Paz emocional en Tupiza
Tras la trilogía de Salar,
parecía estar exhausto de tanta emocionalidad, así que necesitaba pasar unos
días de tranquilidad allí en donde no tuviera que enfrentarme a la
transcripción de todos aquellos mensajes que me ofrecía la naturaleza.
El próximo destino tomo el nombre
de Tupiza, allí en donde el Gran Cañón del Colorado parecía tomar una alianza
con ese estado que tanto había estado ultrajado por manos capitalistas; tal vez
mi discurso entorno a la América Latina se estaba consagrando tras la lectura
de esas venas abiertas de Galeano y mi pensar no parecía encontrar significado
en cuanto a tanta desigualdad social en un mismo contexto natural.
Tal vez en ese Cañón del Duende
tendría que poner a prueba mi orientación por la falta de estacas comerciales
que agujereasen aquellas rojas tierras, pero asimismo la sensación de
virginidad de las mismas la hacía más auténtica y ello me permitía expresar mi
libertad más que nunca.
En ese cañón podría chillar y
danzar alrededor de mi propia sombra sin miedo a nada; las palabras retumbaban en mis oídos -”baila como si nadie te
estuviera mirando”-, al momento que aquellos cactus tomaban la forma de
siluetas femeninas con quien tomar sin hacerse daño.
Recuerdo bajando por esas
pendientes arenosas con la intención de dar freno a mis impulsos tras el apoyo
con aquellos elementos punzantes, pues los mismos tras ese verde vivaz
aclamaban ser no menospreciados por aquellos que se limitaban a observarlos
como fuentes de agua de subsistencia. Yo me acercaba a ellos y oprimía mi
pulgar con la intención de sentir el “dolor”, pues a veces necesitamos sentir
que estamos vivos, pues aunque hay dolores que matan los amores nunca mueren.
Pues tras el dolor, seguiría
pensando que siempre estarían allí aquellos verdes matorrales que me darían
cobijo para seguir soñando; pues sin embargo cuando duermo sin ti,
contigo sueño.
A la llegada de la noche, el
dolor de aquel dedo que pedía solidaridad a esa menospreciada tierra me
seguiría despertando de mis sueños, pero tal vez llegaba el momento de soñar
con ese dolor de forma compartida.
Pero la verdad es que tampoco sé
si cuando llegara el momento de soñar con el dolor de todas aquellas cosas
materiales, necesitaría de nuevo buscar esas “siluetas punzantes” con que pinzar
mis sentimientos.
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