martes, 5 de febrero de 2013


Muchas vistas y pocas emociones

Andaba y andaba por esa Avenida del Mar que separaba la Serena de Coquimbo intentando como describir estos días pasados y realmente me costaba mucho poder transmitir alguna emoción. Había partido de Santiago con la idea de descansar en cualquier playa idílica mientras rebozaba mi cuerpo al sol del Pacífico. I sí, es cierto que me había encontrado con Punta de Choros; una villa de pescadores bañada de azules y tranquilas aguas turquesa que reposaban sobre arena blanca; pero está claro que no todo aquello que entra por los ojos acaba cubriendo cada una de nuestras necesidades. Así que tras la búsqueda furtiva de delfines aturdidos por los motores de las lanchas que rodeaban la Isla Damas; partí de allí con el único recuerdo de aquellos que me invitaron a compartir su tienda de campaña, tras ver que mi economía se encontraba lejos de aquellas cabañas expuestas a las puestas de un sol que perdía su luz a golpe de talonario.

Es cierto, que también había comido buen marisco en el Puerto de Coquimbo, acompañado de refrescantes jugos de Frutilla; pero finalmente también, había tenido que acabar refugiándome a la sombra de cualquier árbol, como si todo aquello que me rodeaba no fuese conmigo; ya que todo aquello que me rodeaba me ayudaba a vivir, pero en ningún caso a sentir…

Así que tras la búsqueda de nuevos destinos al borde aguas saladas, pensé que posiblemente lo que necesitaba era un nuevo cambio de rumbo en mi viaje, un cambio que me ayudara a sentir cosas nuevas. Ahora esas edificaciones de cemento, esas neveras de refresco familiar, esos cuerpos bronceados en la búsqueda de vitrinas inexistentes, esas…no eran nada más que postales cargadas de sentimientos inventados.

Así que teniendo en cuenta que me encontraba en plena temporada alta y que mis bolsillos se podían empezar a agujerear, pensé que tenía que empezar a pensar en uno de mis últimos destinos en Chile, este tomaría el nombre de San Pedro de Atacama. Sin lugar a dudas el desierto podría ser una fuente nueva de emociones, al momento que allanaba el paso a la entrada a un nuevo país…tal vez Bolivia.

Mientras cerraba este cuaderno, Iván Ferreiro ponía música a estos momentos vividos; en esa playa que seguía vacía o tal vez ya, llena  de lluvia...
 

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