Y en un futuro…una Isla se
avecina
Las cosas empezaban a tomar
forma, el trabajo como camarero parecía ofrecerme cierta estabilidad económica,
al momento que me estaba permitiendo ahorrar para poder seguir viajando.
Aunque la noche anterior había
leído, que sólo aquel que puede permanecer en el presente puede ser un hombre
feliz, me tomé el riesgo de romper con las normas enjuiciadas de aquellos que
buscan excusas cuando no encuentran su felicidad y miré brevemente al futuro
para planearme unas vacaciones como excusa a dar respiro a esos meses de
trabajo que se avecinaban.
Así que empecé a jugar con ese
buscador de vuelos que tantas veces me había hecho soñar con nuevas aventuras y
que en momentos de tedio me permitía conocer nuevos destinos. Fue en ese momento
que pasaron frente de mí, imágenes de aquella película en donde aparecían
enigmáticas figuras que coronaban lindas playas cargadas de misticismo más allá
de anochecer.
Y finalmente pulse esa misma
tecla que hace más de siete meses había dejado sin aire mis pulmones, al
momento que veía aparecer una confirmación de vuelo en la bandeja de entrada de
mi Hotmail. En la misma, yo presente tenía un vuelo a mediados de Agosto a la
llamada Isla de Pascua.
De esta manera uno de mis viejos
sueños se hacía realidad y la felicidad por un acto futuro rompía con cualquier
letargo inventado del presente.
Fueron días de entrega al
conocimiento de esa misteriosa cultura ancestral polinésica, esa isla que
tiempos antaño fue conocida como el ombligo de la tierra, esa isla que se
encontraba capitaneada por esos moais que tal vez fueron tallados con esa misma
obsidiana que ahora coronaba mi pecho.
Esa obsidiana que me hacía
recordar aquellos que con la fuerza de la danza escribían con sus pies cada una
de sus emociones, al momento que engendraban un ejército de hombres buenos en
sus pensamientos; esa obsidiana que marcaría una vuelta a Valparaíso tras el
regreso de la Isla de Pascua.
Ahora sólo me quedaría un poco de
nostalgia escondida por aquellos con los que no me reencontraría en tierras
Colombianas, pero sé que el reencuentro con ellos dentro de unos meses sería
igual o más especial.
El turno en el bar empezaba al
momento que cerraba mi computador; el próximo reto sería tomar un billete para
la isla en donde la teoría de la evolución por la selección natural tomo
nombre.
De nuevo repito, toco de pies al
suelo; hoy siempre es hoy, me voy a trabajar.
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