sábado, 11 de mayo de 2013


Sucre, y volvieron las recompensas en la ciudad blanca

De nuevo estaba yo sentado en esos bancos de madera de la Plaza 25 de Mayo, de esa llamada ciudad blanca de Bolivia, en donde los aromas de Andalucía se dejaban entrever entre azulejos y rojas buganvillas que florecían entre esos balcones de calles estrechas.

Un jugo de naranja me reconfortaba para poder emprender esa subida de la calle Grau que me llevaría hasta el Barrio de Recoleta, allí en donde un mirador con claustro abierto hacia al cielo, me mostraría esa ciudad entre inocentes balonazos de niños y artesanos con paño negro en los suelos.

Pero al momento que mi cuerpo intentaba abandonar ese banco de madera, un chico se acercó invitándome a participar en la grabación de un video. Se trataba de la grabación de un spot de concienciación ciudadana en relación al trato del turista por parte del ciudadano boliviano, que según parece el mismo se iba a difundir a nivel nacional por las diferentes cadenas del país.

Las cámaras, los intérpretes, los curiosos,…restaban impacientes a la espera de la filmación, pero según parece aquel que tenía que ocupar el papel de turista no había podido acudir a la cita.

Así que de repente mi subida por la Calle Grau se vería truncada por unas gafas de sol y una mochila que ambientaría el papel que iba a tomar por unas horas; bueno en realidad era el papel que estaba tomando desde hacía poco más de cinco meses. Con lo que posiblemente por la familiaridad con la situación, unas cuantas tomas ya fueron suficientes para inmortalizar mi paso por Sucre.

Allí se mezclaron audios y diferentes ángulos cuyo nombre nunca acabe de entender, al momento que pantallas reflectoras jugaban al son del falso posicionamiento de la luz solar.

El resultado final tendría que esperar unos días por cuestiones de edición y las ansias de verlo se diluían tras la recompensa de algunos pesos bolivianos por la faena hecha, los cuáles me ayudarían a alargar unos días más mi búsqueda de destino.

Curiosamente si miraba unas semanas atrás, ya me había empezado a percibir alguna recompensa tras el apoyo entre copas detrás de alguna barra de bar. Así que posiblemente me venía acechando una nueva señal; pues tal vez era momento de empezar a trabajar en cualquier sitio para poder seguir gozando de esta aventura.

Ahora tumbado en la cama podía leer;

“Pues tal vez nuestro destino no es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”
 
 

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