Gracias “Mulateros”
Empezar el primer escrito del año
es tan difícil como empezar las primeras líneas de un escrito; con lo que la
posibilidad de acabar con una hoja en blanco tras otra puede hacer que las
noches sean más largas de lo normal.
Y la verdad es que las cosas se
complican cuando los últimos días vividos se vuelven especiales. Unos días que
tal vez tardaran semanas en ser valorados y que tal vez me arrepentiré de no
poderlos haber vivido con más intensidad. Pero este el precio que uno paga al
vivir de las emociones, pues las mismas te desbordan y te acaban hacer vivir la
realidad de la vida a trompicones.
Ahora no era momento de hablar de
ninguna Durbar Square, de Pashupatinath, del Templo de los Monos, de Kopan o de
cualquier sinfín de monumentos que tal vez sí que me inspiraban, sino que era
momento de hablar de aquello que a uno le mantiene vivo, las personas.
Sí, me he hartado de decir una y
otra vez que lo que me mueve son las personas, pues todo lo otro que me rodea
no es nada más que un escenario cambiante en el cual me sitúo para seguir actuando.
Actualmente según parece le había
tocado a Nepal, ser ese espacio en donde vivir como figurante, y gracias a
aquel lugar podía reconocer nuevas figuras con las que inventar nuevas historias
que vivir.
Pero un día en ese escenario
aparecían personajes de historias pasadas y con ello me trasladaba sin darme
cuenta a otros episodios de la vida en lo cuáles los escenarios fueron más
familiares, pues las duraciones de los mismos tras subida de telón se alargaron
esporádicamente al paso de los años.
Sí, por ese escenario llamado
Nepal, aparecían dos personajes que sin tal vez sin saberlo ni quererlo, habían
entrado en muchos capítulos de mi vida. Sí, habían tenido que aparecer tanto en
comedias como en tragedias. Eran ese tipo de personajes que tarde o temprano
cuando lees un libro acabas queriendo. Sí, son aquellos personajes que mientras
vas leyendo un libro les van poniendo cara y acabas soñando en conocerlos para
que te acompañen en tu vida.
Ahora la historia era al revés;
había conocido su cara, su sonrisa, su forma de andar y de hablar sin leer nada
de ellos y con ello, lo mínimo que podía hacer era humildemente escribirles
unas palabras; unas palabras que tal vez nunca llegarían a asemejarse con la
realidad, pero a menudo las emociones por suerte no entienden de vocabulario.
Tal vez muchos de los que estáis
leyendo esto ya les estas poniendo cara y os estáis imaginando como sonríen,
como andan, como hablan.
Yo en cambio sentado en una sala de
cuatro paredes me confundo y no sé si estoy en Barcelona o en Nepal, pues tal
vez uno no sabe que es realidad o ficción o más que nada es que cuando uno
tiene alguien tan próximo cerca, se olvida de lo que tiene a su alrededor.
Sé que se irán por un tiempo, hoy
en día difícil de saber en cuanto a duración se refiere. Sé que desaparecerán tal
vez de mi escenario en los próximos días, pero estoy seguro que muchos de esos
días su voz en OFF seguirá sonando en mis oídos y me recordará que nadie esta
sólo mientras esté despierto.
Y sino siempre me quedará su
música para ayudarme a recordar, cada uno de aquellos muchos días en que
compartimos los diferentes escenarios de nuestras vidas.
Gracias Uri i Magda por pasar de
nuevo por un escenario de mi vida. Fueron más o menos horas juntos, pero por
suerte sé que siempre estáis allí.
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