viernes, 24 de mayo de 2013


Paz emocional en Tupiza

Tras la trilogía de Salar, parecía estar exhausto de tanta emocionalidad, así que necesitaba pasar unos días de tranquilidad allí en donde no tuviera que enfrentarme a la transcripción de todos aquellos mensajes que me ofrecía la naturaleza.

El próximo destino tomo el nombre de Tupiza, allí en donde el Gran Cañón del Colorado parecía tomar una alianza con ese estado que tanto había estado ultrajado por manos capitalistas; tal vez mi discurso entorno a la América Latina se estaba consagrando tras la lectura de esas venas abiertas de Galeano y mi pensar no parecía encontrar significado en cuanto a tanta desigualdad social en un mismo contexto natural.

Tal vez en ese Cañón del Duende tendría que poner a prueba mi orientación por la falta de estacas comerciales que agujereasen aquellas rojas tierras, pero asimismo la sensación de virginidad de las mismas la hacía más auténtica y ello me permitía expresar mi libertad más que nunca.

En ese cañón podría chillar y danzar alrededor de mi propia sombra sin miedo a nada; las palabras retumbaban en mis oídos -”baila como si nadie te estuviera mirando”-, al momento que aquellos cactus tomaban la forma de siluetas femeninas con quien tomar sin hacerse daño.

Recuerdo bajando por esas pendientes arenosas con la intención de dar freno a mis impulsos tras el apoyo con aquellos elementos punzantes, pues los mismos tras ese verde vivaz aclamaban ser no menospreciados por aquellos que se limitaban a observarlos como fuentes de agua de subsistencia. Yo me acercaba a ellos y oprimía mi pulgar con la intención de sentir el “dolor”, pues a veces necesitamos sentir que estamos vivos, pues aunque hay dolores que matan los amores nunca mueren.

Pues tras el dolor, seguiría pensando que siempre estarían allí aquellos verdes matorrales que me darían cobijo para seguir soñando;  pues sin embargo cuando duermo sin ti, contigo sueño.

A la llegada de la noche, el dolor de aquel dedo que pedía solidaridad a esa menospreciada tierra me seguiría despertando de mis sueños, pero tal vez llegaba el momento de soñar con ese dolor de forma compartida.

Pero la verdad es que tampoco sé si cuando llegara el momento de soñar con el dolor de todas aquellas cosas materiales, necesitaría de nuevo buscar esas “siluetas punzantes” con que pinzar mis sentimientos.



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