Huanchaco, playas
de Trujillo
Como podéis
imaginar, después de unos días rodeados de calles con nombre, necesitaba un
poco de relax para olvidar cualquier Plaza de Armas o vestigio histórico con el
que pensar. Así que me dirigí a Trujillo, allí tras el grito de nuevos voceadores
cargue mi equipaje a la voz de un sitio llamado Huanchaco.
Ahora me encontraba
de nuevo sólo frente al mar, en donde una silueta femenina acariciada por
rastas, ondeaba sus pensamientos tras el paso de aquel perro despistado que aullaba
a gritos sordos ser querido por alguien.
Tras ese llamado
sunset rojizo que se iba perdiendo bajo el horizonte del mar, esas ligeras
ropas de color blanco parecían ser sopladas por un aire tímido que sin roce
alguno no levantaban más que la propia imaginación de uno mismo. Era una de
esas imágenes que tantas veces has visto, era uno de esos momentos que siempre
te gustaría acariciar; pero acariciar sin tacto alguno, por miedo a que ello
hiciera perder la belleza de aquel suspiro de sutileza humana.
Yo desde aquí mismo
podía oler cada uno de aquellos movimientos y por respeto a los mismos no me di
ni el permiso a fotografiarlos, pues la belleza es belleza cuando se siente y
la mirada de la misma al cabo de unos días se hubiera convertido en una perpetua
insensualidad sin nombre alguno por aquel que escribe en estos momentos.
Como he comentado
muchas veces, en este viaje me daba cuenta que más que las cosas, lo que
importaba eran las personas, pero incluso aquellas que pasaban frente de ti de
forma anónima, pues las mismas me ayudaban a escribir el momento que estaba
viviendo. Es bien cierto que si mi llegada a esa playa en donde ahora escribía
estas palabras se hubiera demorado unas horas, muy posiblemente lo que hubiera
vivido hubiera sido totalmente diferente.
Al día siguiente
volví al mismo sitio; el mar me seguía acompañando, el sol empezaba a despedir
el día, pero la brisa marcaba la ausencia de esos suaves ropajes que me habían
hecho soñar…tal vez había llegado tarde a un encuentro sin cita alguna.
Nuevamente me decía
a mí mismo; no pierdas el tiempo esperando nada, ves a por ello…porque aunque
el mañana siempre llega, no te sonríe siempre igual…
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