Una tarde o noche en Valparaíso
Yo permanecía allí sentado con
silencio; mis rodillas entrecruzadas advertían sobre mi falta de seguridad,
pero sin desgastar ni una gota de sudor frío permanecía impasible de cara, como
si nada me importará. Ese ajuste incomodo de la entrepierna tal vez me
delataba, pero yo miraba a lado y lado de aquel espacio que se me había
asignado como si de un “otro” día se tratara.
Tras unos minutos sus blancas y
negras figuras se iluminaron y mi primer suspiro se dejó ahogar por la vergüenza
de delatarme como un principiante en aquellas situaciones; pues no siempre la
edad es símbolo de experiencia o bien es que a veces parece que necesitamos
volver a nacer para poder volver a sentir las cosas.
Yo de repente sentí deslizando
mis manos sobre esa fina superficie y en cada una de sus partes podía
imaginarme nuevas historias que contar; cada uno aquellos espacios tenían una
vida que tal vez en otras manos había estado menospreciada, pero yo sentía la
necesidad de poder entender y delatar el sentido de cada una de ellas.
Hubo momentos en que mis manos
sentían la necesidad de adentrarse en ese mundo idealizado, pero las mismas se
acabaron apartando, pues la proximidad de sentimiento no siempre es la misma
entre dos mentes que buscan placer al mismo momento.
Tal vez sus sentimientos no eran
los mismos que los míos, tal vez sus manos se resistían a llegar allí donde yo
quería; pero yo seguiría pensando que tal vez un día todo aquello que yo
buscaba por sentir llegaría a mis oídos. Si, ese día me encontraría totalmente
satisfecho y de nuevo abriría mis piernas sin miedo a nada; sin miedo a sentir, sin miedo a moverme, sin miedo a gritar, sin
necesidad de existir una negación a ese sentimiento querido.
De nuevo se abrían las luces y me
levantaba de esa butaca numerada, el concierto había finalizado, esa música me
despertó los sentimientos, pero los mismos se tuvieron que acostar entre
sábanas blancas en donde lo negro no permitía aumentar ni disminuir la intensidad
de aquellos sentimientos; ambos nos habíamos escondido tras esa tapa de madera
que habíamos creado por miedo a sufrir aventuras en donde algunos siguen
pensando que hay ganadores y perdedores…pero por suerte siempre nos quedará la
música para seguir sintiendo lo cerca que podemos llegar a estar, si nosotros
queremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario