Bolivia, La Paz y el Hormigón Armado
Creo que podría estar horas y
horas hablando de la Paz, desde mi llegada allí por el Alto me vi deslumbrado
por ese valle poblado de viviendas en donde se respiraba un aire de bondad
mezclado con la combustión y el claxon que llegaba más allá de la medianoche.
Creo que podría hablar de mi
querida Plaza Murillo, de la calle de las Brujas, de la Catedral de San
Francisco, de los partidos de futbol en Lalkacota, de esos miradores en donde
descansar la mente, de esas paradas por falta de oxígeno….pero creo que
sinceramente lo que recordaré siempre, aunque aún no salga en las guías
estipuladas por el capitalismo, será ese tour con el Hormigón Armado.
Por cosas de la vida en uno de
mis paseos me tropecé con la Fundación Arte y Culturas Bolivianas en donde me
dieron la posibilidad de participar en un video para promocionar los tours
turísticos que llevaban a cabo un grupo de lustrabotas de La Paz. Sí, esos
lustrabotas que aún tenían que mantenerse con la cara tapada con esa tela
espesa que sólo les dejaba ver unos ojos cargados de humanidad que parecían ser
un recelo de cara a aquellos que los miraban desde arriba con ojos llenos de
codicia. Sí, tenían que mantenerse ocultos en su profesión, para evitar el
desprecio y el aislamiento de aquellos mismos que se sentaban diariamente
frente a ellos para desempolvar y figurar una limpieza entera de ser. Sí
curiosamente aquel que usaba su servicio para aparentar un ser digno, le daba
la espalda al mismo cuando el se mostraba como tal.
Con ellos recorrí cada uno de
aquellos sitios que a pesar de formar parte de La Paz, parecían no servir como
carta de presentación según otras agencias de turismo. Gracias a ellos conocí cada
uno de los mercados de la Paz; el de los helados, el de las flores, el de Uruguay,
el de los sombreros,….con ellos conocí el mercado de la vida, el mercado de la
realidad! Todo ello a través de palabras sinceras y llenas de transparencia que
salían de aquellos que conocían más que nadie sobre la vida en la calle.
Espero que con el paso del
tiempo, las palabras de cada uno de ellos puedan salir nítidamente sin que las
mismas no se vean amortiguadas por esa capa oscura creada por la sociedad, pues
bajo cada uno de esos rostros existe la humanidad de alguien que palpita,
siente y vive al igual que nosotros.
Doy las gracias a mi guía
Vladimir por compartir su cultura, por sus ganas de conocer, por esas primeras
palabras en Aymara, por hacerme volver a pensar sobre la realidad de los
Derechos Humanos, por ser un luchador sin miedo a nada. Un luchador que tiene
que ocultar su rostro no por esconder su realidad, sino por la ignorancia de
aquel que también bajo una venda en los ojos no ve la realidad.
Saquémonos de una vez las vendas
y los trapos unos a otros y mirémonos a los ojos, pues la realidad pasa por
delante nuestro de igual manera para todos. Todos nacemos, morimos, reímos,
lloramos,…y no hace falta que nos escondemos de nada.
*Doy las gracias a la Fundación ,
a la Universidad Católica y a Indira por ayudarme a recuperar las fotos.
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