Pasado,
presente, futuro…sólo cambiara el tipo de cincel.
Y tal vez
llegó el día en que ese humano cansado de no poder alcanzar la pureza
idealizada con aquellos que lo rodeaban, incapaz de poder llegar a la realidad
de un ser sin tapujos; optó por agarrar un cincel de basalto para crear la
imagen de su fantasía tras el volumen desnudo que presentaban aquellas rocas
volcánicas que surgían espontáneamente de Rano Raraku.
En esa cima
lucho a espaldas de la brisa del mar, en búsqueda de esa personalidad que necesitaba
florecer hacia la realidad y así poder dar un impulso de esperanza a esa utopía
soñadora por la cual seguía esculpiendo
Ahora tras la
sombra de Miguel Ángel me imagino una verde Toscana con nombre polinésico en
donde el mármol de Carrara toma el oscuro del granito quemado y en donde la
necesidad de ver con propios ojos aquellas figuras ocultas que se encuentran
encarceladas tras bloques fríos, uno puede dar un impulso de esperanza a esa
utopía soñadora por la cual sigue esculpiendo.
Capaz que llegara
el día en que aquel mismo utópico soñador de la belleza pura dejará el cincel
en cualquier piedra oculta, para que la misma se encargue de olvidar la idea
que se volvió utópica; tal vez ese día el frío de las rocas, de los muros, de
las barreras se desnudaran por si solos y tal vez no llegaremos a ver la
belleza pura del ser, pero al menos por ignorancia de la misma no lucharemos a
golpe de cincel.
Pero está
claro que así como una flor no elige su
color, nosotros no somos responsables de lo que hemos llegado a ser ni de lo de
que queremos llegar a ver; así que espero seguir encontrando cinceles en donde
clavar mis arduas manos y seguir soñando del interior de las personas que me
rodean; mientras puedo ver como aquellos que ahora observo lo lograron, lo logran
y lo lograran.
Me voy a soñar
despierto al momento que se desnudan las piezas frente de mí…
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