Uvita. Día especial
Mi viaje prosiguió en la búsqueda
de que esas pequeñas realidades se convirtieran en hechos irrenunciables, pues
tal vez estaba harto de bonitas palabras y promesas tras postales hechas al
gusto de la sensibilidad visual. Me sentía como aquel animal que busca el celo
como algo más que una sensación olfativa, necesitaba algo más con lo que ocupar
mis instintos sensitivos, quería entrar en ese territorio desconocido y
respirar, ver, tocar, oler e oír su aire fresco; pues tal vez en ese momento
vivir en una rutina dentro de una diversidad desconocida me transformaba en un
esquimal pescando truchas en el desierto.
Era un desierto silencioso
despertado sólo por el bramar del olor del mar que hoy tomaba la forma de la
cola de una ballena, la cual separaba esas dos bahías de Uvita; unas bahías que
tal vez sin verse se sentían siempre juntas gracias a esa agua con sal que las
unía por mar y a esos cocoteros y manglares que las unía por tierra.
Una mar que me hacía sentir vivo
y unos manglares que me protegían de la erosión que el viento y las olas
pudieran provocar en ese negro cuerpo esculpido por ráfagas de salitre pegado;
pues siempre hay algo que se queda contigo por muy lejos que estés de quien te
hizo vivir.
Unos manglares que se permitían
darme la bienvenida al momento que yo avanzaba tras esos cortos y rápidos pasos
de niño chiquillo, evitando así el dolor de un suelo que ardía bajo las plantas
de mis pies. Asimismo esos manglares también retorcían sus brazos con dolor al
tener que escupir esa sal que los invadía; pues tal vez cuando hay amor hacia
algo nadie gana, pues tal vez los dos somos unos supervivientes de lo que
queremos vivir o de donde nos toca vivir.
Así que mientras iba deslizando
mi retina por esos parajes para poder pintar con letras lo que mis ojos veían,
sentía que en días como hoy se pueden sentir más cosas.
Pues aunque estemos lejos siempre
nos sentiremos juntos, ya que algo siempre se queda contigo de quien te dio la
vida; pues no hay dolor o amor inventado, sino que somos supervivientes de lo
que queremos vivir en cada momento. Es por esto que nos queremos, gracias madre
por haber nacido; hoy es tu cumpleaños.
No más palabras para hoy, pues
nunca la búsqueda de esa nueva tierra podrá ocupar el espacio de cualquier
madre.
Amén…sin palabra de Dios.
Mi cuerpo negro desnudo sigue
saliendo del agua con tu salitre pegado…
Tu mar, tu manglar, tu madre
Tu vida, tu protección, tu todo
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