Sucre, y volvieron las
recompensas en la ciudad blanca
De nuevo estaba yo sentado en
esos bancos de madera de la Plaza 25 de Mayo, de esa llamada ciudad blanca de
Bolivia, en donde los aromas de Andalucía se dejaban entrever entre azulejos y
rojas buganvillas que florecían entre esos balcones de calles estrechas.
Un jugo de naranja me
reconfortaba para poder emprender esa subida de la calle Grau que me llevaría
hasta el Barrio de Recoleta, allí en donde un mirador con claustro abierto
hacia al cielo, me mostraría esa ciudad entre inocentes balonazos de niños y
artesanos con paño negro en los suelos.
Pero al momento que mi cuerpo
intentaba abandonar ese banco de madera, un chico se acercó invitándome a
participar en la grabación de un video. Se trataba de la grabación de un spot de
concienciación ciudadana en relación al trato del turista por parte del
ciudadano boliviano, que según parece el mismo se iba a difundir a nivel
nacional por las diferentes cadenas del país.
Las cámaras, los intérpretes, los
curiosos,…restaban impacientes a la espera de la filmación, pero según parece
aquel que tenía que ocupar el papel de turista no había podido acudir a la
cita.
Así que de repente mi subida por
la Calle Grau se vería truncada por unas gafas de sol y una mochila que
ambientaría el papel que iba a tomar por unas horas; bueno en realidad era el
papel que estaba tomando desde hacía poco más de cinco meses. Con lo que
posiblemente por la familiaridad con la situación, unas cuantas tomas ya fueron
suficientes para inmortalizar mi paso por Sucre.
Allí se mezclaron audios y
diferentes ángulos cuyo nombre nunca acabe de entender, al momento que
pantallas reflectoras jugaban al son del falso posicionamiento de la luz solar.
El resultado final tendría que
esperar unos días por cuestiones de edición y las ansias de verlo se diluían
tras la recompensa de algunos pesos bolivianos por la faena hecha, los cuáles
me ayudarían a alargar unos días más mi búsqueda de destino.
Curiosamente si miraba unas
semanas atrás, ya me había empezado a percibir alguna recompensa tras el apoyo
entre copas detrás de alguna barra de bar. Así que posiblemente me venía
acechando una nueva señal; pues tal vez era momento de empezar a trabajar en
cualquier sitio para poder seguir gozando de esta aventura.
Ahora tumbado en la cama podía
leer;
“Pues tal vez nuestro destino no es un lugar, sino una nueva forma de
ver las cosas”
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