El tiempo y el hablar; ahora llueve en Katmandú
No siempre hablar es necesario.
No tiene por qué ser necesario, que el hecho de estar sentado frente alguien
tenga que ser sinónimo de abrir la boca. Pues cuando hablar se convierte en una
acción de cortesía hacia a quien uno le acompaña, no es nada más que en un conjunto
de verbos y sujetos que se suman como un pasatiempo sin sentido.
Tal vez hoy me acojo a esta idea
para explicar, por qué estos últimos días no he escrito nada. Es cierto que
podría excusarme diciendo, que ha sido debido a que he pasado tiempo en las
montañas. Sí, allí en Manang, dentro del circuito del Annapurna; donde uno se
encuentra separado de esas conexiones a Internet, a las que nos tienen todos en
alerta de cada uno de nuestros pasos.
Pero bueno siendo sincero,
prefiero decir que no tenía la necesidad de aportar nada, ni esperaba que
alguien tuviese que escuchar o leer tonterías, aunque tal vez también lo puedan
parecer las que actualmente estoy diciendo.
Pero como hoy me levanté con
ganas de hablar de ello, fue momento de empezar a escribir alguna cosa. Sí, tal
vez sería más interesante hablar de estos últimos días en esa escuela rural de
Dharapani, en donde hemos llevado a cabo talleres de teatro, de música, de
arte, de diseño, con ese tipo grupo de niños a los cuales la gente se dedica a
disparar un conjunto indiscriminado de instantáneas, para no sé qué tipo de
recuerdo.
Sí, la verdad es que, no
entendiendo el porqué de la fotografía, cuando la misma no tiene un fin
artístico. ¿Qué finalidad tiene que nos fotografiemos junto a un conjunto de
gente que acabamos de conocer? ¿Qué queremos demostrar con ello? ¿Tal vez
buscamos cosas que nos sirvan para buscar nuevas estúpidas conversaciones sin
sentido? Sí, tal vez es que, frente a esos momentos de angustia por un silencio
inminente, tiraremos encima de la mesa esos ases que guardamos en la manga,
para sentir que nuestra existencia también fue interesante.
Como no, tirar de los recuerdos
acaba convirtiéndose en un nuevo método para sentirnos que algún día hicimos
algo interesante y una foto siempre lo corroborara…; pues la verdad es que sí
que andamos cortos de recursos presentes interesantes…. ¿os es que la sensación
del tiempo es lo que realmente nos acaba comiendo? ¿o más bien el problema es
que el tiempo que percibimos no siempre coincide con el deseado?
Al fin y al cabo, todo es tiempo.
Sí, medir el tiempo, una de esas estupideces humanas que lo único que provoca,
es que nos marquemos objetivos constantemente con fecha de caducidad.
Llegamos al mundo con orejas para
escuchar, ojos para ver y boca para hablar cuando fuese necesario y en cambio estúpidamente
nos quedamos ciegos, sordos y mudos por intentar percibir que el tiempo en el que
vivimos es el deseado; a pesar de que su órgano de medición sea inexistente.
Tal vez mañana o pasado, tenga la
necesidad de explicar que hice algo interesante en esa escuela, y así pueda
sentirme bien conmigo mismo. Estúpidamente sabré que estaré dejando de ver y
escuchar cosas que estarán pasando justo en ese momento frente de mí; pero igualmente
saltaré corriendo a buscar esa foto que nunca hice, para que me lo recuerde.
Pero ya se sabe que no siempre lo
que uno percibe es lo que desea y con ello el tiempo sigue jugando a su favor….
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