Cambio Pesos por Soles…pero
siempre os recordaré
I finalmente llega el momento en
que te tienes que despedir de una tierra; por unos momentos pasan por tu cabeza
paisajes, aventuras, momentos y sobre todo personas.. es uno de esos momentos en
que te gustaría abrazar a aquello que sin tener cuerpo te hace fluir más que
nunca cada una de tus emociones. Te gustaría abrazarlo con la misma fuerza con que
te fuiste abrazando con cada uno de aquellos que se te fueron cruzando durante
estos dos últimos meses y medio de viaje. Son abrazos sentidos con personas con
las que eres consciente que posiblemente no volverás a ver nunca más y con ello
se crea una situación en donde la marcha sin mirada atrás se convierte en el
mejor opio para la posible nostalgia duradera. El apego y desapego parecen
mantener un pulso en donde tú pierdes la capacidad a poder controlar tus
sentimientos, pero con ello levantas cabeza y esperas seguir jugando al riesgo
de conocer nuevas tierras, nuevas personas, nuevas vidas…
Así pues mi última parada sería
Arica, en donde a parte del famoso morro, no podría hacer muchas cosas más, sí
perdonad.. mirar la puerta trasera de los baños, los cuales claudicaron tras
ingerir algunos alimentos en mal estado. Es como si mi cuerpo se revelara por
primera vez por aquella marcha, era como si los nervios florecieran dentro de mí
al dejar tantas emociones sentidas por el camino.
Pero consciente de que a veces es
mejor partir sin dar vuelta atrás; me presenté en la frontera para enlazar con
Tacna, ya territorio Peruano. Allí tras un mismo escenario, tan sólo parecían
cambiar las banderas y las monedas, las cuáles me ayudarían a sobrevivir por un
tiempo más mi viaje.
Tras el almuerzo partí rumbo a
Arequipa, por el camino divise un desierto que fue tomando finalmente el verde
de los campos, pero sinceramente no recuerdo si vi algo más…aun me sentía en
Chile, eso sí sin negarme a dar la bienvenida a Perú.
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