jueves, 14 de febrero de 2013


El Tatio o el viejo que llora

Son poco más de las siete de la mañana y aparece el sol tras el volcán del Tatio para dar luz a cada una de aquellas columnas de vapor que van emanando de la tierra. La naturaleza se encarga de emular el campo de batalla jamás esperado, producto de aquella caverna en donde  convergen aguas subterráneas sobre un campo de lava. Es allí donde tal vez la naturaleza, tras un ataque de ira frente a la mano usurpadora del hombre, se expresa expulsando gases y vapores por cada una de aquellas fisuras agrietadas que nos rodean.

Nosotros corremos exhaustos entre medio de esas fumarolas y géiseres al momento que el aire que respiramos se vuelve falto de oxígeno; nos encontramos a más de 4.300 metros de altura y las hojas de coca no hacen más que aliviar los pequeños dolores de cabeza que nos acechan. Pero cada uno de nosotros de resiste a huir de ese espectáculo, aunque cada uno de nuestros rostros vayan desapareciendo de forma extraña entremedio de esas nubes bajas que descansan tras la atónita mirada de vicuñas, guanacos, ñandúes y vizcachas.

Finalmente nos despojamos de nuestras ropas, tal vez por la necesidad de sentirnos como aquellos animales que parecían no entender nuestra conducta o tal vez porque nosotros necesitamos sentir su libertad. Ahora nuestros cuerpos reposan desnudos en aquellas termas al aire libre, sintiendo así ese anhelo de libertad animal; pero al cabo de un rato me doy cuenta que tal vez todo aquello fue un sueño o mejor dicho una nueva lección…

Así pues cuando llego a Machuca, me doy cuenta que tal vez lo de la libertad de ser entre los humanos es una utopía. Allí los rostros quemados por el sol, de aquellos que residen en esas tierras, celebran el carnaval pintándose el rostro de blanco, al momento que con la ayuda del líquido de las uvas aclaran sus ojos; según parece ellos también tuvieron que pasar desapercibidos para no sufrir el ataque de los llamados conquistadores….

Pues tal vez el viejo que esta mañana lloraba, emanaba vapor para hacernos sentir que es un campo de batalla, cuál es la sensación de tener que pasar desapercibido, que pasa cuando quien está a tú lado de golpe desaparece, que pasa cuando no te sientes seguro ni en tu propia tierra, que pasa cuando delimitan tu tierra, que pasa cuando ocupan tu tierra,…

Cuantos “que pasa cuando” tendremos que seguir contando…

Cuantos “viejos” tendremos que ver llorar…
 

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