miércoles, 15 de mayo de 2013


Del cementerio de Trenes al Salar de Uyuni

Entre calles polvorientas aparecen hierros oxidados pintados bajo el emblema patriótico de aquellos que visitan aquel camino férreo que conduce a Ollague. Anclajes carcomidos tras el plano de secas montañas me ofrecen un frio escenario que se entrega a los rayos de sol que resecan ese camino tras la vista a espaldas de Chile.

Pero las ruedas del automóvil parecen proseguir a la búsqueda de un nuevo destino y el negro caucho parece encontrar su sentido en el momento en que ve marcada su singularidad tras la pérdida de la tierra cómo sostén de su propio peso. Ahora un cielo sin nubes nos abraza, pues las mismas parecen yacer en el suelo, con un blanco ligero que nos aparta de la realidad en la búsqueda de esa eternidad soñada.
Unas nubes blancas que forman hexágonos agrietados con pequeñas coagulaciones que se juntan para formar pequeños grupos que se vuelven densos allí en donde el agua vuelve para visitarlos; al momento que los mismos se permiten descansar a nuestra ladera mientras  se ven ultrajados por líneas lisas de autos que ven pasar.

Ese blanco desierto se ve acompañado por aquella tierra que algún día acariciaba sus olas y que ahora toma el nombre de la Isla de Pescado, en donde áridos cactus reposan a la espera del faro iluminado por el cual algún día se quisieron hacer pasar. Ellos se tuercen y miran a esas rocas con espinas clavadas que aliadas a su entorno daban reposo a aquellos pescadores que buscaban alimento sin suelo blanco para compartir; ahora tal vez sólo esperan dar más sentido a su vida que el propio de ofrecer una pura silueta para una foto a ofrecer.

La inversión parece tomar sentido en aquella tierra; me estremezco frente al suelo blanco helado y mis ojos se queman tras el reflejo de esos iluminados brotes de sal que se reflejan en mi cara y que me calientan tras unas montañas que nunca vieron nevar y que ahora miran como espectadores lo que podrían llegar a ser unos metros arriba.

Pues tal vez las nubes se permitieron el lujo de bajar a la tierra, mientras que las montañas resistirían como esclavas de los humanos, para que los mismos se vieran acompañados de aquel que aguarda el viento abierto; pues la naturaleza siempre estaría allí para servirnos, aunque nosotros no siempre la tratáramos de la misma manera.

Tal vez de nuevo muchas locuras o palabras si sentido florecen en este discurso, pero supongo que es la única manera de dar a entender la cantidad de imágenes y sensaciones que uno puede obtener tras la vista de esta puerta abierta a todo el mundo; simplemente es una manera de intentar transportar la dificultad de poner palabras a las sensaciones y como las mismas se pueden volver incongruentes de forma individual, pero feliz me quedo cuando las mismas tienen sentido en un conjunto, al menos tras mi lectura….pues ellas me permiten recordar lo visto.

Espero con ello que cuando vuestros ojos vean lo mismo, el conjunto de incongruencias se vuelvan con sentido para vosotros mismos y cada una de estas pisadas de emociones recobre un momento que vosotros también podáis recordar.

A esa sal sin mar….


1 comentario:

  1. ei pollastre,
    quina passada de bloc cada dia et tinc més enveja quan tornis m'han vinc amb tu, que guapo que es tot, tu aqui mirant ho més bonic del món coneixen cultures i jo travallan i estudiant com un boix a l'escola.
    Quines imatges més guapes.

    adeu lechoso.

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