Diferentes
movimientos para una misma vida
Adagio en
G menor - Albinoni
El miedo a
quedarme desnudo frente a la gente me hacían llevar el sonido de la vibración de las cuerdas allí donde se acababan
paralizando con la barrera de mi propio lóbulo. Repetía esta acción a lo largo
de cada uno de aquellos días musicales en esa isla llamada Salt Spring, en
donde sin saber porque la relajación de los músculos llegaba más allá del
simple reposo de un cuerpo horizontal.
Cada uno
de aquellos sonidos que aparecían de ese pulgar tembloroso tal vez me los acababa
haciendo demasiado míos y sin estar orgulloso de ello, asumía que era lo único
que había aprendido a hacer tras sepultarme con numerosas capas que según mi estúpido
parecer, en épocas de lágrimas ver llorar, eran el único bálsamo para dibujar
una sonrisa ficticia. Sí, esa sonrisa suficientemente convincente para aquellos
que al igual que yo sólo se permitían llorar con los ojos cerrados.
Andante en
G Mayor - Vivaldi
Bajaban
cada día a vernos, muchos de ellos llevaban un árbol por cabeza que según
parece iban renovando cada año; tal vez era la forma de escenificar, los
diferentes disfraces que iban tomando como sujetos evocados a sobrevivir en esa
vida de farsa y teatro creada por aquellos que ahora acompañados de ruedas les
volteaban por su camino.
Así que me
era difícil entender si reían o lloraban, al momento que pensaba que tal vez
era estúpido pensar que ellos sólo tuvieran estas dos herramientas para evadir las
memorias eclipsadas del miedo. Así que al fin y al cabo acababa mirándolos con
la misma cara de aparente neutralidad emocional al momento que ellos giraban su
cuello como para direccionarse hacia un nuevo destino
Curiosamente
en cada uno de aquellos momentos, sin tener que gesticular mi rostro, uno
entendía que no era necesario expresar hacia afuera lo que sentía; pues a veces
la percepción, aunque innegablemente a veces desdibujada por nuestro yo, podía
ser más útil que la utilización de cada una de las máscaras que llevábamos con
nosotros mismos.
Allegro
Pequeña Serenata nocturna - Mozart
Levanto el
brazo una y otra vez golpeando esa maza afilada contra ese tronco de finas
circunferencias que se encuentra apoyado
en esa vieja madre hecha madera. A veces saltan finas tiras suaves y jóvenes
de rojo canela con formas familiares que me recuerdan a los que volteaban por mí
o su camino.
Agarro un
trozo entre mis manos y al levantar la cabeza veo como cada uno de aquellos
árboles se desnudan frente de mi sin que yo sienta el vacile de movimiento
alguno. Cada uno de aquellos trozos una vez despojado de cualquier corteza
opresora se muestra delicado, frágil, suave, lleno, fuerte, próximo,…todo. Tal
vez se vieron abandonados de ese fruto de fragancia de miel, pues las abejas
aun voltean por las tierras que piso; pero ya no necesitan de nada, pues ya son
todo, pues tal vez sus ojos críticos se quedaron sepultados bajo esa tierra.
Una tierra que ahora ya no necesita ni de rostro para que quien lo rodee la
sienta.
Silencio
Siempre
estamos allí aunque la gente a veces no lo vea; uno poco a poco puede ir
sintiendo el acompañamiento sin movimiento alguno. Pues la materia muerta esta
tal vez más viva que la gesticulación humana bajo el prisma de un “yo” que
quiere ser sentido para sentirse vivo; olvidando que la vida puede ser el
silencio sin movimiento.
Hoy
agradecido a la vida, a la música, a los ciervos, a los madroños y a los
humanos que sienten sin ser vistos.
Buenas
noches
P.D. al
intentar acabar me viene esta canción a la cabeza; allí veo un montón de gente
participando de una canción sin ni si quiera pestañear; por suerte cada uno de
ellos se van quedando desnudos sin darse cuenta y tal vez más llenos que cuando
se levanten del suelo y les toque a ellos actuar.
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