jueves, 9 de febrero de 2017


Budismo, Sati y algunas cosas más que contar

El Machapuchare es una montaña de los Anapurna venerada por la población nepalí por ser sagrada para el dios Shiva, con lo cual no está permitida su escalada. Con ello uno se da cuenta, que a menudo las cosas materiales por una razón u otra no son alcanzables para todo el mundo, por muy próximas y cercanas que a veces parezcan.

Machapucharne viene a significar “espina de pescado”, nombre que le viene dado por la forma de su cima. Una forma de pescado que tal vez podemos visualizar de forma más real allí abajo en Pokhara, la ciudad próxima más grande o bien aquí mismo en Katmandú, pero no por ello significa que sea más alcanzable para todo el mundo.

Uno se puede pasear por las calles de Katmandú y puede encontrar puestecitos que venden pescado, pero tras la pregunta del precio, uno muchas veces se acaba resignando a un plato de arroz acompañado de vegetales.

Con lo cual la historia se repite, las cosas materiales por una razón u otra no siempre alcanzables… pero bueno está claro que con esto tampoco estoy diciendo nada nuevo; uno a veces se resigna y acaba renunciando a lo que desea.

Ahora andando por las calles de Boudhanath veo un sinfín de monjes vestidos con sus tradicionales ropajes morados, según parece buscan esa iluminación que les permita despojarse del apego, de la necesidad de posesión, etc.. mediante el llamado noble camino óctuple.

Según parece este camino será el que les permitirá borrar la sensación de sufrimiento, pues según dicen el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Con lo cual si resumimos la situación sería la siguiente;

A partir de nuestra llegada al mundo, vamos a estar sufriendo por el hecho de no conseguir las cosas que anhelamos, y la única opción que nos permitirá anular dicho sufrimiento, será eliminando la idea de tener que poseer aquello que queremos. Un hecho que traducido al mundo marino alimentario, significaría que si eliminamos el deseo de querer comer pescado nunca vamos a sufrir por ello.

Realmente visto así para ser todo lógico, pero no por ello fácil. Según mi humilde entender la solución pasaría por anular la escritura. La escritura constituye el principal instrumento de individualización de las personas, ya que representa las dinámicas del mundo a través de modelos abstractos; equivale a comprender sus mecánicas y genera sensación de poder sobre ellos.

A partir de aquí teniendo en cuenta que somos almas comunicativas nos tendríamos que apoyar únicamente con la oralidad. En la oralidad no existe el pensamiento abstracto, desconectado de la acción, ni la consciencia de la existencia de la mente, ni los verbos que hacen alusión a los estados mentales como pensar, decidir, creer, dudar, equivocarse.

Tal vez de esta manera estaríamos libres de sufrimiento, pero luego llega la pregunta que te hace entrar de nuevo a un círculo sin salida - ¿Por qué se llenan ríos de tinta de esta práctica filosófica o religiosa llamada budismo?

Una vez más mi incomprensión en relación a cualquier doctrina, práctica filosófica o religiosa se repite, aunque la misma no sea de carácter teísta.

Pero bueno tampoco no os engañaré, ahora cada una de estas tardes de emoción primaveral, me paseo en silencio dando koras alrededor de la Estupa; eso sí, intento olvidar lo que deseo conseguir, para no tener que sufrir por no haberlo conseguido.

A mi alrededor siguen esos monjes intentado llegar a esa consciencia plena o “sati”. En nepalí “sati” significa amigo, así que de momento me quedo con ese significado que aún me da más felicidad. A la llegada a casa sé que me esperará una “Nepal Ice” a compartir con más o menos palabras con alguien y sino se lo mandaremos por escrito sin miedo alguno. Pero recuerda nunca prometer regalar el mundo entero…



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