domingo, 29 de enero de 2017


El día que recordé a Donald… Donald L. Shaw, George Orwell y The Wall

Podría ser un día cualquiera en Nepal, en donde uno se levanta con ganas de conocer y explorar costumbres y tradiciones, que le sirvan para entender aquel país en el que uno ha decidido vivir. Pero el hecho de que la Agenda-Setting del momento sea tomada de forma mundial por el gabinete de prensa de Estados Unidos, acaba obligando a que uno le dé la espalda a la realidad, sin darse cuenta.

Sí, una vez más nos vemos relegados a la posibilidad de pensamiento que nos dicta la Agenda-Setting, ejecutada sin “daño” alguno por todos aquellos sistemas informativos o informadores del sistema, que se hacen llamar medios de comunicación; la función de los cuáles es dar a incidir sobre las opiniones y temas que configuran el espacio público.

Un espacio público sin lugar a dudas enmarcado en el debate político. La elaboración de agendas está en la base de la sociología política y de nuevo se pone en primer plano unas cuestiones y disminuye u oculta la importancia de otras; pues según parece unos “escogidos”, deciden cuales son aquellas cuestiones que hay que anular, porque son perjudiciales para la estabilidad del país.

Una vez más, la deshumanizad de lo llamado “ambiguamente” lo social, se mueve por la ley de la oferta y la demanda, con lo cual quien aporte más, siempre tendrá la posibilidad de sentirse más respaldado; ya que esa máquina de creación de “simbologías culturales”, conocida también como medio de comunicación, tendrá más razones “económicas” para crear.

Eso sí, crear bajo la insignia capitalista, y no por ello evolucionista, ya que sin querer entrar en debate de la posible intoxicación estatal comunicativa a la que se ve o ha visto aquejada cualquier estado, su evolución más que la cohesión de pensamiento, busca la cohesión de enriquecimiento económico, el cual a partir del momento que se percibe como digno de seguimiento, es utilizado como evidente emblema de estabilidad de pensamiento.

Pero por suerte hay quien encuentra puntos flacos, en esas ansias de monopolización de información, establecida por aquellos que creen controlar el mundo. Hoy me alegra la idea de ver como se disparan las ventas de “1984” de George Orwell tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Hoy me alegra la idea de que un buen amigo mejicano, me anuncie la inclusión de su versión cinematográfica en las parrillas de programación de los medios televisivos del país. Hoy me alegra la idea de pensar que la gente se pueda dar cuenta que la “policía del pensamiento” está a la vuelta de la esquina; con pensamientos atroces que se alejan de la ficción, tales como que la guerra es paz, la libertad es esclavitud y la ignorancia es esperanza.

Noam Chomsky ya anuncio en febrero del año pasado que la victoria electoral de quien ahora no quiero recordar su nombre, era posible; pues era resultado del miedo de una sociedad quebrada por el neoliberalismo. Las personas se sentían aisladas, desamparadas y víctimas de fuerzas más poderosas, a las que no entendían ni podían influenciar.

Así que ahora deberemos abrir bien los ojos y preguntarnos quien ha sido el instigador de crear dicho miedo…

Mientras esperaremos que ese Gran Hermano ficticio no se vuelva realidad y que tanto los mejicanos, así como otros grupos dictaminados por aquel que se ve con el derecho de manipular; no se vean relegados en ese “Chestnut Tree Café” o café antes de la muerte, pensando que pagan por un crimen mental.



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