domingo, 1 de septiembre de 2013

Pasado, presente, futuro…sólo cambiara el tipo de cincel.

Y tal vez llegó el día en que ese humano cansado de no poder alcanzar la pureza idealizada con aquellos que lo rodeaban, incapaz de poder llegar a la realidad de un ser sin tapujos; optó por agarrar un cincel de basalto para crear la imagen de su fantasía tras el volumen desnudo que presentaban aquellas rocas volcánicas que surgían espontáneamente de Rano Raraku.

En esa cima lucho a espaldas de la brisa del mar, en búsqueda de esa personalidad que necesitaba florecer hacia la realidad y así poder dar un impulso de esperanza a esa utopía soñadora por la cual seguía esculpiendo

Ahora tras la sombra de Miguel Ángel me imagino una verde Toscana con nombre polinésico en donde el mármol de Carrara toma el oscuro del granito quemado y en donde la necesidad de ver con propios ojos aquellas figuras ocultas que se encuentran encarceladas tras bloques fríos, uno puede dar un impulso de esperanza a esa utopía soñadora por la cual sigue esculpiendo.

Capaz que llegara el día en que aquel mismo utópico soñador de la belleza pura dejará el cincel en cualquier piedra oculta, para que la misma se encargue de olvidar la idea que se volvió utópica; tal vez ese día el frío de las rocas, de los muros, de las barreras se desnudaran por si solos y tal vez no llegaremos a ver la belleza pura del ser, pero al menos por ignorancia de la misma no lucharemos a golpe de cincel.

Pero está claro que  así como una flor no elige su color, nosotros no somos responsables de lo que hemos llegado a ser ni de lo de que queremos llegar a ver; así que espero seguir encontrando cinceles en donde clavar mis arduas manos y seguir soñando del interior de las personas que me rodean; mientras puedo ver como aquellos que ahora observo lo lograron, lo logran y lo lograran.


Me voy a soñar despierto al momento que se desnudan las piezas frente de mí…


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