viernes, 20 de enero de 2017


¿Permitiremos una prórroga hasta el año 2022?

El mundo futbolístico puesto a escena el pasado día, me había abierto la posibilidad de que hoy pudiera hablar de otra de las realidades por suerte cada vez menos tapadas, que sufren aquellos nepalís que son invitados a vivir en un mundo de “ensueño”

Ahora después de conocer la realidad. ya no encontraba tan gracioso aquel video de Qatar Airways en que un grupo de conocidos jugadores de fútbol, nos presentaban amistosamente las normas de seguridad de aquel vuelo que unía Doha con Katmandú. La unión entre tal vez uno de los países más ricos con uno de los más pobres del mundo.

Y como pasa en estos casos, el hecho de encontrar con facilidad vuelos regulares entre ambos países a uno le da a pensar que la existencia de los mismos, no son nada más que el resultado de intereses económicos o mejor dicho intereses por conseguir mano de obra a la que explotar.

El 2 de diciembre de 2010 Qatar era elegida para celebrar el Mundial de Fútbol de 2022. El país del gas y el petróleo tomaba con ganas ese balón dorado que haría correr de nuevo a grupos de gladiadores con ganas de realzar sus actitudes patrióticas.

Para poder conseguir la mejor estampa posible, era necesario poder ofrecer al mundo la mejor imagen de fondo y conseguir construir las instalaciones bajo los últimos avances tecnológicos, unas instalaciones que enmascaradamente se iban tiñendo de sangre día a día.

Sí, aquel Nepalí que vivía en entornos rurales o bien aquel que era conocedor del caos organizado de Katmandú sería invitado al país del progreso, al país de las oportunidades; pero tal vez no sabían que serían atados bajo cuerda corta con el sistema Kafala.

Con el sistema Kafala los trabajadores son sometidos bajo un contratante, el cual es el responsable de su visa y estado legal. Eso permite a los contratantes que puedan retener sus pasaportes y puedan abusar de sus trabajadores con pocos riesgos de consecuencias legales.

El resultado no es otro que poder tener un importante número de nepalís trabajando y viviendo en condiciones insalubres. Unos trabajadores que han tenido que pagar previamente una importante cantidad de dinero para poder acceder a este puesto de trabajo y que poco a poco irán devolviendo con su esfuerzo para saldar cuentas.

Es una entrada al país con un imaginable billete de vuelta, que será efectivo en el momento en que aquel que manda, crea que es momento de volver el pasaporte a aquel que por suerte no ha perdido la vida. Aquel que no ha perdido la vida, entre cada uno de aquellos días que se volvieron un espejismo, de ese mundo de ensueño simulado por unos interesados que observan la vida entre copetes.

Aquellas victimas de guerra social volverán de las tierras del Golfo, armados de televisores de grandes pulgadas, con lo cuales con lágrima contenida intentaran dar a entender a su familia que el esfuerzo bien valió alguna que otra recompensa material.

Ese mismo televisor a finales de noviembre de 2022 será escaparate de presentación para aquel padre, hermano, amigo que podrá decir que aquello allí presenté, fue gracias a un esfuerzo que tal vez aún necesitan olvidar día a día entre pesadillas nocturnas.

Hoy me tropiezo con una joven en la calle y hablando de su futuro, me dice que quiere abandonar el país para ir a trabajar a Qatar o a Dubái, pues según dicen los medios de comunicación allí la riqueza da la alegría a la gente…por desgracia la historia se irá repitiendo sino mostramos la realidad de las cosas.

El mundo al revés; el primer mundo se llena la boca de poder vivir a lo “Captain Fantastic,” alejado de lo conocido; mientras el tercer mundo sueña en conocer lo que ven tras una de esas pantallas, que tal vez un día llegó de un vuelo de Doha teñida de sangre.



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