Perito Moreno
Tras unos días divagando por las
montañas, llego el momento en que el cielo perdió su luz y acabó bajando su
telón para medirse por primera vez a un nuevo conocimiento que descendía
uniformemente desde las alturas. Un conocimiento cargado de luz y fuerza y que en forma de sentimientos cristalizados se
veía abocado a conocer nuestra cruda realidad.
Unos sentimientos cristalizados, que
alejados hasta día de hoy de cada uno de nosotros se mantenían firmes y
agrupados por miedo a perder una impunidad carente de significado; una impunidad
que nosotros queríamos romper avariciosamente desde el otro lado de la valla. Sí
era allí, tras esa valla en donde los significados adoptan el papel de palabra,
en donde nos encontrábamos nosotros, anhelando el desprendimiento de cada uno
de esos momentos, con el fin de poder aunque fuera por unos segundos recibir
algo de su conocimiento.
Ellos finalmente ahogados por
nuestra presión acababan cayendo; al mismo momento que sus antecesores
chillaban por su pérdida, al mismo momento que el cielo veía sus lagrimas
llorar, al mismo momento que nosotros errados de sentimiento… intentábamos congelar
ese espacio de tiempo con una imagen, sin dar tregua a un luto natural.
A lo largo de ese camino, veíamos
como se deslizaban cada uno de sus pedazos por una laguna intoxicada por una
humanidad que acabaría derritiendo cualquier presagio de buen hacer.
Aunque siempre nos quedaría la ignorante
esperanza que alguna esencia quedaría intacta y acabaría recorriendo los ríos
de nuestras vidas.
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