues te oxidaste, pues te liberaste…



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