Nuevo hogar
Esa vieja caja tal vez de frutas
hacía de armario y la pequeña de las mismas se cubría de un velo de color
violeta para dar color a una mesita de noche que con una velita con olor a
incienso puro daba un aire más cálido a esa pieza.
En lo alto de las paredes los
clavos me servían de colgadores improvisados en donde hacer descansar aquellos
abrigos que me cubrían de las frías noches de retorno del trabajo, en donde las
estrellas me guiaban entre calles y caminos oscuros de arena que sólo se veían
ultrajados por los aullidos de esos perros, que con collar de ropa buscaban un
nuevo lazarillo con el que compartir su vida.
La toalla me servía de almohada,
pues aún no había podido rescatar ninguna, pero la amabilidad de la gente ya me
había hecho conseguir unos hierros en donde apoyar un colchón ajeno y unas
flasadas que daban un peso extra a ese lecho. Y como podría pasar por alto esa
mítica silla de aire escolar que a menudo uno encuentra en las habitaciones y
que cubre la función de aguantar los últimos ropajes que uno olvida tras el
anochecer.
Pues que podía pedir más, después
de más de seis meses tenía por primera vez un rincón de intimidad en donde
buscar mis anhelos de tranquilidad y ellos se verían realizados tras esa escena
espartana de vivo recuerdo de Arles, en donde ese genio atormentado encontró
una plenitud tal vez falseada por críticos de arte ansiosos de encontrar
respuestas psiquiátricas a la pérdida de un lóbulo que no quería escuchar ese
fraseo emocional interior.
Yo seguiría con paredes blancas y
dejaría el violeta para las estancias bajas de apoyo en donde poder seguir
escribiendo para despertar emociones al lector; me encontraría ausente de
trazos gruesos en donde despertar fuerza o confusión, me encontraría ausente de
ciertos colores con los que plasmar las intenciones de nervios ópticos
expectantes, pero siempre me quedaría la palabra con la que crear nuevas
escenas cuotidianas.
Me gustaría poder unir la pintura
con la escritura, con la música, con cualquier cosa con la que poder despojarme
de todo aquello que llevo dentro y así liberarme día a día de toda esa fuerza
que ansia por ser extraída a través de los sentidos que a día de hoy se me
dieron a conocer.
Es por ello que salgo y entro de
esta habitación en la búsqueda de crear algo nuevo, pero no encuentro la manera
para poder hacer fluir esa masa dura que se resiste en mi interior, tal vez el día
que no piense en ella aparecerá de forma natural; mientras seguiré pensando que
lo que hago ya aporta más de lo que pienso y ello me permite vivir en una
tranquilidad que intenta no ser falseada por mi propio ego.
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