¿Permitiremos una prórroga hasta
el año 2022?
El mundo futbolístico puesto a
escena el pasado día, me había abierto la posibilidad de que hoy pudiera hablar
de otra de las realidades por suerte cada vez menos tapadas, que sufren
aquellos nepalís que son invitados a vivir en un mundo de “ensueño”
Ahora después de conocer la
realidad. ya no encontraba tan gracioso aquel video de Qatar Airways en que un
grupo de conocidos jugadores de fútbol, nos presentaban amistosamente las
normas de seguridad de aquel vuelo que unía Doha con Katmandú. La unión entre
tal vez uno de los países más ricos con uno de los más pobres del mundo.
Y como pasa en estos casos, el
hecho de encontrar con facilidad vuelos regulares entre ambos países a uno le
da a pensar que la existencia de los mismos, no son nada más que el resultado
de intereses económicos o mejor dicho intereses por conseguir mano de obra a la
que explotar.
El 2 de diciembre de 2010 Qatar
era elegida para celebrar el Mundial de Fútbol de 2022. El país del gas y el petróleo
tomaba con ganas ese balón dorado que haría correr de nuevo a grupos de
gladiadores con ganas de realzar sus actitudes patrióticas.
Para poder conseguir la mejor
estampa posible, era necesario poder ofrecer al mundo la mejor imagen de fondo y
conseguir construir las instalaciones bajo los últimos avances tecnológicos, unas
instalaciones que enmascaradamente se iban tiñendo de sangre día a día.
Sí, aquel Nepalí que vivía en
entornos rurales o bien aquel que era conocedor del caos organizado de Katmandú
sería invitado al país del progreso, al país de las oportunidades; pero tal vez
no sabían que serían atados bajo cuerda corta con el sistema Kafala.
Con el sistema Kafala los
trabajadores son sometidos bajo un contratante, el cual es el responsable de su
visa y estado legal. Eso permite a los contratantes que puedan retener sus
pasaportes y puedan abusar de sus trabajadores con pocos riesgos de
consecuencias legales.
El resultado no es otro que poder
tener un importante número de nepalís trabajando y viviendo en condiciones
insalubres. Unos trabajadores que han tenido que pagar previamente una
importante cantidad de dinero para poder acceder a este puesto de trabajo y que
poco a poco irán devolviendo con su esfuerzo para saldar cuentas.
Es una entrada al país con un
imaginable billete de vuelta, que será efectivo en el momento en que aquel que
manda, crea que es momento de volver el pasaporte a aquel que por suerte no ha
perdido la vida. Aquel que no ha perdido la vida, entre cada uno de aquellos
días que se volvieron un espejismo, de ese mundo de ensueño simulado por unos
interesados que observan la vida entre copetes.
Aquellas victimas de guerra
social volverán de las tierras del Golfo, armados de televisores de grandes pulgadas,
con lo cuales con lágrima contenida intentaran dar a entender a su familia que
el esfuerzo bien valió alguna que otra recompensa material.
Ese mismo televisor a finales de noviembre
de 2022 será escaparate de presentación para aquel padre, hermano, amigo que
podrá decir que aquello allí presenté, fue gracias a un esfuerzo que tal vez aún
necesitan olvidar día a día entre pesadillas nocturnas.
Hoy me tropiezo con una joven en
la calle y hablando de su futuro, me dice que quiere abandonar el país para ir
a trabajar a Qatar o a Dubái, pues según dicen los medios de comunicación allí la
riqueza da la alegría a la gente…por desgracia la historia se irá repitiendo
sino mostramos la realidad de las cosas.
El mundo al revés; el primer
mundo se llena la boca de poder vivir a lo “Captain Fantastic,” alejado de lo
conocido; mientras el tercer mundo sueña en conocer lo que ven tras una de esas
pantallas, que tal vez un día llegó de un vuelo de Doha teñida de sangre.
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