viernes, 14 de marzo de 2014

Uvita. Día especial

Mi viaje prosiguió en la búsqueda de que esas pequeñas realidades se convirtieran en hechos irrenunciables, pues tal vez estaba harto de bonitas palabras y promesas tras postales hechas al gusto de la sensibilidad visual. Me sentía como aquel animal que busca el celo como algo más que una sensación olfativa, necesitaba algo más con lo que ocupar mis instintos sensitivos, quería entrar en ese territorio desconocido y respirar, ver, tocar, oler e oír su aire fresco; pues tal vez en ese momento vivir en una rutina dentro de una diversidad desconocida me transformaba en un esquimal pescando truchas en el desierto.

Era un desierto silencioso despertado sólo por el bramar del olor del mar que hoy tomaba la forma de la cola de una ballena, la cual separaba esas dos bahías de Uvita; unas bahías que tal vez sin verse se sentían siempre juntas gracias a esa agua con sal que las unía por mar y a esos cocoteros y manglares que las unía por tierra.

Una mar que me hacía sentir vivo y unos manglares que me protegían de la erosión que el viento y las olas pudieran provocar en ese negro cuerpo esculpido por ráfagas de salitre pegado; pues siempre hay algo que se queda contigo por muy lejos que estés de quien te hizo vivir.

Unos manglares que se permitían darme la bienvenida al momento que yo avanzaba tras esos cortos y rápidos pasos de niño chiquillo, evitando así el dolor de un suelo que ardía bajo las plantas de mis pies. Asimismo esos manglares también retorcían sus brazos con dolor al tener que escupir esa sal que los invadía; pues tal vez cuando hay amor hacia algo nadie gana, pues tal vez los dos somos unos supervivientes de lo que queremos vivir o de donde nos toca vivir.

Así que mientras iba deslizando mi retina por esos parajes para poder pintar con letras lo que mis ojos veían, sentía que en días como hoy se pueden sentir más cosas.

Pues aunque estemos lejos siempre nos sentiremos juntos, ya que algo siempre se queda contigo de quien te dio la vida; pues no hay dolor o amor inventado, sino que somos supervivientes de lo que queremos vivir en cada momento. Es por esto que nos queremos, gracias madre por haber nacido; hoy es tu cumpleaños.

No más palabras para hoy, pues nunca la búsqueda de esa nueva tierra podrá ocupar el espacio de cualquier madre.

Amén…sin palabra de Dios.

Mi cuerpo negro desnudo sigue saliendo del agua con tu salitre pegado…

Tu mar, tu manglar, tu madre

Tu vida, tu protección, tu todo





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