De niña a anciana social sin
darse cuenta
Tal vez ni llegada a la
menarquia, esa doncella fue casada con alguien mucho mayor que ella, perdiendo
su infancia a cambio de que su familia no tuviese que ofrecer un dote demasiado
elevado a sus posibilidades económicas. Un matrimonio temprano que se cimentaba
bajo la idea de que la pureza de ese cuerpo femenino auguraría bienestar a ese
hogar.
Según la tradición hindú, el
matrimonio es esencial para todos, ya sea hombre o mujer. Mientras que la vida
de un hombre no se considera completa sin una esposa, una mujer no tiene otra
opción que casarse
Pero lo que esa doncella tal vez
aun no sabía, es que el matrimonio tendría una importancia abrumadora para su
vida, pues su acontecimiento determinaría casi todas sus opciones de
subsistencia subsecuente.
Llegaría el día, en que esa
doncella se convertiría en madre justo a la llegada de su menstruación, a
cambio de que alguien y tal vez no ella, viera realizado su objetivo de ver
hecha realidad esa reproducción esperada.
Pero sin saber porque “Tempus
Fugit”, y esa madre que aun arrastraba la inocencia de Perséfone sin conocer la
menopausia por asomo, se convertiría en anciana social tal vez tras el último
terremoto de 2015 de Nepal, tal vez tras la pérdida de un marido que migro a
cambio de trabajos forzados en el extranjero o tal vez por…
Ahora vestida de blanco o no vive
estigmatizada bajo la categoría social de la viudez. Es una frágil niña hecha
mujer que no tiene documentos que demuestren sus derechos sobre la propiedad de
su marido. Un alma que lucha por defenderse por sí misma en un país donde las
viudas se enfrentan a la hostilidad, abuso, discriminación e incluso
esclavitud; pues la viudez sigue rodeada de tabúes en esa sociedad patriarcal.
Como mucho le quedará la
posibilidad de vivir con sus suegros, pero será confinada a la casa y será
tratada como una sierva. Unos suegros que incluso la culparan por la muerte de
su marido, por una negligencia que nunca ejerció. Pero aún habrá quien pensará
que su marido murió como castigo por actos inmorales o crímenes cometidos por
ella en una vida anterior. Cuanto más jóvenes son los maridos cuando mueren,
mayor es la gravedad del crimen que las viudas se cree que cometieron en la
vida pasada.
Ahora ya no puede asistir a
ceremonias religiosas u otras celebraciones pues tiene que evitar la alegría y
abandonar su ropa roja con esas cuatro joyas que la siguieron en una infancia
que nunca vivió.
Ahora mismo podría acabar el
cuento, pero la verdad es que el mismo sigue porque se trata de una realidad.
Una realidad que sigue al ritmo
de las guerras, las luchas civiles, las enfermedades (SIDA) y los desastres
naturales, los cuáles aumentan la creación de más millones de viudas: viudas de
niños, viudas jóvenes, viudas y huérfanos que no paran sin cesar.
Además de las dificultades
prácticas y emocionales a las que se enfrentan estas nuevas viudas, se
enfrentan a la terrible privación de sus derechos humanos fundamentales
básicos: vivienda, alimentación, salud, empleo, educación de los niños, acceso
a la justicia, Y muchas veces la vida misma.
Hasta luego…resto esperando la
esperanza de esperar
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