El día en que Frida Kahlo y
Joaquín Sabina se encontraron con las mujeres de Nepal
El hecho de buscar excusas para
encontrar coincidencias tal vez inventadas, le seducen a uno cuando viaja por
países que no son el suyo; es por ello que, al ver entrar esa mujer vestida de
rojo en aquel habitáculo en donde impartían clases de alfabetización para
mujeres, el Boulevar de los sueños rotos de Sabina aparecía en mi mente.
La verdad es que no se trataba de
un poncho rojo esa vez, sino que la misma vestía un sari acomodado a las
adoraciones a la Diosa Parvati; la esposa de Shivá que tras paso por pira
crematoria se había reencarnado para poder seguir a su lado.
Parvati encarnaba la feminidad, y
con rostro brillante como el sol naciente, poseía una hermosa figura, amplias
caderas y todas las cualidades exaltadas del sexo femenino.
Pero sin tal vez tener tiempo de
fijarme en ese aspecto que pudiera despertar o no esa mujer, la canción de
Sabina seguía sonando y ahora aparecían en ella Diego Rivera y Frida Kahlo.
Pues ahora que pienso, tal vez no
fuese una coincidencia que no me fijara en su aspecto exterior, sino que era la
fuerza la que aquella mujer desprendía, la que era equiparable a la propia
Frida Kahlo.
Frida Kahlo en su día tomo los
pinceles no como forma de escapismo, sino como forma de expresar la realidad de
una misma. Como ella misma decía; ella nunca pintaba sueños, sino que pintaba
su propia realidad.
Frida Kahlo con sus pinturas daba
voz a su propio dolor y a los sin palabras de ese mundo, que vivían oprimidos
por las tradiciones de un pasado puritano.
Una mujer tal vez rota por
dentro, pero al mismo momento con un interior terriblemente bello. Realmente
sería increíble que cada una de aquellas mujeres allí sentadas en flor de loto,
ahora tomaran también esas plumas como nuevo elemento de compañía.
Que pudieran tomar esas plumas como
nuevo estandarte de expresión, y nos pudieran avasallar con poesías escritas
llenas de realidades vividas; de realidades que aún siguen allí dentro por
culpa de aquel que se cuidó de anularlas; aquel que las anulo, por miedo a
verse por debajo de aquel nivel inventado por los seres humanos
A ver sí, de una vez por todas,
la gente empieza a entender que no hay nada de maravilloso en empequeñecernos,
para que los demás no se sientan inseguros a nuestro lado.
Ahora cae en mis ojos
“Autorretrato con mono” de Frida Kahlo. Sí, aquellos monos a los que dio forma
en su imaginario, representando a los hijos que no podía tener. Ando por las
calles de Nepal y también veo monos, pues el dios mono es venerado por los
hindúes y es la expresión misma de la humildad.
Pero tal vez ya está bien de
buscar coincidencias por hoy… aunque es verdad que se espera que un ser humilde
tenga interés por encontrar temas fascinantes, explorar y descubrir nuevas
cosas; y con ello encontrar caminos no sólo para comprender el mundo, sino para
ayudar a comprender a los demás.
Así que acabaremos con un clásico
- todo está conectado en esta vida, todo pasa por algo-. Ahora sí, espero que
tras la dificultad por cultura, de poder ver llorar aquellas mujeres que toman
sus plumas como nuevos pinceles para expresar su interior; aprendan a reír como
llora Chavela.
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