martes, 24 de enero de 2017


De niña a anciana social sin darse cuenta

Tal vez ni llegada a la menarquia, esa doncella fue casada con alguien mucho mayor que ella, perdiendo su infancia a cambio de que su familia no tuviese que ofrecer un dote demasiado elevado a sus posibilidades económicas. Un matrimonio temprano que se cimentaba bajo la idea de que la pureza de ese cuerpo femenino auguraría bienestar a ese hogar.

Según la tradición hindú, el matrimonio es esencial para todos, ya sea hombre o mujer. Mientras que la vida de un hombre no se considera completa sin una esposa, una mujer no tiene otra opción que casarse

Pero lo que esa doncella tal vez aun no sabía, es que el matrimonio tendría una importancia abrumadora para su vida, pues su acontecimiento determinaría casi todas sus opciones de subsistencia subsecuente.

Llegaría el día, en que esa doncella se convertiría en madre justo a la llegada de su menstruación, a cambio de que alguien y tal vez no ella, viera realizado su objetivo de ver hecha realidad esa reproducción esperada.

Pero sin saber porque “Tempus Fugit”, y esa madre que aun arrastraba la inocencia de Perséfone sin conocer la menopausia por asomo, se convertiría en anciana social tal vez tras el último terremoto de 2015 de Nepal, tal vez tras la pérdida de un marido que migro a cambio de trabajos forzados en el extranjero o tal vez por…

Ahora vestida de blanco o no vive estigmatizada bajo la categoría social de la viudez. Es una frágil niña hecha mujer que no tiene documentos que demuestren sus derechos sobre la propiedad de su marido. Un alma que lucha por defenderse por sí misma en un país donde las viudas se enfrentan a la hostilidad, abuso, discriminación e incluso esclavitud; pues la viudez sigue rodeada de tabúes en esa sociedad patriarcal.

Como mucho le quedará la posibilidad de vivir con sus suegros, pero será confinada a la casa y será tratada como una sierva. Unos suegros que incluso la culparan por la muerte de su marido, por una negligencia que nunca ejerció. Pero aún habrá quien pensará que su marido murió como castigo por actos inmorales o crímenes cometidos por ella en una vida anterior. Cuanto más jóvenes son los maridos cuando mueren, mayor es la gravedad del crimen que las viudas se cree que cometieron en la vida pasada.

Ahora ya no puede asistir a ceremonias religiosas u otras celebraciones pues tiene que evitar la alegría y abandonar su ropa roja con esas cuatro joyas que la siguieron en una infancia que nunca vivió.

Ahora mismo podría acabar el cuento, pero la verdad es que el mismo sigue porque se trata de una realidad.

Una realidad que sigue al ritmo de las guerras, las luchas civiles, las enfermedades (SIDA) y los desastres naturales, los cuáles aumentan la creación de más millones de viudas: viudas de niños, viudas jóvenes, viudas y huérfanos que no paran sin cesar.

Además de las dificultades prácticas y emocionales a las que se enfrentan estas nuevas viudas, se enfrentan a la terrible privación de sus derechos humanos fundamentales básicos: vivienda, alimentación, salud, empleo, educación de los niños, acceso a la justicia, Y muchas veces la vida misma.

Hasta luego…resto esperando la esperanza de esperar



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