lunes, 24 de junio de 2013

Nuevo hogar

Esa vieja caja tal vez de frutas hacía de armario y la pequeña de las mismas se cubría de un velo de color violeta para dar color a una mesita de noche que con una velita con olor a incienso puro daba un aire más cálido a esa pieza.

En lo alto de las paredes los clavos me servían de colgadores improvisados en donde hacer descansar aquellos abrigos que me cubrían de las frías noches de retorno del trabajo, en donde las estrellas me guiaban entre calles y caminos oscuros de arena que sólo se veían ultrajados por los aullidos de esos perros, que con collar de ropa buscaban un nuevo lazarillo con el que compartir su vida.

La toalla me servía de almohada, pues aún no había podido rescatar ninguna, pero la amabilidad de la gente ya me había hecho conseguir unos hierros en donde apoyar un colchón ajeno y unas flasadas que daban un peso extra a ese lecho. Y como podría pasar por alto esa mítica silla de aire escolar que a menudo uno encuentra en las habitaciones y que cubre la función de aguantar los últimos ropajes que uno olvida tras el anochecer.

Pues que podía pedir más, después de más de seis meses tenía por primera vez un rincón de intimidad en donde buscar mis anhelos de tranquilidad y ellos se verían realizados tras esa escena espartana de vivo recuerdo de Arles, en donde ese genio atormentado encontró una plenitud tal vez falseada por críticos de arte ansiosos de encontrar respuestas psiquiátricas a la pérdida de un lóbulo que no quería escuchar ese fraseo emocional interior.

Yo seguiría con paredes blancas y dejaría el violeta para las estancias bajas de apoyo en donde poder seguir escribiendo para despertar emociones al lector; me encontraría ausente de trazos gruesos en donde despertar fuerza o confusión, me encontraría ausente de ciertos colores con los que plasmar las intenciones de nervios ópticos expectantes, pero siempre me quedaría la palabra con la que crear nuevas escenas cuotidianas.

Me gustaría poder unir la pintura con la escritura, con la música, con cualquier cosa con la que poder despojarme de todo aquello que llevo dentro y así liberarme día a día de toda esa fuerza que ansia por ser extraída a través de los sentidos que a día de hoy se me dieron a conocer.


Es por ello que salgo y entro de esta habitación en la búsqueda de crear algo nuevo, pero no encuentro la manera para poder hacer fluir esa masa dura que se resiste en mi interior, tal vez el día que no piense en ella aparecerá de forma natural; mientras seguiré pensando que lo que hago ya aporta más de lo que pienso y ello me permite vivir en una tranquilidad que intenta no ser falseada por mi propio ego.


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