miércoles, 28 de diciembre de 2016


Hoy toca de Kant a Nepal y tiro porque me toca

El hecho de que a lo largo de la historia uno se vaya encontrando frases del tipo; “Un pueblo educado es un pueblo libre” de Kant, “Un pueblo que no sabe leer y escribir, es un pueblo fácil de engañar” de Che Guevara o “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo” de Nelson Mandela., nos demuestra que hay que desmontar cada uno de aquellos rebaños humanos que se dedican a dignificar la figura de un gobierno que dirige a su antojo, pues tal vez la crítica al mismo se desvanece por falta de voz o debate.

Espero que al final de este escrito no penséis que como estúpidamente llamado “occidental”, predico por conseguir un tipo de vida europeizada, americanizada o como más rabia deseéis nombrarla, sino que espero un mundo que sea de cada uno de aquel que lo vive, creado bajo la idea de que la crítica, sirva de estandarte para reconciliarse con la voz que nos han dado.

Básicamente hay que concebir la educación como un proceso de formación esencialmente orientado a la construcción de una subjetividad crítica, capaz de asumir una posición racional y autónoma en el debate acerca de los principios sobre los que se sustentan las instituciones sociales.

Hay que concebir la educación como el vehículo para perder el temor a alzar la palabra, pues en el fondo lo que a todos nos va consumiendo en cada uno de nuestros actos son los estúpidos miedos, lo cuales se convierten en estereotipos humanos difíciles de ahuyentar.

El temor al error magnificado por políticas educativas, basadas en la repetición de frases sin sustento, que eliminan la capacidad del libre pensamiento innato del ser humano. El libre niño se convierte en preso de cada uno de aquellos mensajes que debe ir repitiendo, los cuales según parece contienen una verdad que simulan algunos. Unos mensajes que lo que hacen no es nada más que crear un camino del cual no se pueden salir, pues más allá del mismo existe una zona inexplorada, que tal vez por desconocimiento, consigue desgraciadamente que el “miedo” a opinar de forma diferente se vea acrecentado.

Hay que poder conseguir educar un pueblo que pueda diferenciar un discurso serio de una predica demagógica, un pueblo sin cobardía a opinar, un pueblo que no desconfié de sus posibilidades y gracias a ello conseguiremos un pueblo más feliz.

En el fondo se trata de un tema de desconfianza con uno mismo, la cual ha estado fomentada hábilmente por aquellos que manejan desde arriba atiborrándonos esos temores.

Mientras tengamos miedo, no estaremos educados y careceremos de inteligencia. La educación no consiste meramente en atestar la mente con información sino en ayudar al estudiante a comprender sin temores esta vida, a comprender con libertad esta vida. Hay que empezar a evitar el hecho de que aquellos que educan ejerzan poder sobre las personas, pues a partir de este momento la sensación de poder hacia los otros se convertirá en una nueva triste historia sin “voz” que contar.

El problema es que cuando a uno le hablan sobre un tema que no conoce, lo único que puede hacer es asentir y creer lo que le dicen, pero cuando se tienen unos conocimientos mínimos a uno no se le puede manipular tan fácilmente.

Entendamos de una vez que ni el gobierno ni nadie, son la solución de cada uno de nuestros problemas, sino que somos nosotros mismos los que tenemos dicho poder.

Me vienen todos estos pensamientos ahora en Nepal, no sé si será por algo o no, pero tal vez yo en el fondo también tengo miedo a debatir de que si la posible política educativa del país es la correcta o no.

Sólo me queda pensar que tal vez no siempre, el sonido del silencio es la mejor opción… ¿pues no saben que el silencio crece como el cáncer? y por eso hablo, hablo, hablo…cuando me apetece.



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