domingo, 23 de diciembre de 2012

El Chaltén

Tras uno de esos ventanales se encontraba ella, con mirada triste y perdida a un horizonte inexistente, veía como se les escapaban uno a uno cada uno de aquellos recuerdos pasados con la misma rapidez con que hoy, veía consumir cada uno de los cigarros que inhalaba sin parar. Cada uno de aquellos cigarros era la excusa perfecta para abandonarnos por un momento y seguir pensando como la bonita historia llegaba a su fin. El billete de vuelta se llamaba 30 de Diciembre y con ello se acababa un año sin contar banderas ya que estas no tenían espacio en un mapa físico en donde se trataba a todos por un igual. 

Tras compartir la excusa perfecta del alejamiento diario a la que todos los fumadores somos afines, me presentó su principal fantasma; sin lugar a dudas este se llamaba “Regreso”. Un fantasma que se veía acrecentado por el mero hecho de que la palabra “regreso” no comprendía la realidad de la situación. Era imposible hablar de regreso, porque ni el sitio de donde partió hace un año sería el mismo ni ella era la misma; se trataba de un billete de vuelta en donde la única realidad era la existencia de un retorno de un nombre y no de una persona, el retorno a un trozo de tierra pero no a un país.

Tras unas miradas de consentimiento mutuo, la invité a que compartiera cada una de las vivencias que minutos atrás consumía compulsivamente tras esos ventanales. Se trataba de un mero trato entre un genuinidad sabática de conocimiento que buscaba ponerle nombre a su persona y a mi Abel ignorante.

Así que dejando atrás esos ventanales ensombrecidos por las agujas del Fitz Roy nos adentramos al Parque Nacional de los Glaciares, dispuestos a conocer cada uno de sus secretos. Nuestra aventura por esa belleza primeriza duró unos días; desde el nacimiento del Rio Blanco hasta la loma del Pliegue Tumbado nos adentramos por el camino del Glaciar de las Piedras Blancas, la Laguna de los Tres, la Laguna Capri, la Laguna Torre… y cuando volvíamos a la realidad…Una realidad marcada por la vuelta a los ventanales tras cortinas de huma inhalados, yo me preguntaba quién sería yo dentro de un año.

Sólo podría pensar humilmente que por lo menos me reconoceríais por mi nombre…y siempre “sé” que al menos me quedarían viejas canciones que me ayudarían a recordar quién había sido.


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