Playa Pelada. Bonita
Finalmente deje esa ciudad llena de costumbres y
tradiciones llamada Liberia, quería encerrarme en esas “clínicas” llamadas Mar
para poder sentir el abrigo de las presiones que a veces uno es incapaz de
soportar; sí allí donde uno tal vez no tiene tiempo para castigarse con
preguntas, allí donde a uno le gustaría pasar unos minutos cada día, allí donde
a uno le gustaría pasar el resto de su vida, allí donde uno puede llegar a
despistar incluso a su sombra…
Pues a menudo el deseo te exige avanzar y así es cuando
uno renuncia hábilmente o no a la satisfacción inmediata. Era como una ida a un
encuentro sin que el mismo pudiera parecer una fórmula de escapismo, sino que era
una ida en búsqueda de ese sol al que a uno le hace crecer.
Hubo errores en ese camino por la Costa Norte del
Pacífico, pero sabía que sólo gracias a los mismos podía aprender a tener
éxito. Así que entre buses bidireccionales, autostops sin levantamiento de
pierna e historias varias de ticos y ticas que compartían sus relatos de niñez
pasé por playas como Tamarindo, Ostional, Guiones…
Pero un día tras la vuelta de Nosara Centro a donde
solía ir cada mañana andando, pues a pesar de cuatro kilómetros comiendo polvo
que tenía que aguantar tras pañuelo rojo debido a los gringuitos que vacilaban
con acelerones estúpidos a cualquier jovencita tras vidrios tintados de 4x4; el
trayecto me era correspondido con un comercio a precios asequibles.
Saliendo del comercio y con un clásico de saludos
repetitivos a personas anónimas pero con gusto, me topé con José, un tico
abanderado por la medicina natural y que se ofrecía llevarme de vuelta con su
carro. Con el conocí a Somoza y la dureza de las montañas Nicaragüenses en
épocas Sandinistas en donde milito en el frente y finalmente acabamos
compartiendo fideos con esa salsa picante que te acababa dejando los labios
ampliados de forma prominente. Pero lo más importante era que me llevaba de
nuevo esa curiosidad de cruzar frontera y meterme de lleno en la cultura
Nicaragüense, pues tal vez allí había mucho aun que contar.
Finalmente el convite acabo en Playa Pelada. Ahora
estaba sólo en una playa solitaria en donde tal vez encontraba lo que estaba
buscando. Pues sí, allí me puse a pensar que es donde me gustaría llevarte para
hacerte feliz, piensa que allí uno puede llevar los sueños al mar y él siempre te
los devolverá sin nada a cambio gracias a su bravo oleaje. Y piensa que si en
algún momento necesitas hacer respirar tus sueños o te asusta esa inmensidad,
siempre nos quedaran ese par de botes para darnos cobijo.
Sí, tal vez algún día tendremos que volver a la calle
como dos ingenuos, pero aún recuerdo aquellos días que pasaste por mi vida;
pues nunca fueron oscuras las canciones que pudieron sonar, pues yo las sentí y
las sigo sintiendo como nunca.
A la vuelta un mail partido en tres de con quien me
gustaría compartir esa playa me hace sonreír.
Bonita playa, bonito día…
No tengas miedo de fallar porque sólo a través de los
errores puedes llegar donde quiere; pues todo pasa por algo.
Y Frida…
No hay comentarios:
Publicar un comentario