Wilancha
Tras el amanecer, las ocho llamas
restaban atadas frente a la puerta de la Mina Rosario, nosotros sin mascaras ni
luces cargábamos de nuevo con paquetes de cigarrillos y botellas de alcohol
puro con “buen gusto”, al momento que las primeras cervezas pasaban de mano en
mano.
Cada una de las historias de aquellos
nuevos hermanos que nos acompañaban nos hacía estremecer; conocían la mina
desde cortas edades y se mantenían fiel a la misma hasta que la muerte se los
llevara, al momento que mataban el tiempo comiendo hojas de coca de forma
compulsiva mientras veían su vida pasar tras el brillo de aquella cruel piedra.
Tras una larga charla en donde ningún hombro parecía
buscar pena, llegó el momento en que los cuchillos tomaron un nuevo brillo y el
reflejo de los mismos mostraba el color de la sangre de aquel animal que se resistía
a la opresión de cada uno de aquellos cuerpos que se amontonaban sobre el
mismo.
Los niños miraban el sacrificio desde
lo alto de la entrada principal y mientras las mamitas corrían con cacerolas
buscando abastecerse de esa fuente de vida; cacerolas cargadas de sangre que
era esparcida por las paredes de la entrada de la mina para poder obtener así
un buen devenir para la misma, cacerolas que nos servían para bañar nuestras
manos de sangre para poder enmarañar nuestros rostros de buenos augurios.
Ahora con las manos, caras y
ropas ensangrentadas alzábamos con fuerza nuestras copas y nos abrazábamos; al
momento que algunos empezaban a despellejar la lana de esa llama y otros cavaban
agujeros en la tierra para enterrar esos corazones aún latientes.
Yo miraba fijamente esa tierra y
veía como la misma iba absorbiendo toda la sangre derramada, pues ese Tio que
residía en todos los sitios tenía que alimentarse para poder seguir dando amparo
a aquellos mineros.
Una tierra que paradójicamente se
nutría de la muerte para dar hoy luz propia a cada uno de aquellos mineros.
Una tierra que ahora nos daba de
comer suculentos trozos de lama acompañados de papas y ocas a la brasa.
Una tierra…me levanto con la ropa
manchada de sangre y me tomo un mate de coca..
No hay comentarios:
Publicar un comentario