Cuando las manos no siempre se juntan
Aunque sea un tópico, siempre
llega el momento de hablar de una de las cosas que a uno le choca cuando llega
a Nepal, pues aun previo paso por la India, el hecho de no ver muestras de afecto
en público, sigue pareciéndole a uno, una cosa excepcional.
Tal vez quedo en el olvido el
Kama-sutra, tras el paso de una Inglaterra victoriana con ánimos de establecer
unos llamados valores morales. Curiosamente la sexualidad pasó de ser una
cuestión pedagógica de sensualidad al cuerpo a una represión de las
manifestaciones públicas a los afectos amorosos.
Una vez más la huella occidental
deja mella allí por donde pasa. Pero tal vez no hace falta que descendamos o
ascendamos al tributo sexual, sino que el mero hecho de que unas manos no se
junten para sentir algo más que una liberación de oxcitocina, parece ser
humildemente algo más que alguien deja de sentir.
Sí, es cierto que en Nepal, uno
se encuentra con hombres de diferentes edades que deambulan cogidos de la mano
sin miedo alguno; un hecho que muchos de nosotros tal vez nunca es tarde que empezáramos
a experimentar sin pensar en estupideces homofóbicas. El hecho de no poder
demostrar lo que sentimos en cualquier calle del mundo en relación a un objeto,
persona, animal, planta o a quien queramos intentar acorazar sin ánimo de pertenencia,
parece ser un aspecto que me sigue nublando la vista.
Me siento con un amigo y le saco
el tema y me comenta que las muestras de amor en público no son bien vistas,
que tal vez allí a lo largo de ese lago de Pokhara uno se puede desinhibir y dejar
esas cárceles morales de lado; pero allí en Katmandú uno tiene que cruzar una
puerta no imaginaria para poder no abalanzarse hacia su amor, ya que sino el
hecho de tomar mano no ajena de sexo contrario, se convierte en “éxtasis”
prohibido.
Frente a ello, uno no lo comparte,
pero lo respeta; pues la cultura y tradición de cada uno viene tomada “libremente”
por uno mismo. Pero sí que es cierto que se pregunta si eso es realidad o
ficción.
De golpe me caen dos palabras en devanagari
en mi hoja de estudio o mejor dicho dos dioses. Brahma y Maya. Sí, Brahma viene
a ser esa realidad inmutable y Maya es la ilusión, allí en donde según parece cada
uno de nosotros vivimos; lo que sería un claro paralelismo con esa realidad y
esas sombras del Mito de la Caverna de Platón.
Pero como no es momento de
filosofar me pongo una canción nepalí para cambiar de tema; la tomo de la mano
y con cierta sudoración o liberación de oxcitocina siento que hablan de Maya;
según parece Maya en Nepalí significa “Amor”. ¿Es que el amor es una ilusión y es
por ello que no hace falta que lo mostremos en público? o ¿El público es una
ilusión y el amor es una realidad que sólo podemos sentir desde un punto de
vista onírico?
Tal vez el amor es una invención nuestra
y es por ello que los animales son más felices, porque no se enamoran. Pero ya
que apostamos por ser “humanos”, empezamos a entender que el amor cuando no es
locura no es amor.
Que al amor transforme nuestras
vidas. Estamos acostumbrados a variar automáticamente el alcance que damos a la
expresión de nuestras emociones como parte de las condiciones de interactuación
en una estúpida sociedad. Se tiende a ocultar crecientemente las emociones que
se sienten respeto a las demás personas del grupo, sobretodo sino son
congruentes con los intereses de la propia relación o con la propia sociedad
Empecemos a ser como queramos
ser. Hombres, mujeres o lo que queramos ser, desde Oriente a Occidente.
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