domingo, 20 de noviembre de 2016


Una simple historia de un día cualquiera

Después de unos cuantos “namastes” y señas varias me subo al “Tempo”, que descubro ese mismo día que es un medio de transporte de tres ruedas que en su parte delantera luce un número que señala la línea que cubre. Tras la palabra mágica “Sundara-Ratnapark”, el conductor me invita a subir al momento que me dice que ese es el indicado.

Sundara Ratnapark fin de línea; empieza la aventura de subirse a alguna de esas micros que atestadas de gente se dirigen a Jawalakhel. Tras localizar una, me doy cuenta que el dejen salir antes de entrar funciona igual de bien que en todos los países. Un dejen salir que se ve complicado en el momento que necesitan sacar del interior del vehículo a un hombre, que con no muy buen estado parece ocupar gran parte del mismo.

Tras dejar ese hombre somnoliento en la misma acera de la calle, la micro toma de nuevo su rumbo intentando evitar de forma ambiciosa ese Traffic Jam característico de Katmandú. Pero a la llegada a las puertas de Jawalakhel y con tan solo con la necesidad de cruzar ese puente las cosas se complican y la espera parece eternizarse. La policía retiene el vehículo y de nuevo palabras que no entiendo parecen señalar una discusión que no parece llegar a ningún sitio.

Salto de la micro y un joven apuesto se ofrece a acompañarme a mi destino; aún existe gente dispuesta a ayudar sin nada a cambio. Bueno eso sí, en el momento de la llegada al destino me invita a que no hagamos un “selfie” de recuerdo, bueno tal vez yo soy el “raro” en esas tierras, así que acepto con una sonrisa preparada.

Cambio de escenario, estoy en Patan, veo en pocos minutos un par de Malls al más puro estilo occidentalizado, la invitación al consumo parece haber llegado también allí. Me pierdo por estrechas calles que me recuerdan un poco a la antigua Europa, con cafeterías con velas para dos que invitan a transportarse a un “oasis”, al que dudo en querer recordar en estos momentos.

Finalmente llego a la Durbar Square; palacios, arquitectura newarí y demás cosas que parecen preparadas para llenar libros de historia. Me doy cuenta que no me interesa tanto lo que veo, sino que me siento más cómodo andando sin rumbo alguno.

Pero la verdad es que tarde o temprano uno acaba deteniéndose para aprender a valorar esos trabajos de marquetería expresado en esas Pagodas que de forma estructural se han expandido por el resto de Asia.

Tras poco más de diez minutos abandono la plaza, creo que hay cosas más interesantes por lo que vivir, que lo que me muestra una arquitectura que no me está hablando; pues yo prefiero saber más sobre los que vivían allí mientras se edificaban esas construcciones, prefiero conocer más sus costumbres, dialectos, religiones, castas, etc…; es por ello que creo que Nepal es un buen sitio para aprender sobre la gente, gracias a su diversidad cultural.

Todo lo otro en el fondo no son más que hechos materiales que nos presentan la existencia de un legado, así que tal vez esos mismos Malls que poco antes veía y que menos importancia les doy, dentro de 1000 años también serán patrimonio de la UNESCO, ¿y porque las personas no? Qué poco nos queremos, ¿no?

Me voy a cualquier esquina a ver si alguien me cuenta algo, sigo sin hablar mucho, pues prefiero seguir observando; pues las palabras ya las voy dejando escritas por aquí.



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