Huacachina – Un oasis cerca de
Ica
Fina arena se cuela entre mis
ojos, al momento que el frío cubre mis espaldas y los hombros se estremecen
hasta sentir la fuerza de mis costillas como presionan pidiendo aire. Allí
abajo se encuentra un oasis lleno de luz, lleno de luz artificial hecha para
aquellos que tras un vaso de bebida ebria, emulan una puesta de sol para
recuerdo de aquellos que violaran sus fotos.
A mi izquierda se encuentra aquel
oasis de tierra firme y labios resecos, de aquel que se apartó en la búsqueda
de la soledad o tal vez de aquel que sin buscarla un día se encontró en ella.
Realmente es allí donde me gustaría ir en estos momentos, no por buscar la
soledad, sino por la paz que me seduce. Mientras pienso esto, de nuevo se
estremece mi cuerpo que lidia entre una tierra frágil y suave y el cemento
áspero de las codicias
Ahora aquí arriba ya me encuentro
sólo y tras resistirme un rato, emprendo mi viaje hacia la luz artificial, eso
sí echando una mirada hacia atrás.. No por volver allí donde me encontraba,
sino por coger de la mano a aquel que se encontraba sólo y abrirle los ojos a
una vida que tal vez nunca conoció, porque siempre hay alguien que nos quiere,
porque siempre hay alguien que nos espera; porque aunque nos corten todas las
flores de amor, siempre llegará una nueva primavera…
Porque el espíritu del hombre se
alimenta de nuevas experiencias, pero como escribió Christopher McCandless en
sus últimos suspiros, después de más de dos años buscando su propia esencia, la
felicidad es real sólo cuando esta se comparte…
Que tu muerte sirva para abrir
los ojos a todos aquellos introvertidos/extravertidos que luchan sólo consigo mismos…
Into the wild…no más palabras
para hoy…
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